HAY QUE VOLVER A EMPEZAR.
En el primer texto de este domingo ( 2º Re. 5,14-17 ) nos encontramos a Naamán, el sirio, que viene hasta Israel buscando al hombre de Dios Eliseo, para que le cure de una vergonzosa enfermedad que hasta ahora nadie había podido curarle: la lepra. Es un hombre pagano, no es del pueblo de la alianza y no tiene reparos en acudir al Hombre de Dios que vive en Israel, para ver si puede devolverle la salud aunque este gesto le ponga en evidencia frente a los suyos. El quiere sanar y aunque al principio se resiste porque no le cuadran las cosas que Eliseo le dice que haga, no esperaba que le mandara algo tan simple como bañarse en el río, termina obedeciendo y sana. Lo cierto es que el hombre queda tan agradecido que no sabe como recompensar al profeta ante la negativa de este a recibir cualquier tipo de recompensa, porque ha actuado en nombre de Dios y es a este a quien hay que agradecer; Naamán se lleva un carro de tierra para adorar al Dios del profeta en su pais, en su casa y con los suyos y solo a este. Encontramos en este pasaje, sanación y salvación desde el agradecimiento y cosas tan interesantes como eso de que todo el que busca al Señor con sinceridad termina encontrándole; la certeza de que Dios sana no solo el cuerpo, sino también el Espíritu... Este hombre recupera la alegría y la seguridad, la paz y las ganas de vivir... Ha encontrado la fe y la paz en el Dios verdadero. En la segunda lectura Pablo sigue animando a Timoteo ( 2a Tim. 2,8-13) para que sea fiel en el seguimiento de Cristo, en la enseñanza que ha recibido y que a su vez ,ha de transmitir. En esta ocasión le recuerda la trascendencia de Cristo que atraviesa toda la existencia y que origina la salvación en aquellos que creen y esperan en El. Por eso es tan importante hacer memoria de Jesús, como le dice; recordarle, tenerle muy presente; en El esta la fuerza ante la adversidad, para aguantarlo todo. Jesús es la Buena Noticia. En el la salvación, nuestra gloria para siempre, le dice.De esta forma, la salvación que fué anunciada y que ahora se le pide a Timoteo avive en su corazón, podrá llegar a aquellos que han sido puestos bajo su cargo. Aprende a esperar en Jesús, le dice, aprende a recordarle, a tenerle siempre presente en tu quehacer, de esta forma tu tambien alcanzas la salvación junto con todos los que creemos y esperamos en Nuestro Señor Jesucristo, le dice Pablo.
En el texto del evangelio ( Luc. 17,11-19 ) no encontramos con que Jesús está entre Samaría y Galilea camino de Jerusalén; a la entrada de un pueblo un grupo de leprosos le pide sea compasivo con ellos. Jesús accede y les envía a cumplir con lo establecido por la ley que consistía en presentarse a los sacerdotes para certificar su sanación y poder reintegrarse a la comunidad,- esto para significaba que habian sido curados. Eran diez, pero tan solo uno de ellos va a ser el que dándose cuenta de lo que esta pasando se vuelve sobre lo andado lleno de agradecimiento, reconociendo la presencia de Dios en Jesús y, sobrecogido, se arrodilla en señal de aceptación, admiración y gratitud. Lucas, como siempre, nos deja caer el detalle: el que volvió era un samaritano. ( Para los de Judea, un pagano)
Así que, tanto en la primera lectura como en el evangelio, nos encontramos con dos hombres que no son del pueblo de la alianza, el primero y el segundo que se ha exilado. Estos son los que buscando solución a su vida encuentran a Dios que les abre una puerta nueva a la esperanza. Ellos desde la evidencia y el agradecimiento, lo reconocen y le quieren adorar y prometen no dejarlo ya nunca mas. Para adorarlo en mi tierra dice Naamán; parar darle gracias en mi tierra y con mi gente el semiextranjero samaritano según los de Judea, el leproso.Como adorarte en tierra extraña ? Que se me peque la lengua al paladar dirían en la tierra de cautividad, si me olvido de ti Señor. El Señor recupera lo suyo, no poniendo trabas, tendiendo la mano, sanando, curando, de tal manera que todo el que le busca la va a poder encontrar. Es lo que tambien Pablo le dice a Timoteo: Haz memoria de Jesús, de su fidelidad, de su amor...El es nuestra salvación, en El nuestra razón de ser, en El nuestra alegría, nuestra paz y consuelo. En El nuestra gloria para siempre.
Búsqueda, petición, sanación, agradecimiento, salvación... Y ese saber de su presencia que habita en nuestra existencia llevándonos por caminos que aún no hemos soñado. Caminos de paz y alegría. Hay que volver a empezar. Si, hay que volver a empezar-
¡¡Feliz día del Señor !!
José Rodríguez Díaz.



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