sábado, 4 de octubre de 2025

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.

 CREER Y CRECER MIENTRAS ESPERAMOS. 

Los textos de este domingo nos ponen ante una realidad que está al orden del día entre los seguidores del Señor Jesús: la fe. Hemos de decir que no es algo nuevo aunque indudablemente cada época se encarga de mostrar sus matices y particularidades respecto al tema; en el fondo de todo hay alguien que se pregunta, que necesita saber y alcanzar una certeza estable, que quiere lograr la paz. Pero vamos a los textos, a la Palabra de Dios, que ahí seguro, encontraremos luz a nuestras objeciones, respuestas a nuestras preguntas y certeza ante nuestra dudas. El Espíritu Santo puede hacer eso y mucho mas con aquellos que se lo pidan. Otra cosa es que sean la luz, la certeza y las respuestas que nosotros esperamos que sean.

De entrada y en la primera lectura, nos encontramos con el profeta Habacuc ( Hab. 1,2-3;2,2-4) que vivió entre los siglos VI y V antes de Jesús. Por el texto descubrimos que este hombre ha debido de estar clamando al Señor y está en la sensación de que su plegaria no es escuchada y de ahí su queja: “ ¿ Hasta cuando clamaré, Señor, sin que me escuches ? Es la queja del profeta que ve cómo el dolor, el sufrimiento, la violencia, se adueñan de la vida y siente que el Señor no actúa ante su petición. Pero, va a tener respuesta, una respuesta que no es precisamente la que el espera quiere y desea. Se le dice: Escribe que aún no es el momento, que se acerca su termino y no fallará y llegará sin retrasarse. El texto termina diciéndonos lo siguiente. “ El injusto tiene el alma henchida, pero el justo vivirá por la fe”.


Es decir, ese tiempo de espera, ese plazo que solo es de Dios es el germen de la salvación para todos, para los que invocando al Señor saben esperar en el y no se dejan ganar por la soberbia de pensar que ellos lo pueden alcanzar todo por la fuerza de sus estrategias o su dinero y también para los que le invocan desde la humildad y su pobreza La salvación es cosa de Dios y El la obra desde parámetros que en muchas ocasiones al hombre se le escapan porque no están en su orbita de acción o no  entiende o acepta la pedagogía divina. La fe es lo único que queda en ese esperar-sabiendo, que el Señor actuará y en muchas ocasiones, no como nosotros deseamos y pedimos, este es el caso del profeta y a veces, también el nuestro. No podemos atrevernos a poner medidas, plazos a Dios. ( El si Dios quiere, que forma parte de nuestra jerga va por ahí ) El actuará cuando le parezca mas oportuno, bueno, saludable y salvador. No podemos olvidar que la salvación es para todos y de forma especial para los que la necesitan, es decir, los que causan el sufrimiento a los demás, los injustos, los que no quieren saber nada de bondad y generosidad porque los que están con Dios ya están salvados, el tiempo de Dios es tiempo de paciencia y casi siempre escapa a nuestro calendario de horas y días. El tiempo de Dios no es nuestro tiempo y Dios no mira solo lo que nosotros consideramos nuestra salvación, que también mira y atiende la de los otros que suelen estar en el lado opuesto al nuestro.

Cuando decimos que el deseo de Dios es que todos se salven acaso no es eso lo que estamos diciendo?

Lo único que va a impedir la salvación es el prescindir de Dios, lo de siempre, lo del relato de la creación; el no esperar en el, el no creer.

La fe pasa por saber esperar y confiar a pesar de todo.

La segunda lectura es de la segunda carta de Pablo a Timoteo ( 2a Tim.1,6-8.13-14 ) en donde le sigue aconsejando y animando a permanecer en la fe; le dice: “ No tengas miedo de dar la cara por el Señor y toma parte en los duros trabajos del evangelio según la fuerza que Dios te de... vive con fe y amor cristiano. Guarda este tesoro con la ayuda del Espíritu Santo”.

Pablo ha descubierto y comparte con Timoteo lo que vemos le falta al profeta: Nada de miedos, trabaja y dedícate al anuncio del evangelio aunque es duro y exigente, que Dios te irá mostrando a su tiempo y según necesidad el camino y dando la fuerza necesaria. Confía en el Señor y haz de esa fe tu vida y transmítela desde al amor que has aprendido con Cristo y deja que el Espíritu Santo te ayude a valorar todo lo que tienes y cuídalo.

De donde descubrimos que la fe es un don que hemos de cuidar, algo dinámico que ha de estar en continua renovación y aprendizaje, como la vida misma.

En el texto del evangelio que es de San Lucas ( Lu. 17,5-10 ) nos encontramos a Jesús invitando a los apóstoles que le piden les aumente la fe, a escarbar en sus corazones para averiguar hasta donde llega ese deseo que ellos manifiestan  y que quieren aumentar. Les responde con cosas que parecen ilógicas e imposible como la de arrancar una morera de cuajo y plantarla en el mar. Es decir, la fe es creer que con Dios se puede llevar a cabo lo que parece imposible, la fe  no es estar seguros de si, sino de Dios, es esperar en lo imposible y cuando se llega a realizar, pensar que no es cosa nuestra, que en realidad hemos hecho lo que debíamos hacer, que no somos mas que pobres siervos que se fían de su Señor, que en el fondo es el Señor quien lo hace todo. Y si esto es sorprendente mas lo es lo que dice a continuación y es que se vertieran los papeles en donde los criados serán sentados a la mesa del Señor y serán servidos por aquel a quienes ellos sirven; ¡¡Inaudito!!, esto no lo promete ni lo hace nadie. Esto tan solo lo alcanza el abandono de la fe, el dejar todo y nada en manos del Padre. Este es el estilo de vida propio de Jesús que propone a los que le piden les enseñe a caminar desde, con el y para el Padre, en este mundo y en cercanía con los hombres que buscan, o los que ya no buscan, por que se han cansado de hacerlo o simplemente, no quieren. La fe es saber esperar, trabajar y estar en fidelidad en el Señor junto a todos, sabiendo que cuando el llegue nos servirá y nos dará el rango de Señores, pero eso es el quien ha de hacerlo, no nosotros.

¡¡Feliz día del Señor!!

José Rodríguez Díaz




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