sábado, 30 de septiembre de 2017

A mis soledades voy,
de mis soledades vengo,
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos.

 Lope de Vega.


Con esta rima encabeza el  poeta una larga reflexión en donde va desgranado las contrariedades  internas mas frecuentes que se dan en el alma humana.  Hoy quiero centrarme en el tema de la soledad  animado por  lo que conmemoramos este primero de Octubre y que ya hemos sañalado en este mismo blog. y para lo que la rima que encabeza  viene muy bien como cita.  Recordamos, en este uno de octubre,  a los mayores, a nuestro mayores, con todo lo que hay a la vista y lo que a ella se esconde.
  En días pasado  un documetal que se vio en televisión  nos decía que la soledad  es una de  los problemas mas  agudos que se está planteando en nuestra sociedad y  una de las grandes preocupaciones de nuestra sanidad española.
 Esta situación de soledad, cuando uno es joven, la sobrelleva mas o menos bien, porque se tiene libertad de movimientos, de entrar y salir,  ir y venir, hacer amigos ocasionales o no, pero el problema, con el paso del tiempo, se va acentuando y adquiere caracteres mas serios; la soledad se quita la careta en la mayoría de edad, etapa de la vida a la que todos queremos llegar, porque nadie quiere morir  y muchos menos, temprano.

 Es ahí cuando casi siempre la soledad se convierte en dolor, sentimiento de angustia, abandono y pena... Y los recuerdos de un tiempo pasado que fue mejor y que ya no volverá, se convierten en martillo. Soledad que no es ni querida ni buscada, sino impuestas y para la que, en muchas de las ocasiones, no se está  preparado. El reportaje que antes cite hablaba una señora  que había quedado viuda, sin hijos y sin parientes cercanos, solo los vecinos;  nos decía que durante el día mas o menos bien, pero que en la noche es algo  muy duro, doloroso y que, con frecuencia, la almohada se humedece con lágrimas casi sin darse cuenta. Para este sector de la sociedad, silencioso, pero no por ello escaso, el problema  de la soledad  es acusiante y mas cuando no están capacitados, y la mayoría no lo esta, para manejarse en las redes sociales; cuando casi no  son capaces de entendérselas con un móvil y mucho menos con un ordenados, cuando  va faltando la vista  ya no se es  capaz de  leer una factura  o un aviso que nos llega, cuando la movilidad es reducida o nula, cuando hay que bajar de un cuarto piso  sin ascensor a  comprar el pan o a tirar la basura o , simplemente, salir a la calle... De esto, hay mucho, mas de lo que pensamos, se lo aseguro... y lo sabemos.

Es un sector  de ciudadanos  silente, que no tiene capacidad para reivindicar no ya derechos, sino  atención y asistencia... Hemos de estar al tanto, al loro, como se suele decir, porque están ahí, quizá puerta con puerta, en nuestro bloque, sufriendo  y pasando penas; pared con pared... lo mas triste es que nosotros, en muchas de las ocasiones, no nos enteramos o, si nos enteramos, no podemos atenderles porque  no tenemos tiempo, nos decimos
Los seguidores de Jesús, sobre todo desde las parroquias, hemos de estar  atentos a esta nueva forma de pobreza y de marginación que tan callada  se va generalizando cada vez mas en nuestra sociedad. No podemos pasar de largo; como en la parábola del Samaritanos, hay que pararse y tratar de curar heridas, aliviar penas y consolar desconsuelos.
José Rodríguez Díaz

No hay comentarios:

Publicar un comentario