sábado, 26 de marzo de 2016

SÁBADO SANTO



 Pasarán dos lunas
hasta que llegue el alba
con luz nueva, luz de esperanza.

Quedó dormida la novia en el huerto
esperando la hora de su regreso
su corazón herido sigue despierto.

 Del largo viaje
regresará el esposo
con plenitud de vida en su hermoso rostro.

En sus manos marcadas
abundaran las flores
con las que  trenzará  guirnaldas
y le cantará amores

    Túnica blanca será su  ropa
túnica blanca para su joven esposa.

jueves, 24 de marzo de 2016

JUEVES SANTO

HAGAN LO MISMO


 CAMINA, PUEBLO DE DIOS

HE OÍDO EL CLAMOR DE MI PUEBLO




LOS LLEVARÉ A LA TIERRA PROMETIDA 

VENGAN, BENDITOS DE MI PADRE 


No me mueve mis Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido
Ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte...

  Que me mueva mi Dios el dolor de tanta gente, el  olvido, la guerra y la muerte,
de tantos hermanos oprimidos, que buscan cobijo,  un techo que les ampare, pan para su hambre y ropa para cubrir sus cuerpos ateridos.

Muevame en fin tu amor y de tal manera,
que en este Jueves Santo 
la entrega no sea palabra  de un instante, sino  verdad  que  comprometa la vida y que vuele mas allá de cualquier frontera.
 Que empiece a compartir el pan de mis días
 sin guardarme nada en la faltriquera.



Papa Francisco

 «La Semana Santa muestra que el amor de Dios no tiene límites»
  * «Dejémonos envolver por esta misericordia que nos viene al encuentro; y en estos días, mientras tengamos fija la mirada en la pasión y la muerte del Señor, acojamos en nuestro corazón la grandeza de su amor y, como la Virgen el Sábado, en silencio, en la espera de la Resurrección»



El Papa ora en la audiencia por las víctimas de los atentados en Bruselas y pide que «todos condenen estos crueles actos abominables»

 «A todos les pido que perseveren en la oración y en pedir al Señor que en esta Semana Santa consuele los corazones afligidos y convierta los corazones de esas personas cegadas por un fundamentalismo cruel»



Papa Francisco en la homilía del Domingo de Ramos: «Del mismo modo que entró en Jerusalén, Jesús desea también entrar en nuestras ciudades y en nuestras vidas»

  «Así como lo ha hecho en el Evangelio, cabalgando sobre un simple pollino, viene a nosotros humildemente, pero viene «en el nombre del Señor»: con el poder de su amor divino perdona nuestros pecados y nos reconcilia con el Padre y con nosotros mismos. Sólo Jesús nos salva de los lazos del pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza»

 

miércoles, 23 de marzo de 2016

VIACRUCIS CON LAS OBRAS DE MISERICORDIA

De las estaciones primera a la séptima meditamos el viacrucis con las Obras de Misericordia Corporales. De la octava a la decimocuarta con las Obras de Misericordia Espirituales
Obras de misericordia corporales

 
1ªEstación: Jesús entregado a muerte (Visitar a los enfermos)
En una clínica se encontraba ingresado un enfermo al cual nadie visitaba excepto un
sacerdote. Un día, ante la tristeza del paciente, el religioso le dijo: mira siempre a esta silla vacía.
Piensa que, cuando yo me voy, Cristo está sentado junto a ti, escuchándote, mirándote,
cuidándote y animándote. Y piensa también, que cuando duermes, Él vela tus sueños. A los
pocos días cuando el sacerdote regresó de nuevo para verlo le informaron que había fallecido. Al
preguntar cómo había sido, las enfermeras le contestaron: murió por la noche pero, cuando lo
descubrimos por la mañana, nos llamó mucho la atención que estaba sonriendo y fuertemente
abrazado a la silla.
Cuántas veces, sin saberlo, podemos ocupar muchos espacios vacíos. Espacios que nadie
llena y que, Cristo, reclama. Tengamos un recuerdo especial por los enfermos.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


2ªEstación: El Señor con la cruz a cuestas (Dar de comer al hambriento)
En una localidad existía un crucificado que levantaba mucha devoción. Eran constantes las
peregrinaciones hasta ese lugar pero, no menos cierto era, que también había mucha pobreza y
miseria en algunos barrios.
Como todas las tardes, un piadoso cofrade pero a la vez bastante tacaño, se acercó hasta
el crucificado con intención de adorarlo, besarlo y echar su limosna. Cuál fue su sorpresa cuando
al acercarse e ir a besarlo sólo se encontró con un papel que rezaba: “estoy ahí afuera”.
Dar de comer al hambriento denota la grandeza y la sinceridad de la fe. Amar a Dios y no
amar a los demás es tener una fe incompleta. Recemos por los hambrientos y necesitados.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


3ªEstación: Jesús cae por primera vez (Dar de beber al sediento)
Dar un vaso de agua resulta fácil pero regalar el “vaso de nuestra persona” a veces resulta
costoso y sobre todo sacrificado.
Golpeaba y llamaba a hora y a deshora una anciana en la puerta de su vecino. El resto de
los habitantes se quedaban un tanto extrañados por la insistente y constancia de sus visitas. Uno
de ellos se acercó hasta la longeva persona y le preguntó: ¿Tiene usted necesidad de algo? ¡No!
–respondió la anciana- Y ¿entonces por qué llama tantas veces y tantos días a la puerta de al
lado? Llamo –continúo la anciana- porque tengo sed de cariño, sed de compañía, sed de
atención, sed de amor, sed de sentirme querida. Todo eso, y mucho más, me lo dan aquellos que
viven dentro.
El agua no solamente se sirve en vaso, también con el corazón y desde las palmas
abiertas de nuestras manos. Rezamos por los sedientos de tantas cosas. Seamos nosotros vaso.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


4ªEstación: Jesús se encuentra con su Madre (Dar posada al peregrino) 

Un constructor sentía con gran pena la jubilación de uno de sus mejores y más humildes obreros. Antes de retirarse le dijo: construye una última casa pero hazlo con detalle, sobre todo confortable y cómoda. El obrero, agradecido por la encomienda, dispuso el mejor solar, la madera del mejor nogal, el suelo con el mejor material y los muebles de la superior calidad. Por si fuera poco, además, la orientó hacia el Este para que por la mañana saludase el sol y rodeada de un inmenso jardín. Cuál fue su sorpresa cuando, al finalizar la obra, el patrón le llamó y le dijo: aquí tienes las llaves. Es el premio a tu virtud. El peregrino no es aquel que camina hacia un lugar determinado. Peregrino es el que busca y no encuentra y, también, el que de repente se encuentra con un premio inmerecido: la generosidad que viene de Dios. Como María siempre fue hogar, que también lo seamos para los demás. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

 5ªEstación: El Señor ayudado por un cirineo (Vestir al desnudo) 
A Teresa de Calcuta, cuando se encontraba curando las llagas de enfermos severos o recogiendo por las calles de Calcuta a pobres de solemnidad le dijeron: “Yo no haría eso por todo el oro del mundo”. Ella, al punto, contestó: “Yo tampoco lo haría; sólo viendo a Dios en la desnudez de estas criaturas veo la belleza de todos ellos más allá del estupor que me producen sus llagas”. Cuando colocamos a Dios en el centro de todas nuestras acciones somos capaces de llevar a cabo los más altos y nobles ideales. Cuando, por el contrario lo dejamos de lado, una pequeña cordillera nos parece una cumbre imposible de escalar. Con el cirineo seamos sensibles a vestir dignamente al desnudo de su fama, de su vestido o de su dignidad. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

 6ªEstación: La Verónica enjuga el rostro a Jesús (Visitar a los presos)
 Disertaba un gran predicador sobre la necesidad de hacerse presente en el mundo de los presos. Un feligrés, acomodado y sin excesiva sensibilidad social, le espetó: es imposible llevar a cabo esa obra de misericordia. No hay cárceles a nuestro alcance. Todas quedan muy lejos. El sacerdote, sonriéndose, siguió el sermón: presos de la tristeza (depresión), enclaustrados en la seducción (bebida y la droga), asfixiados por la amoralidad (no distinguen el bien del mal), aprisionados en la angustia (falta de medios económicos y humanos), dominados por las ideologías (los que defienden su verdad y no la verdad). ¿Sigo? –contestó el predicador- Ya veis, hermanos, que hay muchos presos a nuestro alrededor. El mundo, aunque nos parezca lo contrario, es una inmensa cárcel. Lo peor es que creemos ser totalmente libres. Hay muchos presos, y muy cerca de nosotros, a los que visitar. Como la Verónica también podemos aliviar la esclavitud de los “cristos” encerrados en sí mismos. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.
 7ªEstación: Jesús cae en tierra por segunda vez (Enterrar muertos)
 No esperes a enterrar a la gente para decirle lo mucho que les querías”. El camposanto, entre otras cosas, es el lugar de las semillas de eternidad; de aquella siembra que en forma de padre, madre, hijo, esposo, sacerdote, religioso, vecino o anónimo depositamos para que Dios, cuando quiera, les haga volver a la vida. Hay algunas plazas en España, y también en otras ciudades del mundo, en las que se elevan monumentos a mascotas o animales de compañía. En una de ellas, dedicada a un perro reza así al pie de su escultura: a la mejor y más fiel compañía. Qué triste es que, mientras alzamos monumentos a las mascotas, vayamos desparramando como si nada fueran las cenizas de nuestros seres queridos. ¿Acaso no nos damos cuenta que, al hacerlo, no dejamos un lugar reservado para su memoria? ¿Enterrar a los muertos? ¡Por supuesto! Como Cristo fue depositado en una gruta no estrenada todavía. Nuestros difuntos no pueden caer en el suelo del olvido. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.
Obras de misericordia espirituales


 8ªEstación: Jesús habla a las Hijas de Jerusalén (Enseñar al que no sabe)
 En un pueblo ejercía un profesor que tenía el carisma de entretenerse con los alumnos menos aventajados. Un buen día, un grupo de padres, protestó ante los superiores con la excusa de que, el citado profesor, no era diligente con el resto de estudiantes. Alertado el inspector de zona por la denuncia se acercó hasta el aula del pedagogo y, situándose detrás de la puerta, escuchó las siguientes frases: hoy comenzamos de nuevo esta lección sobre la naturaleza; como siempre, al final de esta clase, os quedaréis Juan, María y Alberto para aclarar dudas. Y así fue; al finalizar el horario –el profesor- dilataba una hora más su enseñanza con los que más apoyo necesitaban. Saliendo al exterior dijo a los padres: el profesor es justo con sus hijos pero, con los que está ahora, es caritativo. Jesús nos habla, como a las mujeres de Jerusalén, para que lamentemos las cosas que merecen la pena y emprendamos el camino de dar luz a los que no la tienen. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí 
 9ªEstación: Jesús cae en tierra por tercera vez (Dar consejo al que lo necesita) 
 Se acercó un discípulo a su maestro espiritual y le preguntó: ¿Qué tengo qué hacer para ser feliz? El maestro, pensándoselo dos veces, le agarró por el hombro y le susurró al oído: haz lo contrario de lo que te hace desgraciado. El discípulo apartándose con desagrado le contestó: eso no puede ser. No podría vivir sin ello. Entonces, el maestro espiritual le añadió: has venido a pedirme consejo o a reafirmarte en tu insatisfacción. Si quiere escuchar lo que te agrada sigue el mismo camino, pero si sigues mi consejo deberás de elegir otro para salir de tu preocupación y de la confusión en la que se debate tu vida. Aconsejar como Dios manda, a veces, nos trae complicaciones, persecuciones, incomprensiones o incluso soledades. El consejo ha de iluminar aunque a veces cause dolor o desconcierto y a veces muchos tropiezos con quien más queremos. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.
10ªEstación: Jesús despojado de sus vestiduras (Corregir al que se equivoca) 
 Equivocarse es de humanos y, a veces reírse de los errores de los demás, es de los que son inhumanos. Sólo Dios no comete error y sólo Dios es infalible. Se equivocó tremendamente Judas (vendió al mejor amigo y se ahorcó); no menos grave fue el equívoco de traición de Pedro (lloró amargamente). A los dos, Jesús, corrigió y advirtió: “lo que tengas que hacer, hazlo cuanto antes” o “antes de que el gallo cante me habrás negado tres veces”. Los dos quedaron al descubierto pero ninguno de los dos movió un ápice de su intencionalidad. Uno lo hizo con premeditación y, al otro, le pudo la situación o la presión del momento. ¿Cómo corregimos? ¿Con amor o con odio? ¿Para hacer el bien o para dejar al descubierto? ¿Con soberbia o con humildad? Es bueno corregir pero sin despojar a nadie. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.
 11ªEstación: Jesús clavado en la cruz (Perdonar al que nos ofende) 
 “Si no perdonas a tu hermano, Dios no te perdonará a ti”. Vivían en un pueblo dos hermanos separados emocionalmente por una herencia mal repartida. El mayor beneficiario vivía absorbido en su posición y engreído en su superior situación económica. En cambio, el pequeño, no era feliz porque aún teniendo lo suficiente para vivir le faltaba un gran capital: la amistad de su hermano. Cuando llegó Jueves Santo, los dos hermanos coincidieron en el oficio religioso y, sin dudarlo, el menor se acercó al mayor diciéndole: no puedo acercarme al altar si no sello contigo la paz. El mayor, con lágrimas en los ojos, le contestó: ayer me confesé y, al escuchar “Dios te ha perdonado haz tú lo mismo” fui al banco de ahorros y puse a tu nombre la parte de más que la herencia me dejó. Los dos hermanos fundidos en un gran abrazo celebraron el mandamiento del amor. Perdonar es cuestión de un primer pequeño paso y, a veces, cuánto cuesta darlo. No nos quedemos clavados en la cruz del rencor. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

12ªEstación: Jesús muere en la cruz (Consolar al triste) 

 Había llegado un misionero a una parroquia para preparar la Pascua. Después de la primera alocución, preguntó a los asistentes: ¿Qué es lo más fácil para un cristiano, dar una limosna o hacer sonreír al que está sumergido en la tristeza? La mayoría de los feligreses, levantando la mano, dijeron: hacer sonreír al triste. El misionero les contrarió advirtiéndoles: consolar al triste no es entretenerle sino preguntar por las causas de su amargura; animar a una persona no es darle palmadas en la espalda sino acompañarle en su decaimiento; alegrar a un abatido no es decirle “ya pasará todo” sino saber descender con él hasta el pozo de sus sufrimientos. Después de estas palabras, el predicador, preguntó de nuevo: ¿Qué es más fácil; dar limosna o hacer sonreír a un triste? Todos, apesadumbrados, bajaron las manos. Alegrar a los demás, consolarles, es saber, conocer y asumir las razones de su pesimismo o dolores. Consolar no solamente es alegrar sino, como Jesús lo hizo, es compartir la misma vida e incluso morir. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.

 13ªEstacion: Jesús bajado de la cruz (Sufrir con paciencia los defectos del prójimo) 
 Quejarse constantemente por los defectos del hermano, no edifica, sino que destruye. ¿De qué nos sirve la queja amarga? Sólo va en nuestro perjuicio, y en el de aquellos que nos rodean. Un carpintero tenía dos operarios, Juan y Pedro. Uno era habilidoso para todo pero, el segundo, era más torpe para colocar la ebanistería en las casas. El dueño de la carpintería, al hacer las cuentas cada mes, veía con sorpresa que lejos de perder ganaba dinero. Un día, el segundo obrero, se le acercó a su amo y le dijo: tengo que decirle algo importante. El dueño, pensando que se trataba de un lamento sobre la torpeza de su compañero, le escuchó. Cuál fue su asombro cuando le dijo: no tome ninguna represalia con Juan. Cuando vamos a las viviendas es un desastre y, tal como hace las cosas, son objeto de mi sonrisa y del colmo de mi paciencia. Pero quiero que sepa una cosa: cuando estamos en el taller, es excepcional y único manejando la sierra, el martillo o el barnizado de toda la carpintería. El dueño, conmovido por la paciencia y la comprensión de Pedro, decidió subirles el sueldo a los dos. Cada uno, en lo suyo, eran buenos. Y cada uno, en algún momento, tenían sus defectos que eran asumidos y recompensados por el otro. Nuestra humanidad ingrata fue comprendida y pacientemente clavada en la cruz. Si Jesús hubiera estado pendiente de los fallos de sus discípulos no se hubiera atrevido tan siquiera ni a subir a la barca y mucho menos a dejarse clavar en la cruz. Jesús bajó de la cruz para que nosotros descendamos también a las realidades sufrientes de los demás. Señor pequé, ten piedad y misericordia de mi

14ªEstación: Jesús es puesto en el sepulcro (Rezar por los vivos y difuntos) 
 Si hay alguien que necesita de nuestras oraciones (no sólo de nuestros recuerdos) son precisamente nuestros seres queridos fallecidos y también los que viven junto a nosotros. Cuando llegaban las fiestas patronales de un pequeño pueblo situado en la montaña, un joven que vivía en la plaza desaparecía todos los días durante las tardes. Sus padres y sus amigos se preguntaban el por qué de esas ausencias repentinas y tan prolongadas. Un día, en medio de las fiestas, decidieron seguirle. El asombro fue enorme cuando, sus pasos, les hizo detenerse en el cementerio. Al sorprenderlo le preguntaron: ¿Qué haces aquí? El joven respondió; me parece injusto que, mientras nosotros estamos disfrutando de las fiestas, otros estén aquí sin poder gozar de la fiesta del cielo porque tal vez han sido olvidados o porque, simplemente, ya no tienen quien les rece. Por eso, porque nosotros estamos en fiesta y rezamos los unos por los otros, aquí tal vez alguno no goza de la fiesta del cielo. Quiero darles el último empujón acompañándoles con mi oración lejos del ruido. Además, ellos, luego me enseñan a sentirme más feliz y a poner cada cosa en su justo sitio. Ser cristiano, entre otras cosas, es acordarnos de los que ya no existen físicamente pero que espiritualmente necesitan nuestro apoyo. Jesús, desde el sepulcro, nos da vida para todos.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí.


Oración final
No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.

sábado, 19 de marzo de 2016

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO DE RAMOS. CICLO C.

 LA VIDA SIEMPRE ES NUEVA


   Un año mas nos aprestamos con diligencia a celebrar la Semana Santa donde  hacemos memorial de la entrega de Jesús y la del Padre, que  se entrega  al Hijo y entregándose a El, también lo hace con todos y cada uno de nosotros y con todo lo creado.


  Creo que hemos de tener cuidado con la rutina, con el saber como hay que hacer las cosas y lo que pide cada momento de  estas celebraciones. La rutina puede llevarnos a  no entrar en lo que se celebra y estar mas pendientes de que todo salga bien,  a la perfección: de que los acólitos no nos fallen, de que los cantos sean bonitos y bien ejecutados, de que la gentes nos alabe al final por las celebraciones y no entremos en el hondón de los que en el altar se celebra  y desde el que se proclama la salvación  de Dios dada  en Cristo Jesús para todos los hombres y mujeres que habitamos  este planeta.
   La lectura de la Pasión del Señor nos llevará siempre a la esperanza y a reflexionar y pensar  que, por  nuestra parte, aunque sí por parte del Padre, todo no está concluido : hemos de seguir haciendo el camino hasta que lleguemos a la Casa.
Entonces, y desde ahí , lo que celebramos se ha de convertir en acicate, en revulsivo, que nos mueva hacia adelante. Hemos de seguir descubriendo el amor y la misericordia de Dios que nos hace mas tiernos y misericordiosos  entre nosotros y lo que nos rodea, con la vida. No está el camino andado del todo.
  La entrega de Cristo, su quedarse con nosotros en la Eucaristía, su Muerte en la Cruz y su Resurrección,  han de ser  para  todos un canto a la esperanza que nos lleve a  esforzarnos por abrir nuestras puertas particulares dejándonos renovar y a superar los "tiquis miquis" de lo que sale bien o menos bien. Se trata de celebrar, no de actuar.
    Con esta actitud  positiva hemos de acudir  a compartir con nuestra comunidad, con nuestros hermanos, con todos los que a lo largo y ancho del mundo nos reunimos estos días para contemplar la misericordia de Dios manifestada en su Hijo Amado para nuestra  bien, para nuestra salvación.
 Hemos de agradecer al Señor que un año mas nos de esta hermosa posibilidad de encontrarnos  siendo El el centro que nos convoca, que nos llama y nos reune, a la vez que nos posibilita  redescubrir  y apropiarnos de la  misericordia del Padre que da la paz, el consuelo y  la salvación.
  "Nos has llamado al desierto, Señor de la libertad y está el corazón abierto a la luz de tu verdad", hemos cantado en estos días. Hagamos  el esfuerzo, porque sea una realidad concreta y viva en nuestros corazones.
!!FELIZ ENCUENTRO CON EL SEÑOR Y LOS HERMANOS ¡¡

NOTICIAS DE NUESTRA PARROQUIA

Como en otros años,  en nuestra parroquia, se ha repartido el programa de los cultos de esta Semana Santa que ha continuación detallamos:

 



Sábado 19.- Misa de vísperas a las 7 de la tarde.

Domingo 20.- Domingo de Ramos. Tenemos misa a las 9,30 de la mañana y a las 12 del medio día donde será la bendición de los ramos.

Martes 22.- Misa Crismal en la Catedral a las 11 de la mañana.

Miércoles 23.- Misa a las siete de la tarde.

Jueves 24.- A las 7 de la tarde, celebración de la Cena del Señor. A las 11 de la noche Hora santa.

Viernes 25.- A las 9 de la mañana oración de laudes. A las 5,30 Celebración de la Pasión del Señor.  A las 9 de la noche Vicacrucis procesional por las calles de nuestro barrio.

Sábado 26.- A las 8 de la noche Solemne Vigilia Pascual.




Domingo 27.- Misa a las 9,30 de la mañana y a las 12 del medio día.

Las personas que habiendo querido celebrar el sacramento de la penitencia y no hayan podido pueden hacerlo EN LA MAÑANA DEL VIERNES SANTO.
 

Papa Francisco en homilía en Santa Marta: «La esperanza no decepciona jamás y nos sostiene para no perder el deseo de encontrar a Dios»

17 de marzo de 2016.- (Laudate Dominum / Radio Vaticano Camino CatólicoLa esperanza cristiana es una virtud humilde y fuerte que nos sostiene y hace que no nos ahoguemos en las tantas dificultades de la vida. Lo recordó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice reafirmó que la esperanza en el Señor jamás decepciona y es fuente de alegría que da paz a nuestro corazón.
Jesús habla con los doctores de la ley y afirma que Abraham “exultó en la esperanza” de ver su día. El Santo Padre se inspiró en el pasaje del Evangelio del día para subrayar que la esperanza es fundamental en la vida del cristiano. Abraham – dijo Francisco – “tuvo sus tentaciones por el camino de la esperanza”, pero creyó y obedeció al Señor, y así se puso en camino hacia la tierra prometida.
La esperanza nos conduce hacia adelante con alegría
El Papa Bergoglio también destacó que hay como un “hilo de la esperanza” que une “toda la historia de la salvación” y es “fuente de alegría”:
“Hoy la Iglesia nos habla de la alegría de la esperanza. En la primera oración de la Misa hemos pedido a Dios la gracia de custodiar la esperanza de la Iglesia, para que no ‘fracase’. Y Pablo, hablando de nuestro padre Abraham, nos dice: ‘Crean contra toda esperanza’. Cuando no hay esperanza humana, está aquella virtud que te lleva adelante, humilde, sencilla, pero que te da una alegría, a veces una gran alegría, a veces sólo la paz, pero la seguridad de que aquella esperanza no decepciona. La esperanza no decepciona”.
Esta “alegría de Abraham”, esta esperanza – dijo también el Pontífice – “crece en la historia”. Y admitió que “a veces se esconde, no se ve”; mientras otras veces “se manifiesta abiertamente”. Francisco citó el ejemplo de Isabel embarazada que exulta de alegría cuando la visita su prima María. Es la “alegría de la presencia de Dios – dijo – que camina con su pueblo. Y cuando hay alegría, hay paz. Esta es la virtud de la esperanza: de la alegría a la paz”. Esta esperanza – prosiguió diciendo el Papa –“no decepciona jamás”, ni siquiera en los “momentos de la esclavitud”, cuando el pueblo de Dios estaba en tierra extranjera.
La esperanza nos sostiene y hace que no nos ahoguemos en las dificultades
Este “hilo de la esperanza” comienza con Abraham, “Dios que habla a Abraham”, y “termina” con Jesús. El Obispo de Roma se detuvo a considerar las características de esta esperanza. Y añadió que, si en efecto se puede decir que se tiene fe y caridad, es más difícil responder acerca de la esperanza:
“Tantas veces podemos decir esto fácilmente, pero cuando se nos pregunta: ‘¿Tú tienes esperanza? ¿Tú tienes la alegría de la esperanza?’ ‘Pero, padre, no entiendo, explíquemelo’. La esperanza, aquella virtud humilde, aquella virtud que corre bajo el agua de la vida, pero que nos sostiene para que no nos ahoguemos en las tantas dificultades, para no perder aquel deseo de encontrar a Dios, de encontrar aquel rostro maravilloso que todos veremos un día: la esperanza”.
La esperanza no decepciona: es silenciosa, humilde y fuerte
Hoy – dijo el Papa al concluir su homilía – “es un lindo día para pensar en esto: el mismo Dios, que llamó a Abraham y lo hizo salir de su tierra sin que supiera a dónde debía ir, es el mismo Dios que va a la cruz, para cumplir la promesa que había hecho”:
“Es el mismo Dios que en la plenitud de los tiempos hace que aquella promesa llegue a ser una realidad para todos nosotros. Y lo que une aquel primer momento a este último momento es el hilo de la esperanza; y lo que une mi vida cristiana a nuestra vida cristiana, de un momento al otro, para ir siempre hacia adelante – pecadores, pero adelante – es la esperanza; y lo que nos da paz en los feos momentos, en los momentos peores de la vida es la esperanza. La esperanza no decepciona, está siempre allí: silenciosa y humilde, pero fuerte”.

El cortijo de los desposeídos

Miles de trabajadores inmigrantes malviven sin luz ni agua corriente camuflados entre los invernaderos de Almería
“Vivir aquí es una mierda”. Mussa sobrevive desde hace años hacinado en un cortijo abandonado, sin luz, agua corriente ni esperanza. Cada mañana, a las siete y media se planta en la rotonda de San Isidro de Níjar y espera a que algún “jefe” de los invernaderos pare y le ofrezca un jornal. Así, buscándose la vida desde hace ocho años, cuando llegó a España.
Como él, miles de trabajadores viven en decenas de asentamientos y cortijos abandonados y camuflados entre los plásticos del campo almeriense, según el recuento de las organizaciones que trabajan con los migrantes. Son trabajadores indigentes, que sacan adelante y en resignado silencio las cosechas que venden en los supermercados de media Europa. Este es el Calais español, invisible a ojos de unas autoridades que miran hacia otro lado.
Cae la tarde y van llegando al cortijo de Mussa (nombre ficticio) un goteo de subsaharianos montados en bicicleta, agotados y cubiertos de polvo. Da comienzo entonces el trasiego de cubos de agua para lavarse detrás de una tela roja a cielo abierto. Una persona, un cubo. Es la ley no escrita y exótica en un país en el que el agua sale del grifo como por arte de magia. Después un trabajador cocinará para todos en un hornillo mugriento y quedarán listos para dormir amontonados en un sótano lúgubre y helador.
En este cortijo hay gente de Mali, otros de Costa de Marfil y de Mauritania. En el pueblo les llaman “los morenos”. Los hay que llegaron en patera hace diez años y otros sorteando la valla de Melilla en el gran salto de hace un par de años. Algunos tienen papeles y otros no. Hay un grupo que ha llegado hace poco de un cortijo vecino, donde vivieron años dentro de un aljibe vacío hasta que el dueño les echó hace unos días.
Luego llega Kamagate de recoger tomates cherry. Cuenta que desembarcó en Canarias en patera hace más de siete años en plena crisis de los cayucos. Eran tiempos de ilusión y de proyectos de vida que con los años se han tornado en amargura y resignación. Ha probado suerte con la agricultura por media España y piensa que el tajo de Almería es el peor de todos. “Pensé que esto iba a ser totalmente distinto, que en dos años tendría un buen trabajo. Casi no conozco a mi hija de ocho años. Mi cabeza no está tranquila”. Otro trabajador, también llegado a Canarias desde Malí explica que tiene papeles “porque un jefe bueno se los hizo”. En penumbra y sentado en una silla de hospital desvencijada hace recuento junto a sus compañeros de los días que han trabajado. Los que mantienen contactos bien engrasados con los “jefes” les llaman directamente el día que les necesitan. El resto son carne de rotonda. Explican que algunos dicen que no tienen papeles aunque los tengan para tener más posibilidades de trabajar. Cobran entre 30 y 35 euros por ocho horas de trabajo. Hablan de jefes buenos y jefes malos, de una arbitrariedad ajena a las condiciones de trabajo reguladas; como si aquí rigieran relaciones laborales propias de otra época.
Junto a los veteranos, los recién llegados que aún conservan el entusiasmo. Como un chico de Costa de Marfil que asegura que llegó hace cuatro meses en zodiac a Tarifa en el quinto intento. “Fue difícil, pero gracias a Dios estoy aquí”. Dice que sí, que en su país los que vuelven les dicen que la vida aquí no es fácil, pero también dice que llegan con ropa nueva y cochazos y entonces no les creen. De momento no ha conseguido trabajo más allá de alguna media jornada suelta. “Veo a mucha gente que cada mañana sale a trabajar y pienso, un día yo también voy a trabajar”.
Ya es noche cerrada, cuando dos coches de policía se presentan armando cierto escándalo en el cortijo. Han recibido una llamada alertándoles de una pelea, pero resulta que no es aquí. “Hace diez años los inmigrantes [sin papeles] corrían cuando veían a la policía, ahora ya no. ¿Para qué?”. Los agentes confirman que estos asentamientos están dejados de la mano de dios, que los trabajadores inmigrantes parecen no importarles a nadie y que los servicios sociales “están saturados y no pueden encargarse de esta gente”. Mientras el policía habla, un habitante del cortijo desdentado que ha perdido la cabeza pasa dando gritos. “Es una pena vivir así”, termina el agente.
Autor: Ana Carbajosa

Benedicto XVI en entrevista

16 de marzo de 2016.- (Andrea Tornielli /  Vatican Insider / Camino católico) «Para mí es un ‘signo de los tiempos’ el hecho de que la idea de la misericordia de Dios sea cada vez más central y dominante». 
  
 El texto de una entrevista con Joseph Ratzinger del teólogo jesuita Jacques Servais sobre «qué es la fe y cómo se llega a creer». En esa entrevista Benedicto XVI citó a su sucesor y habló generosamente sobre la misericordia.
En una primera respuesta, Ratzinger insistió en lo que es la Iglesia y en el hecho de que la Iglesia no fue creada por sí misma. «Se trata de la cuestión: qué es la fe y cómo se llega a creer. Por una parte, la fe –explicó el Papa emérito– es un contacto profundamente personal con Dios, que me toca en mi tejido más íntimo y me pone frente al Dios viviente en absoluta inmediatez para que yo pueda hablarle, amarlo y entrar en comunión con Él. Pero al mismo tiempo, esta realidad completamente personal se relaciona inseparablemente con la comunidad: forma parte de la esencia de la fe introducirme en el ‘nosotros’ de los hijos de Dios, en la comunidad peregrinante de los hermanos y hermanas. La fe deriva de la escucha (“fides ex auditu”), nos enseña san Pablo. La escucha a su vez implica siempre una compañía. La fe no es un producto de la reflexión y tampoco es tratar de penetrar en las profundidades de mí ser. Ambas cosas pueden estar presentes, pero son insuficientes si la escucha, mediante la cual Dios, desde fuera, a partir de una historia que Él mismo creó, me interpela. Para que yo pueda creer necesito testigos que hayan encontrado a Dios y lo hagan accesible para mí».
«La Iglesia no fue hecha por sí misma–insiste Ratzinger–, fue creada por Dios y es continuamente formada por Él. Esto se expresa en los sacramentos, sobre todo en el del bautismo: yo entro a la Iglesia no con un acto burocrático, sino mediante el sacramento. Y esto equivale a decir que yo soy recibido en una comunidad que no fue originada por sí misma y que se proyecta más allá de sí misma. La pastoral que pretende formar la experiencia espiritual de los fieles debe proceder a partir de estos datos fundamentales. Es necesario que abandone la idea de una Iglesia que se produce a sí misma y debe resaltar que la Iglesia se convierte en una comunidad en la comunión con el cuerpo de Cristo. Debe introducir al encuentro con Jesucristo y llevar a Su presencia en el sacramento».

Respondiendo a otra pregunta, el Papa emérito habló sobre la centralidad de la misericordia. «El hombre de hoy tiene la sensación general de que Dios no puede dejar que la mayor parte de la humanidad caiga en la perdición. En este sentido, la preocupación por la salvación típica de un tiempo ha casi desaparecido. Sin embargo, en mi opinión, sigue existiendo, de otra manera, la percepción de que nosotros necesitamos la gracia y el perdón. Para mí es un ‘signo de los tiempos’ que la idea de la misericordia de Dios sea cada vez más central y dominante, empezando por sor Faustina, cuyas visiones reflejan de diferentes maneras la imagen de Dios propia del hombre de hoy y su deseo de la bondad divina».

«Papa Juan Pablo II –continuó Ratzinger– estaba profundamente impregnado de este impulso, aunque no siempre surgiera explícitamente. Pero no es casual que su último libro, que salió a la luz inmediatamente antes de su muerte, hable sobre la misericordia de Dios. A partir de las experiencias en las que desde los primeros años de su vida constató toda la crueldad de los hombres, él afirma que la misericordia es la única verdadera y la última reacción eficaz contra la potencia del mal. Solo allí en donde hay misericordia acaba la crueldad, acaban el mal y la violencia».

«Papa Francisco–continuó Benedicto XVI citando a su sucesor– se encuentra completamente en sintonía con esta línea. Su práctica pastoral se expresa justamente en el hecho de que él nos habla continuamente de la misericordia de Dios. Es la misericordia lo que nos mueve hacia Dios, mientras que la justicia nos espanta. Según mi opinión, resaltar que bajo la capa de la seguridad de sí y de la propia justicia, el hombre de hoy esconde un profundo conocimiento de sus heridas y de su integridad ante Dios. Él está esperando la misericordia. No es casual que la parábola del Buen samaritano sea tan atractiva para los contemporáneos. Y no solo porque en ella se subraye fuertemente el elemento social de la existencia cristiana, ni solo porque en ella el samaritano, el hombre no religioso, frente a los representantes de la religión, se muestra, por decirlo así, como aquel que actúa de manera verdaderamente conforme a Dios, mientras que los representantes oficiales de la religión se rindieron, por decirlo así, inmunes en relación con Dios».
«Está claro que esto le gusta al hombre moderno–observó Benedicto XVI. Sin embargo, me parece también importante que los hombres en su intimidad esperen que el samaritano acuda para ayudarlos, que él se incline sobre ellos, derrame aceite sobre sus heridas, los cuide y los ponga al reparo. Ellos saben que necesitan la misericordia de Dios y su delicadeza. En la dureza del mundo de la técnica, en el que los sentimientos ya no cuentan nada, aumenta la esperanza de un amor salvífico que sea dado gratuitamente. Me parece que en el tema de la misericordia divina se expresa de manera nueva lo que significa la justificación de la fe. A partir de la misericordia de Dios, que todos buscan, es posible, incluso en el presente, interpretar desde el principio el núcleo fundamental de la doctrina de la justificación, y mostrarlo en toda su relevancia». 

Los relatos evangélicos de la Pasión

(Hilari Raguer osb).- RELIGIÓN DIGITAL
 La meditación de la Pasión del Señor es una práctica de la piedad cristiana, provechosa en todo tiempo pero muy especialmente en el llamado precisamente de Pasión. Sin embargo, el lector moderno puede sentirse decepcionado al leer los relatos evangélicos, porque su enfoque no coincide con el de los evangelistas.
El lector moderno está acostumbrado a los relatos y las imágenes de desgracias o de crímenes que difunden los medios de comunicación, relatos sensacionalistas y truculentos, y esperaría algo por el estilo en los evangelios de la Pasión. Incluso sin morbosidad, por devoción, el lector cristiano quisiera conocer los detalles de los sufrimientos de nuestro Redentor, y no los encuentra en los evangelios. Busca entonces comentarios históricos que los describan, pero no bastan.
Hay que situarse en el punto de vista de los apóstoles y los evangelistas y en la actitud de la primera generación cristiana. No tenían necesidad de que les explicaran en qué consistía la ejecución de la pena de crucifixión. Podían imaginarse muy bien lo que le hicieron a Jesús, pero no consideraban decoroso explicitarlo, ni con palabras ni con imágenes. La representación tal vez más antigua de Jesús en la cruz es un relieve de talla de madera en la puerta de la basílica de Santa Sabina, en Roma, del siglo V. Los cristianos no se atrevieron a representar al crucificado hasta que, cristianizado el imperio, la cruz era una joya en la corona de los emperadores. Antes, representaban la pasión y resurrección con simbolismos bíblicos, como Jonás saliendo del vientre de la ballena, o Daniel en el foso de los leones.
Lo que urgía a los primeros predicadores cristianos, ante el hecho histórico de todos conocido de la muerte en cruz del Señor, no era describir cómo se realizó, sino proclamar que después había resucitado, y que aquella muerte no fue un fallo en el plan divino de salvación, sino que estaba previsto y anunciado en las Escrituras. Así se expresa en el kerygma, el núcleo sintético de la buena noticia, tal como se lee en la predicación de Pedro y Pablo en los Hechos de los Apóstoles, o en las cartas paulinas; por ejemplo, 1 Corintios 15,3-4: "Cristo murió por nuestros pecados, como decían ya las Escrituras, y fue sepultado, y resucitó al tercer día, como decían ya las Escrituras".
Así, en los relatos evangélicos de la Pasión no se describen con todos los pormenores las torturas que le aplicaron (que es lo que el lector moderno espera), sino tan solo aquellos detalles que se podían encontrar anunciados en las Escrituras, principalmente en los cantos del Siervo de Yahvé, de la segunda parte del libro de Isaías, y en algunos pasajes de los salmos del justo sufriente: que todos lo abandonaron, que fue contado entre los malhechores, que los soldados se repartieron sus vestidos y echaron suerte sobre su túnica, o que no le rompieron ningún hueso. Detalles todos que no son los que más interesan al lector actual.
Lo más importante de los relatos de la Pasión es el final: que terminan con la proclamación de la Resurrección. Los evangelistas no cayeron en la trampa de presentar a Jesús resucitando, sino resucitado. Desde el día de Pascua los apóstoles proclaman que el crucificado vive, y que les hace vivir a ellos con una vida nueva. Sabemos que antes de la redacción de los cuatro evangelios canónicos circularon algunos primeros escritos, como por ejemplo colecciones de parábolas, o de disputas con los rabinos y fariseos, o de sentencias pronunciadas por el Maestro en distintas ocasiones y agrupadas en forma fácil de memorizar. Pero seguramente no existió nunca un relato de la Pasión sola, que no terminara y culminara en la Resurrección.
Nosotros estamos acostumbrados a la lectura litúrgica, que en la Semana Santa quiere seguir día por día y casi hora por hora lo que entonces sucedió, y así el Viernes Santo se lee la Pasión hasta la sepultura, y hasta la vigilia del domingo de Pascua no se continúa con la Resurrección, pero en los evangelios no se separaban.
El Cristo Majestad de las pinturas románicas expresa una visión de fe cuando, a diferencia de las imágenes góticas y sobre todo barrocas, hiperrealistas, vela (sin negarlos) los detalles cruentos y presenta a Jesucristo reinando desde la cruz, con corona no de espinas sino de rey, con manto real, y a veces hasta con casulla sacerdotal. Aquellos artistas, y los fieles que contemplaban sus obras, no desconocían la realidad de los sufrimientos del Redentor, pero por encima de lo que la visión material ofrecía, se elevaban a una visión de fe sobre el porqué y el final de la Pasión.
El relato de la Pasión según Juan abunda en esta visión de fe. No oculta la realidad material, pero presenta a Jesús glorioso en la Pasión y hasta en la cruz. La escena de Getsemaní, más que un prendimiento, en Juan es una entrega voluntaria, después de hacer retroceder a los que iban a prenderle. Ante Pilatos, se comporta con la mayor dignidad, como si fuera él quien juzga al gobernador romano. Desde la cruz, toma sus disposiciones sobre su madre y el discípulo, dice que todo se ha cumplido y, cuando quiere, "entrega el espíritu": exhala su último aliento, o sea, muere, pero a la vez Juan sugiere que desde la cruz emite el Espíritu, que da la verdadera vida. En los evangelios sinópticos, el reino de Dios se establecerá plenamente en el fin del mundo, con la segunda venida de Jesucristo. En las cartas paulinas, se da ya en este mundo, en la Iglesia. En Juan, en la cruz.

Diez reflexiones de un cristiano sirio sobre la guerra en Siria

 




 
Tras la entrevista que nos concedió Youssef Masaad, nos ofrece unas reflexiones sobre la guerra en Siria que queremos compartir con todos vosotros. Masaad es sirio y ha creado la Asociación "Amigos de los pueblos cristianos orientales en España":
"1 - El verdadero conflicto sectario entre estos dos grupos no tiene tiempo ni lugar ni se detiene ante nada.
2 - La guerra es el conflicto por la influencia en la región por los intereses económicos, regionales y religiosos más importantes.
3 - Intereses subversivos: No sólo se preocupan del sabotaje de las civilizaciones sino de la demolición de los testigos de la historia.
4 - Intereses materiales: Los grupos terroristas roban los recursos en las zonas, como combustible y petróleo; saquean sus riquezas, y venden el inventario que tienen en sus fábricas y empresas a los Estados que les apoyan. A estos Estados les interesa que continúe el conflicto debido a sus intereses económicos para mantener su stock.
5 -Los que financian esta guerra son, por ejemplo: Qatar y Arabia Saudita con sus congregaciones; también Turquía, Francia y algunos países occidentales. Y por supuesto la organización terrorista Al Qaeda y otros.
6 - Los radicales disidentes se han embarcado en un grupo de Al Qaeda activo en la zona, donde se reunieron de todas partes del mundo, y fueron capaces de controlar las zonas ricas con equipos militares, apoyados por algunos elementos que han estado coordinando con ellos. También han tomado el control de las regiones ricas en petróleo y también la financiación que han recibido de los países que apoyan para que sea fácil el tráfico y cruzar la frontera para mover y obtener apoyo internacional. Se convirtieron en una fuerza poderosa, por lo que el número de combatientes llegó a alrededor de 300.000 elementos por el control de los lugares estratégicos de la región, y están exportando sus combatientes al mundo.
7 - Los cristianos de Oriente se convirtieron en personas con escaso poder de resolución y vulnerables y amenazados con actos de vandalismo. Fueron robadas, quemadas y destruidas más de 1.300 propiedades de la Iglesia. Se ha llevado a cabo un desplazamiento de más de 2 millones de cristianos después de que mataron a muchos de ellos, e incluso a extranjeros como algunos miembros de Médicos sin Fronteras, misioneros y sacerdotes.
9 -  El desafío es implementar un alto el fuego definitivo, porque los grupos son de diversas facciones y con múltiples compromisos.
10 - Me extraña y me pregunto, ¿por qué no visita el secretario general de la ONU a Siria? ¿No es el país uno de los fundadores de la Organización Internacional?"

sábado, 12 de marzo de 2016

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO V DE CUARESMA . CICLO C.
 Jun. 8, 1-11.
 Dios, que nunca duerme, busca quien no duerma.
     Pensar que podemos ser jueces  ante los fallos de los demás  es una tentación que siempre está  presente a lo largo de toda nuestra vida  y en cualquier circunstancia. El asunto es grave y  se hace necesario  tener bien claro que  no somos quienes para condenar, excluir o rechazar de la sociedad a nadie por muy  malo que sea lo que haya podido hacer o decir.
  El asunto toma un cariz mas  hondo, por decirlo de alguna forma, cuando ese enjuiciamiento lo hacemos en nombre de Dios. Nos atrevemos a arrogarnos la autoridad de Dios, a usurpar su sitio, los sentimientos de su corazón y  condenamos a nuestros semejantes en su nombre.     ¿ Habrá algo mas lejos del corazón de Dios que la condena de su criatura? 
 Es lo que sucede en el texto que se  nos ofrece a la reflexión este fin de semana: Los que se creen mejores condenando sin piedad y Dios, como siempre, perdonando con misericordia.
Es esta una lección que necesitamos aprender. No somos  quienes para  negar a nadie la posibilidad de empezar de nuevo y menos en nombre de Dios.       ¡¡Qué locura!!
Descubrimos,  además, que la apuesta de Dios por el que se aparta de El, por lo que sea, es total, radical. Dios nunca agota  la esperanza y está siempre  invitando a empezar de nuevo. Hemos de aprender. 
Damos ahora un vistazo a las  obras de misericordia que hemos ido reflexionando a lo largo de esta cuaresma y que como sabemos, siete son espirituales y siete corporales:
Las espirituales:
Enseñar al que no sabe.
Dar buen consejo al que lo necesita.
Corregir al que yerra.
Perdonar las injurias.
Consolar al que está triste.
Sufrir con paciencia las flaquezas del prójimo.
Rogar a Dios por vivos y muertos.
Las corporales:
Visitar y cuidar a los enfermos.
Dar de comer al hambriento.
Dar de beber al sediento.
Dar posada al peregrino.
Vestir al desnudo.
Redimir al cautivo.
Enterrar a los muertos.

      Desde la reflexión del texto del Evangelio y con esta lista ante nuestros ojos, descubrimos que hay mucho por hacer. Dando un pasito mas nos convencemos que  esto de la misericordia es un talante, algo que hemos de conquistar, hacer nuestro. ¿ Como ? adentrándonos en el amor misericordioso del Padre que Jesús  nos revela, estando muy atentos a la vida y en actitud de escucha y oración.
¡¡Buen día del Señor!!
 

NOTICIAS DE NUESTRA PARROQUIA

En este fin de semana tendremos la celebración del día del Seminario que como sabemos se adelanta  debido a que el día de San José, que es el día habitual en que celebramos este acontecimiento, coincide con el inicio de la Semana Santa . Así que,  este sábado 12 y mañana domingo 13, oramos por nuestro seminario y haremos la colecta que habitualmente se hace en este día dedicada  a ello.

A partir del lunes 14 iniciamos la semana de la reconciliación en nuestro Arciprestazgo con confesiones cuaresmales en cada una de las parroquia. Acudirán los sacerdotes del Arciprestazgo.  A nosotros nos toca el día 18 a las ocho de la tarde. Estamos invitados a celebrar el sacramento de la penitencia de forma comunitaria en ese día.

En las Eucaristías de este fin de semana se distribuirá el programa con los horarios de los cultos de Semana Santa y también la hoja parroquial que está dedicada a  reflexionar sobre dicha semana.

A lo largo de esta semana , queda fijar el día y la hora, reunión del grupo de liturgia para  coordinar y preparar los cultos de la Semana Santa.
 

 

Monseñor Barrio invita a los jóvenes a escuchar la llamada de Dios al sacerdocio

MENSAJEROS DE LA RECONCILIACIÓN”
Queridos diocesanos:
Año tras año percibimos con mayor realismo la necesidad de sacerdotes para dar respuesta a las exigencias pastorales de nuestra Diócesis. Así lo manifestáis cada vez con más frecuencia los feligreses de las distintas parroquias que desearíais contar con una mayor presencia del sacerdote. Todos los que formamos la comunidad diocesana, hemos de sentirnos implicados y comprometidos a la hora de ser puentes para que la llamada del Señor al ministerio sacerdotal llegue a nuestros jóvenes y la acojan con ánimo decidido. La campana de este compromiso toca para todos.

 sacerdotes
A los jóvenes
Con motivo de la celebración de la fiesta de San José me dirijo a todos los diocesanos en este Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia para comentaros que la campaña del Día del Seminario se nos presenta en esta ocasión con el lema: “Enviados a reconciliar”. De manera especial quiero encontrarme con vosotros, queridos jóvenes, para recordaros que la llamada de Cristo es luz en vuestro camino. El Señor os precede siempre y llama a algunos de vosotros por amor, invitándoos a colaborar en su obra de salvación a través del ministerio sacerdotal para realizar la hermosa tarea de reconciliar, tan necesaria en el acontecer de la vida del hombre. Seguir a Cristo no es algo puntual y compromete todo nuestro ser. Es preciso mirar, escuchar y contemplarle. La llamada no es un destino, una fatalidad, una costumbre familiar o cultural sino un signo de predilección: “No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido” (Jn 15,16), dice el Señor. Es como una semilla en el corazón: una misión confiada, una colaboración solicitada. ¡Prestad oídos a esa llamada y responded sin miedo y de manera activa para hacer lo que Dios os pide! Comprender esta llamada y asumir sus consecuencias os hará felices entregando vuestra vida al servicio de los demás a ejemplo de Cristo que vino a servir y no a ser servido. Hoy se os presentan oasis utópicos como el tener, el poder y el placer. Pero os dais cuenta de que cuando se secan, se extiende un desierto de banalidad y desconcierto y surge el vacío. Os pido que entréis dentro de vosotros mismos para despojaros de todo aquello que os impida oír la voz del Señor. Si el hijo pródigo de la parábola del evangelio no hubiese entrado en si mismo, no habría emprendido el camino de vuelta a casa. Bajad a vuestros sótanos tal vez llenos de miedos, dudas, deseos ocultos y perplejidades, sin pretender salvar vuestra imagen ni autojustificaros, y orad con total confianza en el Señor, respondiendo a su amor.
Necesidad de la reconciliación
Dios nos reconcilió consigo en Cristo” (2Cor 5,17-21). La labor del ministerio apostólico y de los enviados por el Señor es proclamar el mensaje de la reconciliación entre Dios y los hombres. En el día a día es necesario reconciliarnos con los demás y con Dios, interpretando nuestra vida en la clave de la misericordia que más allá de todo sentimentalismo “es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida”, dice el papa Francisco. La belleza de la misericordia se decide en un corazón humano despojado de toda adherencia que impida ver las miserias de los otros. Jesús, el rostro de la misericordia del Padre, comparte nuestra miseria para poder apiadarse de ella. Sus preferidos son los pobres (Lc 4,18; 7,22); los pecadores hallan en él un amigo (Lc 7,34), que no teme frecuentarlos (Lc 5, 27.30; 15, 1; 19,7; se dirige al hijo único de la viuda de Naín (Lc 7, 13-14) o a Jairo, el padre desconsolado cuya hija única se estaba muriendo (Lc 8, 42). Por eso dirá: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36), condición esencial para entrar en el Reino de los cielos (Mt 5,7). Esta es una de las afirmaciones más audaces de Jesús quien antes de hablar de la misericordia, la hizo ver y tocar en la curación del leproso “del cual tuvo compasión, extendió la mano y lo curó” (Mc 1,41). Sus encuentros con los enfermos y con los pecadores están cargados de misericordia. No habla de la misericordia en abstracto y más que definirla la ha contado en las parábolas.
María, Madre de misericordia
María recapitula en sí y refleja los principales misterios de la fe. En ella resplandece una imagen del hombre nuevo, redimido y reconciliado, y del mundo nuevo y transfigurado que en su inimitable belleza puede fascinarnos y debería arrancarnos de cierta vaguedad y estrechez de miras. María nos dice y nos muestra que el evangelio de la misericordia divina en Jesucristo es lo mejor que se nos puede decir y lo que mejor que podemos escuchar […]. Así por medio de un rayo de la misericordia, nuestro mundo, a menudo oscuro y frío, puede tornarse algo más cálido, algo más luminoso, algo más digno de ser vivido y amado. La misericordia es reflejo de la gloria de Dios en este mundo y quintaesencia del mensaje de Jesucristo que nos ha sido regalado y que nosotros, por nuestra parte, debemos regalar a otros”[1].
Exhortación final
Oremos por las vocaciones al ministerio sacerdotal y ayudemos económicamente a nuestros Seminarios Mayor y Menor con la generosidad que nos sea posible, colaborando también de este modo a la mejor formación humana, intelectual, espiritual, comunitaria y pastoral de nuestros seminaristas, a quienes ponemos bajo el patrocinio del Apóstol Santiago, de San José y de María, Madre de Misericordia.
Os saluda con todo afecto y bendice en el Señor,
+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

Sobre el centenario del genocidio armenio

Ya entre 1894 y 1897 habían sido masacrados en el Imperio Otomano entre 300.000 y 400.000 cristianos, unas matanzas de las que el beato Carlos de Foucauld fue testigo de excepción desde la Trapa de Cheiklé
El 12 de abril, el papa Francisco celebró una misa en recuerdo de los armenios cristianos inmolados hace un siglo por los «Jóvenes Turcos» que gobernaban el Imperio Otomano. La persecución empezó el 24 de abril de 1915, durante la Primera Guerra Mundial. Hace ahora cien años. El Papa ha recordado que el siglo pasado conoció tres grandes tragedias: «La primera, que se considera generalmente como “el primer genocidio del siglo XX” ha golpeado a vuestro pueblo armenio, la primera nación cristiana, junto con los católicos y los ortodoxos sirios, asirlos, caldeos y griegos». El empleo de la palabra «genocidio» ha enfurecido al primer ministro Erdogan y al Gobierno turco, que lo niegan.
Lo que muy poca gente sabe es que no era la primera persecución sangrienta contra los armenios. Unos años antes, entre 1894 y 1897, el sultán Abdul Hamid II, decidió limpiar de cristianos su reino. Se calcula que, en esos cuatro años, perecieron entre 300,000 y 400.000 cristianos armenios y otros. Este genocidio inicial tuvo un testigo privilegiado: el beato Carlos de Foucauld. Y este hecho influyó en su vida. Veámoslo.
«Tendríamos que haber perecido, pero no he sido digno del martirio»
Foucauld
Carlos de Foucauld
Después de su conversión, en su deseo de imitar lo mejor posible al Señor, había decidido entrar en la Trapa. Pero había pedido que le enviaran a la más dura. Se acababa de fundar una muy al norte de Siria, Para llegar a Cheikhlé, la Trapa tan pobre soñada por Carlos, la última etapa la tuvieron que hacer a pie, empleando dos días. Estaba a 800 metros de altura, entre un circo de montañas coronadas de pinos parasoles y de encinas, en unas instalaciones elementales, en un terreno pedregoso que había que convertir en cultivable. Eran dominios del sultán.
En febrero de 1896, Carlos le cuenta los hechos por carta a su prima, María de Bondy. Los turcos, por orden del sultán, han asesinado en masa a los cristianos de Armenia: 140.000 en un mes. En Marache, a diez leguas donde está la Trapa, asesinan a 4.500 en dos días. ¿A él le tocará el martirio tan deseado? No, pues son extranjeros y el sultán no quiere problemas con Europa y, en un ejercicio de cinismo, pone una guarnición para «proteger» el monasterio y sus alrededores. Hay que aislarlo, que no se metan en nada. Así se lo comenta a María: «Nosotros y todos los cristianos de los alrededores tendríamos que haber perecido; pero no he sido digno del martirio. Estamos “protegidos” por los asesinos de nuestros hermanos».
En cierta manera, este hecho le hará reflexionar. Siempre dijo que no quería ser sacerdote, pues le parecía una situación de privilegio, y él quería ser el último de los últimos. Pero el asesinato de tantos cristianos despierta su interés por el sacerdocio. Lo será. En la misma carta se lo comenta a María: «Me hubiera gustado ir de pueblo en pueblo (como sacerdote) animando a mis hermanos cristianos».
Los genocidas de entonces, como el sultán Abdul Hamid II, temían la reacción de las potencias europeas cristianas. Los de hoy, no. ¿Por qué? Porque esas potencias ya no son cristianas, ni de nombre. Se amparan en su laicismo. Son cobardes, no quieren problemas y, mientras no les toque (como en el caso del semanario satírico francés Charlie Hebdo), solo les interesa disfrutar tranquilas. También para ellas, el papa Francisco ha tenido un recuerdo duro: «Hoy estamos viviendo un genocidio causado por la indiferencia general colectiva».
No quieren pensar en lo que las espera. Así nos va.
Autor: José M. Salaverri
Fuente: Eclessia

Los obispos españoles denuncian el acuerdo entre UE y Turquía para expulsar refugiados

Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones ante el acuerdo alcanzado ayer en Bruselas entre la Unión Europea y Turquía para devolver a este último país a todos los refugiados que últimamente han llegado a Europa desde las costas del Egeo, manifiesta su inmenso dolor ante esta y todas las ultimas tragedias humanitarias que afectan a emigrantes y refugiados
Nota publicada el 8 de Marzo
Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones ante el acuerdo alcanzado ayer en Bruselas entre la Unión Europea y Turquía para devolver a este último país a todos los refugiados que últimamente han llegado a Europa desde las costas del Egeo, manifiesta su inmenso dolor ante esta y todas las ultimas tragedias humanitarias que afectan a emigrantes y refugiados. Nos olvidamos que “detrás de estos flujos migratorios, en continuo aumento, está siempre la inhumanidad de un sistema económico injusto en que prevalece el lucro sobre la dignidad de la persona y el bien común; O la violencia y la ruina que genera la guerra, la persecución o el hambre”. Tal y como manifestamos ante la Jornada Mundial de Migraciones del pasado 17 de Enero de 2016
Queremos unir nuestra voz de pastores de la Iglesia a la de las organizaciones eclesiales que trabajan con inmigrantes y refugiados, que han hecho oir su voz en defensa de los derechos de estas personas desvalidas que reclaman con justicia nuestra solidaridad…”
Celebramos asimismo como también escribíamos entonces que “el trabajo, la reflexión y la toma de posturas en común, que se viene realizando entre las diversas organizaciones eclesiales que trabajan con especial preferencia en el campo socio-caritativo, ha sido un signo elocuente de fraternidad y de comunión eclesial”. Y tal y como los obispos señalábamos en el citado mensaje, “mantener un discurso común contribuirá más eficazmente a haceros oír, a sensibilizar a nuestra comunidades en la defensa de los derechos de refugiados e inmigrantes y a avanzar en el cultivo de la cultura de la acogida e integración de estos hermanos”.
Y en este mismo sentido desearíamos para toda Europa proyectos como los que alabó el Santo Padre en el ángelus del pasado 5 de marzo: “Como signo concreto de compromiso por la paz y la vida quisiera citar y expresar admiración por la iniciativa de los pasillos humanitarios para los refugiados, iniciada recientemente en Italia. Este proyecto piloto, que une la solidaridad y la seguridad, consiente ayudar a personas que huyen de la guerra y de la violencia, como los cien de refugiados ya trasladados en Italia, entre los cuales niños enfermos, personas discapacitadas, viudas de guerra con hijos y ancianos. Me alegro también porque esta iniciativa es ecuménica, siendo sostenida por la Comunidad de San Egidio, Federaciones de las Iglesias Evangélicas Italianas, Iglesias Valdenses y Metodistas”.

Los obispos de la Comisión Episcopal de Migraciones Madrid 8 de marzo de 2016