sábado, 23 de octubre de 2021

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B.

 A LA ORILLA DEL CAMINO


        Nos dice el evangelio de hoy que saliendo Jesús de Jericó se encuentra con Bartimeo, un ciego el cual le pide, cuando es preguntado, poder ver.

 También fue  en Jericó donde Jesús  se encontró  con otro hombre que no era querido por el pueblo el cual,  a partir de ese encuentro descubre el amor de Dios y reparte, con amor,  todo lo que había robado.  Como saben  me refiero a Zaqueo, el recaudador de impuestos.

Si en nuestro amigo Zaqueo  hubo un movimiento  hacia Jesús  en su deseo de encuentro, también lo hay en Bartimeo al que  le piden que calle y no moleste cuando grita al enterarse de que Jesús pasa por allí.

 El grito de Bartimeo es una confesión de Fe  pues llama a Jesús como el Hijo de David y le pide compasión, señal de que  sabia y esperaba que el Señor le  podía ayudar sanándole de su ceguera. La reacción de este hombre cuando se siente atendido y tenido  en cuenta es  de alegría  llena de esperanza y  acude, como puede, a  los pies del Maestro   despreocupándose del manto, tan necesario para  los indigentes.

Jesús le pregunta, le escucha y concede el deseo  que este hombre le manifiesta con fe  y el agradecimiento  le lleva  a seguirle por el camino. Tanto  en el primero, Zaqueo, como con Bartimeo, la presencia del maestro,  la atención que les presta, el encuentro, hace que  cambien la vida, que empiecen algo nuevo

 Y es ahí donde  me quiero fijar hoy... El encuentro con Jesús  cambia nuestra vida siempre que sea  sincero y desde la verdad por nuestra parte, siempre que  esté afianzado en la  fe que se manifiesta en la seguridad de saber que  puede sanarnos, ayudarnos a  transformar nuestra existencia.

El texto termina diciéndonos : " Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino". 

Este hombre no solo recobra la vista sino la libertad de  poder moverse, de ver  qué le rodea, de contemplar los rostros, de  saber de colores y paisajes, de no andar a tientas... toda una  hermosa novedad.

Y sucede que en muchas ocasiones nosotros andamos como Bartimeo, no vemos y  andamos sentados a la orilla del camino  de nuestra vida  pidiendo una limosna para vivir y aunque  en muchas ocasiones y secretamente deseamos que alguien nos ayude, nos cuesta manifestar  nuestro problema y habrá gente que nos  pida silencio cuando ya no podamos más y gritemos al vislumbrar la posibilidad de salir  de la situación.

 Pero si acudimos con fe  al Señor, el  sabrá acercarse a nosotros,  escucharnos y concedernos aquello que le  pedimos y necesitamos y entonces, entenderemos en plenitud lo que Jesús  le dice:  "Tu fe te ha salvado"

¡¡Feliz día del Señor!!

José Rodríguez Díaz






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