sábado, 10 de diciembre de 2016

Buscando a nuestros hijos migrantes

La Caravana de Madres de Desaparecidos sensibiliza a la población del profundo dolor que provoca para miles de familias la desaparición y ausencia de sus parientes

Luego de recorrer Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y varios estados de México, la XII Caravana de Madres de Migrantes Desaparecidos de Centroamérica “Buscamos vida en caminos de muerte”, llegó hace unos días a la capital azteca.
El programa de actividades incluye encuentro con senadores, visita a reclusorio, y presentación el documental “A mí no me va a pasar”, de la productora audiovisual En la línea.
Con el apoyo de una amplia red de organizaciones humanitarias mexicanas e internacionales, la caravana deja su huella, y levanta su voz en 11 estados y 30 localidades de México.
Sus miembros visitan albergues, cárceles y las calles de los poblados y caseríos por los que pasaron sus hijos rumbo hacia el norte, indica un comunicado firmado por Martha Sánchez, presidenta del Movimiento Migrante Mesoamericano.
Realizarán la labor de la cual son fundadoras y expertas: visibilizar la ausencia de miles de centroamericanos que desaparecieron en México desde hace décadas, indica el texto.
Luego de entrar por La Mesilla el pasado 15 de noviembre, la caravana se dirigió a Frontera Comalapa, Nueva Linda, Comitán y San Cristóbal de las Casas, en el estado mexicano de Chiapas.
Martha Sánchez, presidenta del Movimiento Migrante Mesoamericano, y madres de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua, expresó que el propósito del recorrido es sensibilizar a la población del profundo dolor que provoca para miles de familias la desaparición y ausencia de sus parientes, cuyo rastro se perdió a su paso por México.
Durante los últimos 12 años, el grupo localizó a 265 de sus familiares, de 800 casos que tienen registrados, afirmó.
Está previsto que el próximo día 26 concluya la XII caravana, en la Ciudad de México, dónde sostendrán una reunión con funcionarios del Instituto Nacional de Migración.


Las calles de Alepo son sinónimo de muerte, destrucción y desolación



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