LA PALABRA DEL DOMINGO.
DOMINGO CUARTO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
HAY QUE APRENDER EL OFICIO
La semana pasada leíamos cómo Jesús llama a los primeros discípulos en la orilla del lago para estar con El, y les propone una nueva dimensión en el oficio que ellos ya conocían y con el que se ganaban el pan: les haré pescadores de hombres. Hoy nos vemos que les señala las redes y las artes para llevar a cabo este oficio de pescar hombres, hoy les habla de las Bienaventuranzas.
Con solemnidad, sentado, como todo maestro, les habla y les habla al corazón, toca los sentimientos y las solicitudes mas humanas que pueda sentir y experimentar el ser humano: el dolor y la necesidad de aliviarlo, el abandono en las manos del Padre, el llanto y el consuelo, la falta de libertad, la necesidad de justicia, el don de la paz, la misericordia, el hambre, la sed y la persecución... Advirtiendo que esto último puede acaecer cuando queramos hacer el bien en medio de un mundo que se siente atraído por el egoísmo, la insolidaridad, el afán de riqueza o poder. Esas son las herramientas que hay que usar para ejercer el nuevo oficio y en la medida que sea así, en esa misma medida, el Reino de los Cielos, será una realidad en la vida de los hombres, tendrá consistencia, en esa misma medida, hablar de Dios será mas creíble y también, mas llevadero para el que lo hace porque sabe a ciencia cierta de que no se está engañando, que anda por el camino correcto, por el que señaló el Maestro.
Es un aprendizaje, esto hay que aprenderlo y fortalecerlo desde la comunión entre todos los que son llamados y con el encuentro frecuente con el Señor. El sabía bien lo que se hacia cuando los llama y los envía de dos en dos o en grupo. Sabe de nuestra debilidad y también de la fortaleza que da el sentirse arropado y sustentando por los otros. La fe no se puede vivir de forma aislada y sin compartir con el resto de los que creen y esto suele ser una tentación muy frecuente.
Las Bienaventuranzas son la tarjeta de identificación de los que habiendo sidos llamados quieren responder día a día estando atentos a la vida y al devenir de los tiempos. Hay que estar dispuestos a navegar con viento favorable o no.
Las bienaventuranzas son una apuesta total por la persona, por la vida, sabiendo que esta vida no es lo definitivo, pero si que nos lanza hacia ello. La vida es un pequeño anticipo de esa otra gran bienaventuranza que nos espera cuando oigamos que nos dice: Vengan benditos de mi Padre.
¡¡Feliz día del Señor!!
DOMINGO CUARTO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
HAY QUE APRENDER EL OFICIO
La semana pasada leíamos cómo Jesús llama a los primeros discípulos en la orilla del lago para estar con El, y les propone una nueva dimensión en el oficio que ellos ya conocían y con el que se ganaban el pan: les haré pescadores de hombres. Hoy nos vemos que les señala las redes y las artes para llevar a cabo este oficio de pescar hombres, hoy les habla de las Bienaventuranzas.
Es un aprendizaje, esto hay que aprenderlo y fortalecerlo desde la comunión entre todos los que son llamados y con el encuentro frecuente con el Señor. El sabía bien lo que se hacia cuando los llama y los envía de dos en dos o en grupo. Sabe de nuestra debilidad y también de la fortaleza que da el sentirse arropado y sustentando por los otros. La fe no se puede vivir de forma aislada y sin compartir con el resto de los que creen y esto suele ser una tentación muy frecuente.
Las Bienaventuranzas son la tarjeta de identificación de los que habiendo sidos llamados quieren responder día a día estando atentos a la vida y al devenir de los tiempos. Hay que estar dispuestos a navegar con viento favorable o no.
Las bienaventuranzas son una apuesta total por la persona, por la vida, sabiendo que esta vida no es lo definitivo, pero si que nos lanza hacia ello. La vida es un pequeño anticipo de esa otra gran bienaventuranza que nos espera cuando oigamos que nos dice: Vengan benditos de mi Padre.
¡¡Feliz día del Señor!!