LA ORACIÓN COMO ARMA ANTE LA ADVERSIDAD.
Indudablemente la reflexión de este domingo ha de ir por el tema de la oración que es lo que se nos ofrece en las tres lecturas y tambien, como no ? En el salmo ( 120 ), que reza: “El auxilio me viene del Señor...”
La primera lectura ( Éx. 18,8-13 ) nos transporta a esa experiencia tan vital y transcendental del pueblo de Israel en el desierto en donde Yavé siempre estuvo al tanto de sus necesidades ayudandole a la hora de afrontar dificultades. Fué necesario invocar una vez mas su presencia porque se sentían perdidos ante los hombres de Amelec que les atacaban y amenazaban con aniquilarles; es lo que vemos en esta ocasión. Por otro lado, nos percatamos que el pueblo ya ha tenido otra experiencia en ese mismo lugar, Rafidín, de la cercanía y la misericordia de Dios para con ellos, nos referimos a Masá y Meribá ( Ex. 17 ) donde el Señor les proporciona agua de una roca. Ahora estamos frente a las dificultades que plantean los habitantes del desierto que quieren aprovecharse de estos que caminan errantes, sin saber a donde llegar y que andan buscando una tierra donde poder establecerse y vivir. Quieren impedirles que sigan adelante, tienen miedo de que les desalojen de sus propiedades. El pueblo, frente tamaña dificultad, se defiende y además, acude al Señor y el Señor actua ante la súplica de Moisés y la defensa que hacen de sus vidas frente a la agresión. Moisés acude con el bastón que se le dió en el Sinaí. Los soldados de Amelec el agresor, son vencidos por los de Josué, con la ayuda del Señor.
Bueno, esta es la historia y lo que quiero concluir es que en todo momento hemos de estar dispuestos a defender nuestra vida, la vida, ante los ataques de los que quieren impedirla. Esto hemos de hacerlo usando nuestras fuerzas e inteligencia y tambien recurriendo a Dios que nos ayudará en ese empeño único y maravilloso que es vivir y vivir como pueblo de Dios. Hemos de despertar a la conciencia de que estamos en manos de Dios; pedir su ayuda e interceder con nuestra oración por aquellos que en la brega se esfuerzan por sacar el proyecto de la vida adelante. Proyecto que viene siendo el mismo proyecto de Dios. El ayudó y nos ayudará, pero se hace necesario que nosotros nos embarquemos en ello con todo lo que somos y tenemos y con nuestra suplica. Son las armas ( el bastón ) que Dios pone en nuestras manos para luchar por su proyecto que es nuestra misma vida.
La segunda lectura sigue siendo de la carta que escribe nuestro amigo Pablo al ya conocido Timoteo. Hoy nos paramos en ( Tm. 3,14-4.2) En donde le recuerda de donde viene su fe, cual es la fuente que de niño le alimento y lo que debe hacer ahora, en estos momento en donde la vida se le pone cuesta arriba y no sabe por donde caminar. La solución que Pablo le da es muy sencilla: sigue, sigue adelante... ¿Qué es eso de abandonar, de dejarlo todo, de dejar en mal lugar a los tuyos y la fe que de ellos has recibido ? Le interroga. El abandono siempre es una derrota que luego vas a tener que gestionar y no es fácil, mientras que si permaneces aunque pierdas, vas a estar con la conciencia tranquila de que hiciste todo lo que supiste y pudiste. Lucha, lucha como hombre de fe que eres. Ten presente, le dice, que el arma que Dios te da para la batalla es su misma palabra y la oración (como a Moisés el bastón). Palabra que has de proclamar a tiempo y a destiempo, insistiendo en ella; con ella y desde ella, reprende, exhorta con comprensión y pedagogía. Le está pidiendo que permanezca en y con Cristo Jesús en lo que ha aprendido y se le ha confiado.
Es el ruego que en boca de Pablo termina convirtiéndose en oración ante la dificultad de un hermano que no sabe qué hacer porque está confundido. Si Pablo le escribe desde estos parámetros, como sería su oración? Lo cierto es que lo encomienda al Señor por lo que ahora mismo ellos son y se pueden llamar, hermanos.El texto del evangelio nos remite a San Lucas 18,1-8, en donde Jesús les explica a los discípulos como tienen que orar, siempre y sin desanimarse y lo hace con la parábola del juez pasota y la señora impertinente. La conclusión de esta parábola nos plantea la necesidad que tenemos de invocar la justicia de Dios, es decir: la bondad de Dios y su misericordia para todo el que le invoca y nos lo pida. Pero... Alcontrario, si no invocamos al Señor, si no le dejamos estar en nuestra vida ¿que es la que va a suceder ? ¿ Por donde andará nuestra fe cuando llegue la hora de la verdad? ¿ Estaremos en ella o por el contrario nos habremos amodorrado arriconando a Dios en nuestro corazón hasta el punto de que ya casi no nos acordamos de El y por tanto hemos perdido los indicios de su existencia? Hay que espabilar, hay que decir y mucho, hay que hablar, hay que orar, para que no nos pueda ni el materialismo, ni el nihilismo, ni la arrogancia o la autosufciencia, el mecanisismo o el cientificismo que llevan a matar a Dios haciéndole desaparecer de nuestra vida, que no de la existencia. No nos fiemos pensando que bueno, cuando llegue el momento ya lo invocaré. Si, ojala y eso sea así, pero vas a poder acordarte o invocarle, vas a tener esa fe que te lleva a ponerse en sus manos despues de haber permitido y consentido que lo sacaran de tu existencia, de tu vida, de tu corazón... Despues de matar a Dios? A eso se refiere Jesús.
Conclusión: el salmo 120: “ El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra .”
¡¡Feliz día del Señor !!
José Rodríguez Díaz




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