jueves, 30 de abril de 2020

COPLAS

el agua fresca, el calzado cómodo,
la comida caliente
y el corazón sonoro.
la mente limpia
de tristezas y enojos.
La risa espontánea.
La reflexión desde lo hondo.

José Rodríguez Díaz

martes, 28 de abril de 2020

NO.

No al pájaro en la jaula,
no al hombre en la prisión
no a la mujer esclava
de un mal entendido amor.

No al pez en la pecera,
no al viejo en un rincón,
no a la enseñanza somera
ni al miedo en religión.

No al niño que no juega, 
no al castigo sin razón,
no a la doctrina que lidera
en los pueblos la opresión.

No a la justicia injusta, 
no a la constante omisión, 
no a la verdad amañada
que solo enturbiara la opinión.

No a todo lo que provoque
sufrimiento, angustia o dolor.
Que la vida ya va dando
a cada cual justa porción.

José Rodríguez Díaz

sábado, 25 de abril de 2020

LA PALABRA DEL DOMINGO

TERCER DOMINGO DE PASCUA .
CICLO A.
Lc.  24,13-35


CAMINANTE QUE CAMINAS.

    A lo largo de nuestra vida,  mas tarde o mas temprano, nos vamos a encontrar que tenemos que desandar caminos  hechos, bien sea por desilusión, porque nos hemos equivocado, porque nos sentimos engañado o por miles de razones.
 Esto es lo que nos encontramos en el evangelio de hoy en donde  unos discípulos de Jesús  se vuelven a casa desencantados porque sus perceptivas sobre el mesías se  han visto truncadas.
    El desencanto, la sensación de fracaso , el tener que volver y dar explicaciones a familia, amigos o vecinos , nunca es agradable , pero bueno, es así la vida.
Lo  interesante del texto de este  domingo es que Jesús camina,  un caminante mas en e camino , con ellos y  junto a ellos participa de sus preocupaciones y de su fracaso que hace suyos.  Conversando se hace cargo del tema y trata de ayudarles a entender y encontrar respuesta a lo que les preocupa... poco a poco  se va vislumbrando la salida. El tema es religioso pues se trata del mesías de Dios prometido  y por ahí Jesús les ayuda a indagar  intentando hacerles entender - ahora hace de maestro, ya no es el simple caminante y forastero- .
  Por parte de ellos se dan cuanta de que aquí, vislumbran ,hay algo mas. Llega el momento de la despedida pero  la situación no esta clara del todo  e invitan al forastero a quedarse,  necesitan seguir hablando , seguir entendiendo, saber mas... necesitan encontrar la paz y  la razón que explique y ayude a entender y no  encuentran problemas para  invitarles a la mesa, a algo mas intimo que una simple caminata  con conversación.
 Y  es  en esta  intimidad y arropados por el calor del hogar ,  estando a la mesa ya servida, cuando terminan de encajarlo todo , cuando,  se nos dice , se le abren los ojos y...  desandan el camino, y vuelven con los hermanos y cuentan lo que les ha pasado y esto ha llegado hasta nosotros  como algo que no debemos olvidar.

       El Señor se va ha hacer presente en nuestros caminos de desencanto, de desilusión, para fortalecer nuestra, fe, nuestra esperanza y animarnos en el cansancio, haciendo que no nos importe lo andando para seguir andando. Es el Señor quien lo ha hecho , dijeron ellos y eso, eso cambien lo podremos decir nosotros:   " es el Señor quien lo ha hecho , ha sido un milagro patentes". 

   Esta presencia suya tan  soñada , querida , buscada y provocada , sera la que nos fortalezca en el camino de desencanto, para  devolvernos a la ilusión  y la alegría , no sin cansancio  y con el regustillo , a veces amargo, de haber desconfiado de el cuando sabemos que es, ha sido y sera, siempre  fiel. El es el Señor. El Señor que se hace caminante en nuestro caminar.

¡¡FELIZ TERCER DOMINGO DE PASCUA!!


Refugiados en Lesbos : «Un grifo
 de agua para 1300 personas»

En algunas zonas del campo de Moria (en Lesbos, Grecia), los refugiados solo tocan a un grifo de agua por cada 1.300 personas. En otro campo, en este caso en la isla de Samos, viven unas 8.000 personas cuando las instalaciones están preparadas para alojar a 648. Así las cosas, ninguna de las precauciones más eficaces para prevenir el Covid-19 –lavarse las manos con frecuencia y mantener la distancia de seguridad con el resto de gente– son posibles en los ‘hotspots’ (puntos calientes) de Lesbos, Chios, Kos y Leros y Samos: no hay agua, no hay jabón y no hay espacio.
Según los datos de Médicos Sin Fronteras (MSF), hasta 42.000 personas solicitan asilo en alguno de los campos ubicados en las cinco islas griegas. «Es imposible cumplir con los preceptos que propone la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un campo en el que tenemos hacinadas a 8.000 personas». Stefan Rodes es coordinador de terreno de la ONG en Samos. Llegó hace solo tres meses y hoy se alarma ante la situación de extrema gravedad que podría estar a punto de vivir el campo: «Tratamos de poner soluciones, pero no damos abasto: necesitamos respuestas del Gobierno, especialmente del ministerio de Migración y Asilo».
En ninguno de los campos de refugiados de las islas griegas cercanas a la costa turca se ha detectado, por el momento, ningún caso Covid, pero los profesionales que trabajan a pie de campo ponen sobre aviso a todas las autoridades: «Cuando se detecten los primeros contagios, el virus se propagará muy rápido». De hecho, el Ejecutivo de Mitsokakis ya ha tenido que poner en cuarentena hasta dos campos en el territorio griego continental. El primero fue el de Ritsona (en el centro del país), donde se detectaron 20 casos positivos. El segundo, el de Malakasa, al norte de Atenas. En total, en Grecia se cuentan casi 2.000 casos y 19 muertos.
Centroáfrica: «Un país sin camas de UCI, en guerra, con epidemia de sarampión y, ahora el coronavirus»
“Si la epidemia llega aquí, lo que es probable, las consecuencias serán mucho peores que en otros lugares”. Tan amarga reflexión procede de la República Centroafricana, y quien la pronuncia es Donata Galloni, doctora de Medici con l’Africa Cuamm, una ONG italiana presente en el país desde 2018.
Ahora que la Covid-19 ha provocado ya más de 15.500 contagios y más de 800 víctimas mortales en 53 Estados africanos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se pregunta de qué manera afectará a los frágiles sistemas sanitarios del continente. De momento, no es posible prever qué repercusiones tendrá para una población que tiene la ventaja de ser muy joven (una media de edad en torno a los 19 años), pero afectada por desnutrición y tuberculosis y VIH en mayor medida que el resto del mundo.
Actualmente, la República Centroafricana tiene 11 casos confirmados de Covid-19. El “paciente cero” fue registrado el 14 de marzo: un hombre italiano de 74 años que volvía a Bangui, donde reside, desde Milán, capital de la región italiana más azotada por el contagio. Y el espectro de la epidemia se alarga sobre una nación ya extenuada: la guerra civil sigue en curso desde 2012 (el último acuerdo de paz se remonta a febrero de 2019, pero aún no se respeta plenamente); los desplazados son más de un millón en una población de cinco millones; y la mortalidad y la desnutrición infantiles son de las más elevadas del mundo. De cada 1.000 niños nacidos, 121,5 mueren antes de cumplir los cinco años, y en la misma franja de edad, la desnutrición crónica (poca talla) llega a casi el 40%.
“Nos estamos preparando desde el punto de vista informativo y de vigilancia”, cuenta la doctora Donata Galloni desde Bangui, la capital. “En los aeropuertos, con el apoyo de la OMS, Unicef y la Cruz Roja, se aplican todos los protocolos. En Bangui, además, hay un Instituto Pasteur, justo aquí al lado, en el Hospital Universitario Pediátrico donde trabajamos con Cuamm, que ha recibido de la OMS algunos tests para el diagnóstico. Pero en el país no hay unidades de cuidados intensivos, y tenemos que buscar un lugar en el que instalar por lo menos las salas de cuarentena; al decirlo parece fácil, pero en la práctica es muy difícil”.

Papa Francisco en la Audiencia, 25-3-2020: «La defensa de la vida compromete a todos los cristianos. El Evangelio de la vida está en el corazón del mensaje de Jesús»


 «Pienso con gratitud en el testimonio silencioso de tantas personas que, de diferentes maneras, se están entregando a servir a los enfermos, a los ancianos, a los que están solos y a los más indigentes. Ponen en práctica el Evangelio de la vida, como María que, tras aceptar el anuncio del ángel, fue a ayudar a su prima Isabel que lo necesitaba. En efecto, la vida que estamos llamados a promover y defender no es un concepto abstracto, sino que se manifiesta siempre en una persona de carne y hueso: un niño recién concebido, un pobre marginado, un enfermo solo y desanimado o en estado terminal, alguien que ha perdido el trabajo o no puede encontrarlo, un emigrante rechazado o marginado. La vida se manifiesta en concreto, en las personas»

Papa Francisco en homilía en Santa Marta, 25-4-2020: «La fe debe ser transmitida, debe ser ofrecida, especialmente con el testimonio y siempre está el Señor con nosotros»





* «Si tienes fe debes necesariamente salir de ti, debes salir de ti, y mostrar socialmente la fe. La fe social es para todos: «Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. Y esto no significa hacer proselitismo, como si yo estuviera en un equipo de fútbol o fuese una sociedad de beneficiencia. No, la fe es «nada de proselitismo». Es hacer ver la revelación, para que el Espíritu Santo pueda actuar en la gente con el testimonio, y como un testigo con el servicio. El servicio es un modo de vivir: si digo que soy cristiano y vivo como un pagano, ¡no va! Esto no convence a nadie. Si digo que soy cristiano y vivo como tal, eso atrae. Es el testimonio»

viernes, 24 de abril de 2020

ES.


Es la lima limonera.
No te preocupes que te quieran
que ya te quiere Dios.

Es la fresa y el fresón.
Si quieres agüita fresca
ve a la fuente del corazón.

Es la flor de la canela.
Dicen que desespera.
A ti te espera un yo.

Es el plátano amarillo.
Si canta esta noche el grillo
le copio su canción.

Alpargatas y zapatos
pobres y ricos son.
Eso lo rechaza Dios.

No acumules en la vida
que todos la dejamos,
queramos o no queramos,
como madre nos parió.

José Rodríguez Díaz
MENSAJE DEL ARCIPRESTAZGO DE CIUDAD ALTA. IGLESIA DIOCESANA DE CANARIAS

El Consejo de Pastoral del Arciprestazgo de Ciudad Alta con sus párrocos nos dirigimos a los feligreses y vecinos pertenecientes a las parroquias de este arciprestazgo para expresarles nuestra cercanía a todos ustedes en estos días de confinamiento por la pandemia. Ésta nos está afectando mucho, con la incertidumbre, la muerte de seres queridos, graves consecuencias económicas, laborales y todavía no sabemos lo que sucederá cuando se produzca la tan deseada “vuelta a la normalidad”.
El amor verdadero es presencia en el mundo de Cristo Resucitado, cuya Pascua estamos celebrando. A todos nos ha sorprendido la ola inmensa de solidaridad que se ha desplegado en nuestros barrios y en tantos rincones de toda la geografía canaria, española y en otros lugares del mundo. En el fondo, la vida humana es llamada a un amor inmenso: es el mejor “virus” contra el egoísmo. Los cristianos, ahora más que nunca, podemos acentuar la dimensión de caridad política de nuestra fe, como servicio al bien común.
Compartimos con ustedes la preocupación por la gente que lo está pasando mal, tantas personas que viven en el silencio de sus casas sus necesidades y pobrezas. Algunos han acudido o acudirán a nuestras Cáritas parroquiales. No los olvidamos. Intentaremos ayudar en lo que podamos. Remitamos, obviamente,  a los servicios sociales y organismos oficiales para más información sobre sus derechos a prestaciones sociales concretas.  
El coronavirus nos trae un cuestionamiento sobre el modelo de vida que llevábamos y la necesidad de una “readaptación” a las nuevas condiciones de la convivencia, el trabajo, las diversiones, e incluso también los modos de celebrar la fe mediante los sacramentos. El día de mañana -habrá muchos “mañanas”- tenemos muchas cosas nuevas que hacer. Queremos realizarlas codo a codo con ustedes. Para todo ello es necesario pensar, reflexionar, conversar y rezar.
Por último, nos permitimos unas sencillas sugerencias: cuiden especialmente a los niños, los jóvenes y los abuelos; cuiden el afecto entre los esposos y los miembros de la pareja; aumenten las dosis de paciencia y del buen humor; cultiven la conversación familiar; recen en familia si son creyentes. Un fuerte abrazo de hermandad. ¡Dios y la Virgen les bendigan a todos!
El Consejo Arciprestal de Ciudad Alta con sus párrocos. En Las Palmas de Gran Canaria, a 24 de abril de 2020.
PARROQUIAS: ESPÍRITU SANTO, SAN ANTONIO  MARÍA CLARET, NTRA. SRA. DE LOS DOLORES,  SAN MARCOS Y SANTA ISABEL DE HUNGRÍA.

jueves, 23 de abril de 2020



RITMO

Arriba y abajo,
allá y acá,
subo a la cumbre
me baño en el mar.
Arriba la esperanza
que la hay que levantar,
sombrerito nuevo
para echarse a caminar.
Ventana y puerta,
puerta y balcón.
Si tu me dices sí,
yo te digo no.
La casa vacía:
solo Dios y yo.
La vela encendida
que enciende emoción.
Con la mano que te doy
también va el corazón,
no es cuestión de sabios
es cuestión de amor.
El amor no tiene tiempo,
eso es cosa del reloj.
Arriba y abajo,
vísteme de nuevo,
que la ropa que me diste
ya se me rompió
y no quiero faltar, por nada,
al banquete del Señor.

miércoles, 22 de abril de 2020

ACABAR EL CESTO.


Con su sabia y ágil mano
el mimbre trenza el cestero
consiguiendo con esmero,
lo que ya su mente trenzo.

Canta agradecida canción
mientras sus manos no paran,
ritmo y rima se disparan
con el trabajo y la emoción.

Y cuando llega el momento
de ser culminada su obra,
alegría y gozo le sobra
proclamando su contento.

Vivir es trabajo incierto:
hay que saber qué se quiere.
Y, aunque el empeño no muere,
todos no acaban su cesto.

José Rodríguez Díaz.

martes, 21 de abril de 2020

PALOMA HERIDA


Me duele tu vida
cuando con mirada imprecisa,
manos huidizas,
venciendo prejuicios
hasta mi te acercas
buscando palabras
sin  saber que contar.

Me duele
la vergüenza,
la humillación sufrida
cuando por fin te atreves,
con palabras mordidas
y sonrisa nerviosa,
a pedir tu pan.

Te miro a los ojos
y me duele la vida.
Si, me duele la vida
cuando pides ayuda
venciendo prejuicios
por los resquicios del corazón.

¡¡ A la puñeta el qué dirán !!

Paloma herida, mi pobre paloma herida,
que buscas salida
para mitigar la angustia
que anida en tu hogar.

José Rodríguez  Díaz

lunes, 20 de abril de 2020

RASTREANDO.




Primero su corazón
con ritmo acompasado,
más tarde fue el suspiro
y al fin percibí su voz.

La palabra presente
en amoroso arrorró,
la ternura en sus manos
y olor de su pecho en flor.

Hubo ritmo en abrazos,
caricias y miradas,
cadencias y palabras
destiladas en amor.

Semilla germinada
que a la vida trasplantó.
Es mi árbol y es su fruto,
 es su ritmo y mi canción.

José Rofríguez Díaz

domingo, 19 de abril de 2020

PARA EL CAMINANTE

Caminante, por andar
caminos que van a ninguna parte,
te va a sobrar el cantar
y de la rima el arte
que suele dar la vida a quien reparte.

Caminante, por negar
el agua que alguna vez se comparte,
vas a tener que llorar
por no amar y entregarte
haciendo del egoísmo tu baluarte.

Caminante, al caminar
hay que llevar como único estandarte
la brisa suave del mar,
bordón para apoyarte
y olvidar para siempre el talabarte.

José Rodríguez Díaz

sábado, 18 de abril de 2020

LAS COSAS.
En la soledad de la noche,
cuando todo es calma y latido,
miro mis cosas, me despido
de todas ellas sin reproche.

para volver, al día siguiente,
a sentirlas tan solidarias
como las aguas  que de fuentes
nacen cantarinas y diarias.

Mis cosas, razones y mundo,
todo lo pongo en mi balanza.
Y cuando el día la paz alcanza
todo concluye en un segundo.

es como un ensayo general
de la despedida que espero.
Es adelantar el venero
que manso me lleva hacia el final.


José Rodríguez Díaz.

* «Por la participación en la muerte y resurrección de Cristo hemos recibido al Espíritu Santo, que ha restablecido nuestra comunión con Dios y nos ha recreado. Se cumplen así las palabras de Juan Bautista: «Yo os bautizo con agua … Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego». Es evidente que la acción de Jesús exhalando su aliento sobre sus discípulos para comunicarles al Espíritu Santo quiere evocar el relato de la creación del hombre, cuando Dios «modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida»”


Domingo II de Pascua – Ciclo A:
Hechos 2 , 42-47 / Salmo 117 / 1 Pedro 1, 3-9 / Joan 20, 19-31
La Iglesia antigua vivía esta semana muy intensamente. Era una semana toda ella festiva durante la cual se cerraban los 
tribunales y se prohibían los intercambios comerciales. La comunidad cristiana acudía diariamente a una liturgia solemnísima en la que el obispo instruía a los neófitos recién bautizados con las llamadas catequesis mistagógicas, en las que les explicaba el simbolismo de los ritos que habían vivido, les mostraba mediante figuras bíblicas el sentido de los sacramentos recibidos y les exhortaba a mantenerse fieles a la fe que habían profesado. Los neófitos acudían a estas celebraciones llevando todavía las albas y los cirios que habían recibido en la Vigilia Pascual y por ello esta semana era conocida como semana in albis.
El evangelio de hoy nos recuerda que por la participación en la muerte y resurrección de Cristo hemos recibido al Espíritu Santo, que ha restablecido nuestra comunión con Dios y nos ha recreado. Se cumplen así las palabras de Juan Bautista: «Yo os bautizo con agua … Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego». Es evidente que la acción de Jesús exhalando su aliento sobre sus discípulos para comunicarles al Espíritu Santo quiere evocar el relato de la creación del hombre, cuando Dios «modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida». Por el bautismo hemos recibido al Espíritu Santo que perdimos como consecuencia del pecado y nos hemos convertido en hombres y mujeres nuevos: hijos de Dios, miembros del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, y templos vivos del Espíritu Santo.
Como dice Jesús, el Espíritu Santo es el Espíritu de reconciliación: «Recibid al Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos». La primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles, nos muestra cómo en la comunidad cristiana nacida de la fe y del bautismo, surge una nueva humanidad reconciliada que vive en el amor a Dios y al prójimo: «vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían posesiones y bienes, y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas y comían juntos, alabando a Dios con alegría y de todo corazón».
Durante la Cuaresma y con la fuerza del sacramento de la penitencia hemos luchado contra el “hombre viejo” que todavía habita en nosotros, en el Triduo Pascual hemos participado en la muerte y resurrección de Jesucristo, y ahora, como hombres y mujeres nuevos, nos abrimos al fruto del sacrificio de Cristo, al don del Espíritu Santo que nos capacita para vivir en paz y en comunión con Dios y con los hombres. El mundo necesita esta paz que sólo Dios puede dar.
José María Prats
NOTA DE LA VICARÍA GENERAL DE LA DIÓCESIS DE CANARIAS
Las primeras comuniones se posponen de forma excepcional en toda la Diócesis de Canarias hasta los meses de octubre y noviembre 2020.
Igualmente las celebraciones del resto de los sacramentos se posponen hasta que sea posible la normal presencia de los fieles en los templos.

Papa Francisco: «Un plan para resucitar»(ante la crisis mundial Covid-19)




El Papa Francisco ha presentado “un plan para resucitar” al mundo ante la crisis mundial generada por la expansión del coronavirus.
Así se titula el artículo escrito por el Santo Padre para la revista española Vida Nueva en el que ofrece su hoja de ruta para reconstruir el planeta y conformar “la civilización del amor” frente a “la pandemia de la exclusión y la indiferencia”.
“Invitar a la alegría pudiera parecer una provocación, e incluso, una broma de mal gusto ante las graves consecuencias que estamos sufriendo por el COVID-19. No son pocos los que podrían pensarlo, al igual que los discípulos de Emaús, como un gesto de ignorancia o de irresponsabilidad (cfr. Lc 24, 17-19)”, señala el Papa en el documento.
El Pontífice toma como referencia a las mujeres que vieron el sepulcro vacío para hablar de la “unción de la vida” que supuso la Resurrección de Señor: “Esta es la fuente de nuestra alegría y esperanza, que transforma nuestro accionar: nuestras unciones, entregas… nuestro velar y acompañar en todas las formas posibles en este tiempo, no son ni serán en vano; no son entregas para la muerte”, aclara.
Además, Francisco plantea: “¿Estaremos dispuestos a cambiar los estilos de vida que sumergen a tantos en la pobreza, promoviendo y animándonos a llevar una vida más austera y humana que posibilite un reparto equitativo de los recursos? ¿Adoptaremos como comunidad internacional las medidas necesarias para frenar la devastación del medio ambiente o seguiremos negando la evidencia?”.
“La globalización de la indiferencia seguirá amenazando y tentando nuestro caminar… Ojalá nos encuentre con los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad. No tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor, que es ‘una civilización de la esperanza’”, agrega.
A continuación sigue el texto íntegro de la meditación escrita por el Santo Padre publicada por Vida Nueva en su edición del 17 de abril de 2020.
***
Artículo del Santo Padre
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: ‘Alégrense’” (Mt 28, 9). Es la primera palabra del Resucitado después de que María Magdalena y la otra María descubrieran el sepulcro vacío y se toparan con el ángel. El Señor sale a su encuentro para transformar su duelo en alegría y consolarlas en medio de la aflicción (cfr. Jr 31, 13). Es el Resucitado que quiere resucitar a una vida nueva a las mujeres y, con ellas, a la humanidad entera. Quiere hacernos empezar ya a participar de la condición de resucitados que nos espera.
Invitar a la alegría pudiera parecer una provocación, e incluso, una broma de mal gusto ante las graves consecuencias que estamos sufriendo por el COVID-19. No son pocos los que podrían pensarlo, al igual que los discípulos de Emaús, como un gesto de ignorancia o de irresponsabilidad (cfr. Lc 24, 17-19). Como las primeras discípulas que iban al sepulcro, vivimos rodeados por una atmósfera de dolor e incertidumbre que nos hace preguntarnos: “¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro?” (Mc 16, 3). ¿Cómo haremos para llevar adelante esta situación que nos sobrepasó completamente? El impacto de todo lo que sucede, las graves consecuencias que ya se reportan y vislumbran, el dolor y el luto por nuestros seres queridos nos desorientan, acongojan y paralizan. Es la pesantez de la piedra del sepulcro que se impone ante el futuro y que amenaza, con su realismo, sepultar toda esperanza. Es la pesantez de la angustia de personas vulnerables y ancianas que atraviesan la cuarentena en la más absoluta soledad, es la pesantez de las familias que no saben ya como arrimar un plato de comida a sus mesas, es la pesantez del personal sanitario y servidores públicos al sentirse exhaustos y desbordados… esa pesantez que parece tener la última palabra.
Sin embargo, resulta conmovedor destacar la actitud de las mujeres del Evangelio. Frente a las dudas, el sufrimiento, la perplejidad ante la situación e incluso el miedo a la persecución y a todo lo que les podría pasar, fueron capaces de ponerse en movimiento y no dejarse paralizar por lo que estaba aconteciendo. Por amor al Maestro, y con ese típico, insustituible y bendito genio femenino, fueron capaces de asumir la vida como venía, sortear astutamente los obstáculos para estar cerca de su Señor. A diferencia de muchos de los Apóstoles que huyeron presos del miedo y la inseguridad, que negaron al Señor y escaparon (cfr. Jn 18, 25-27), ellas, sin evadirse ni ignorar lo que sucedía, sin huir ni escapar…, supieron simplemente estar y acompañar.
Como las primeras discípulas, que, en medio de la oscuridad y el desconsuelo, cargaron sus bolsas con perfumes y se pusieron en camino para ungir al Maestro sepultado (cfr. Mc 16, 1), nosotros pudimos, en este tiempo, ver a muchos que buscaron aportar la unción de la corresponsabilidad para cuidar y no poner en riesgo la vida de los demás. A diferencia de los que huyeron con la ilusión de salvarse a sí mismos, fuimos testigos de cómo vecinos y familiares se pusieron en marcha con esfuerzo y sacrificio para permanecer en sus casas y así frenar la difusión. Pudimos descubrir cómo muchas personas que ya vivían y tenían que sufrir la pandemia de la exclusión y la indiferencia siguieron esforzándose, acompañándose y sosteniéndose para que esta situación sea (o bien, fuese) menos dolorosa. Vimos la unción derramada por médicos, enfermeros y enfermeras, reponedores de góndolas, limpiadores, cuidadores, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas, abuelos y educadores y tantos otros que se animaron a entregar todo lo que poseían para aportar un poco de cura, de calma y alma a la situación. Y aunque la pregunta seguía siendo la misma: “¿Quién nos correrá la piedra del sepulcro?” (Mc 16, 3), todos ellos no dejaron de hacer lo que sentían que podían y tenían que dar.
Y fue precisamente ahí, en medio de sus ocupaciones y preocupaciones, donde las discípulas fueron sorprendidas por un anuncio desbordante: “No está aquí, ha resucitado”. Su unción no era una unción para la muerte, sino para la vida. Su velar y acompañar al Señor, incluso en la muerte y en la mayor desesperanza, no era vana, sino que les permitió ser ungidas por la Resurrección: no estaban solas, Él estaba vivo y las precedía en su caminar. Solo una noticia desbordante era capaz de romper el círculo que les impedía ver que la piedra ya había sido corrida, y el perfume derramado tenía mayor capacidad de expansión que aquello que las amenazaba. Esta es la fuente de nuestra alegría y esperanza, que transforma nuestro accionar: nuestras unciones, entregas… nuestro velar y acompañar en todas las formas posibles en este tiempo, no son ni serán en vano; no son entregas para la muerte.
Cada vez que tomamos parte de la Pasión del Señor, que acompañamos la pasión de nuestros hermanos, viviendo inclusive la propia pasión, nuestros oídos escucharán la novedad de la Resurrección: no estamos solos, el Señor nos precede en nuestro caminar removiendo las piedras que nos paralizan. Esta buena noticia hizo que esas mujeres volvieran sobre sus pasos a buscar a los Apóstoles y a los discípulos que permanecían escondidos para contarles: “La vida arrancada, destruida, aniquilada en la cruz ha despertado y vuelve a latir de nuevo” (1) . Esta es nuestra esperanza, la que no nos podrá ser robada, silenciada o contaminada. Toda la vida de servicio y amor que ustedes han entregado en este tiempo volverá a latir de nuevo. Basta con abrir una rendija para que la Unción que el Señor nos quiere regalar se expanda con una fuerza imparable y nos permita contemplar la realidad doliente con una mirada renovadora.
Y, como a las mujeres del Evangelio, también a nosotros se nos invita una y otra vez a volver sobre nuestros pasos y dejarnos transformar por este anuncio: el Señor, con su novedad, puede siempre renovar nuestra vida y la de nuestra comunidad (cfr. Evangelii gaudium, 11). En esta tierra desolada, el Señor se empeña en regenerar la belleza y hacer renacer la esperanza: “Mirad que realizo algo nuevo, ya está brotando, ¿no lo notan?” (Is 43, 18b). Dios jamás abandona a su pueblo, está siempre junto a él, especialmente cuando el dolor se hace más presente.
Si algo hemos podido aprender en todo este tiempo, es que nadie se salva solo. Las fronteras caen, los muros se derrumban y todo los discursos integristas se disuelven ante una presencia casi imperceptible que manifiesta la fragilidad de la que estamos hechos. La Pascua nos convoca e invita a hacer memoria de esa otra presencia discreta y respetuosa, generosa y reconciliadora capaz de no romper la caña quebrada ni apagar la mecha que arde débilmente (cfr. Is 42, 2-3) para hacer latir la vida nueva que nos quiere regalar a todos. Es el soplo del Espíritu que abre horizontes, despierta la creatividad y nos renueva en fraternidad para decir presente (o bien, aquí estoy) ante la enorme e impostergable tarea que nos espera. Urge discernir y encontrar el pulso del Espíritu para impulsar junto a otros las dinámicas que puedan testimoniar y canalizar la vida nueva que el Señor quiere generar en este momento concreto de la historia. Este es el tiempo favorable del Señor, que nos pide no conformarnos ni contentarnos y menos justificarnos con lógicas sustitutivas o paliativas que impiden asumir el impacto y las graves consecuencias de lo que estamos viviendo. Este es el tiempo propicio de animarnos a una nueva imaginación de lo posible con el realismo que solo el Evangelio nos puede proporcionar. El Espíritu, que no se deja encerrar ni instrumentalizar con esquemas, modalidades o estructuras fijas o caducas, nos propone sumarnos a su movimiento capaz de “hacer nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5).
En este tiempo nos hemos dado cuenta de la importancia de “unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral” (2). Cada acción individual no es una acción aislada, para bien o para mal, tiene consecuencias para los demás, porque todo está conectado en nuestra Casa común; y si las autoridades sanitarias ordenan el confinamiento en los hogares, es el pueblo quien lo hace posible, consciente de su corresponsabilidad para frenar la pandemia. “Una emergencia como la del COVID-19 es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad” (3). Lección que romperá todo el fatalismo en el que nos habíamos inmerso y permitirá volver a sentirnos artífices y protagonistas de una historia común y, así, responder mancomunadamente a tantos males que aquejan a millones de hermanos alrededor del mundo. No podemos permitirnos escribir la historia presente y futura de espaldas al sufrimiento de tantos. Es el Señor quien nos volverá a preguntar “¿dónde está tu hermano?” (Gn, 4, 9) y, en nuestra capacidad de respuesta, ojalá se revele el alma de nuestros pueblos, ese reservorio de esperanza, fe y caridad en la que fuimos engendrados y que, por tanto tiempo, hemos anestesiado o silenciado.
Si actuamos como un solo pueblo, incluso ante las otras epidemias que nos acechan, podemos lograr un impacto real. ¿Seremos capaces de actuar responsablemente frente al hambre que padecen tantos, sabiendo que hay alimentos para todos? ¿Seguiremos mirando para otro lado con un silencio cómplice ante esas guerras alimentadas por deseos de dominio y de poder? ¿Estaremos dispuestos a cambiar los estilos de vida que sumergen a tantos en la pobreza, promoviendo y animándonos a llevar una vida más austera y humana que posibilite un reparto equitativo de los recursos? ¿Adoptaremos como comunidad internacional las medidas necesarias para frenar la devastación del medio ambiente o seguiremos negando la evidencia? La globalización de la indiferencia seguirá amenazando y tentando nuestro caminar… Ojalá nos encuentre con los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad. No tengamos miedo a vivir la alternativa de la civilización del amor, que es “una civilización de la esperanza: contra la angustia y el miedo, la tristeza y el desaliento, la pasividad y el cansancio. La civilización del amor se construye cotidianamente, ininterrumpidamente. Supone el esfuerzo comprometido de todos. Supone, por eso, una comprometida comunidad de hermanos” (4).
En este tiempo de tribulación y luto, es mi deseo que, allí donde estés, puedas hacer la experiencia de Jesús, que sale a tu encuentro, te saluda y te dice: “Alégrate” (Mt 28, 9). Y que sea ese saludo el que nos movilice a convocar y amplificar la buena nueva del Reino de Dios.
Fuente Zenit

Detrás de la pandemia Covid-19: Hambre, guerras, dengue, sarampión…y ¡Esclavitud Infantil!



El próximo 16 de Abril no debemos callar la voz de los niños esclavos. 400 millones de niños sobreviven en medio de pandemias, de hambre y de guerras. Detrás de los horrores de esta pandemia también estaban estas otras lacras antes de enero de 2020.




 

El hambre que azota a la mayoría de la humanidad (80%) se verá seguramente agravada por el aumento de la deuda de los países empobrecidos, por el desastre de la economía formal e informal. La economía de «guerra» la pagarán los más empobrecidos de la tierra con sus vidas. Aumentará la esclavitud moderna y la esclavitud de toda la vida, los reclamos de una economía salvaje. ¿Donde se pondrá el límite a esta situación?
Como decimos en nuestro comunicado contra la esclavitud infantil, más allá de los muros y las fronteras, las visibles y las invisibles, tenemos una responsabilidad: los niños esclavos. No lo olvidemos en este 16 de abril.  Ellos no son sólo “los residuos” que hay que reciclar con asistencialismo. Ellos son el auténtico rostro de nuestra economía global neocapitalista. Mientras existan, nadie puede decir que es libre. Y mucho menos, fraterno.
El Papa en la celebración de la Pascua, mirando más allá del fin de la emergencia sanitaria denunciaba las situaciones de miseria y guerra que vive el mundo también durante la pandemia. El Papa no quiso olvidar la situación de guerras, de la venta de armas, de la situación de miseria y pobreza en el que la mayoría de la humanidad tendrá que combatir el Covid-19, el sarampión, el dengue… y la esclavitud en cualquiera de sus formas. Una mirada solidaria para el futuro que nos viene, es más necesaria que nunca.
No podemos olvidar tampoco el crecimiento de otras epidemias debidas a la miseria: como el dengue o el sarampión.
Como ejemplo, en un país como Argentina donde la mayoría de la población cumple con la cuarentena preventiva y obligatoria para controlar la pandemia de covid-19, los casos de dengue no paran de crecer a nivel nacional, con la ciudad de Buenos Aires como centro del brote.
Según el último boletín epidemiológico del Ministerio de Salud de Argentina, hasta el 25 de marzo fueron notificados 26.351 casos sospechosos en todo el país, de los cuales se confirmaron 6.169. Siete personas fallecieron a causa de la enfermedad. En la Ciudad de Buenos Aires, en lo que va de 2020 se confirmaron 3.173 casos.
O enfermedades como el sarampión en Méjico o en África…
En Méjico, la velocidad a la que se propaga esta enfermedad, que es mucho más alta que otras, como la Covid-19, fue uno de los problemas que ayudó agravar la situación, alerta el infectólogo Alejandro Macías. “Mientras una persona que tiene Covid-19 contagia en promedio a dos o tres personas, una infectada con sarampión contagia al menos a 10, por eso la tasa de vacunación tiene que ser muy alta, para que el sarampión esté bajo control», dice quien fue responsable del comisionado nacional para el brote de influenza H1N1, que castigó a México en 2009.
En África. Según el último informe entregado por la Organización Mundial de la Salud, existen 10 mil contagiados por el nuevo Coronavirus en África. El problema es que no es el único virus con el que sus habitantes deben convivir.

Vivamos esta situación de muerte y dificultad grave en los países enriquecidos, en clave solidaria. Colabora con nosotros en la campaña solidaria contra la Esclavitud Infantil en el mundo, contra las causas que aplastan a los pequeños.

Revista Autogestion

Papa Francisco en homilía en Santa Marta, 18-4-2020: «La franqueza es un don del Espíritu Santo y el cristiano es valiente si dice toda la verdad al proclamar la Palabra»

* «No se puede ser cristiano sin esta franqueza: si no está, no eres un buen cristiano. Si no tienes el coraje, si para explicar tu posición resbalas en ideologías o explicaciones casuísticas, te falta esa franqueza, te falta ese estilo cristiano, la libertad de hablar, de decirlo todo. El coraje»