A LA ORILLA DEL CAMINO
También fue en Jericó donde Jesús se encontró con otro hombre que no era querido por el pueblo el cual, a partir de ese encuentro descubre el amor de Dios y reparte, con amor, todo lo que había robado. Como saben me refiero a Zaqueo, el recaudador de impuestos.
Si en nuestro amigo Zaqueo hubo un movimiento hacia Jesús en su deseo de encuentro, también lo hay en Bartimeo al que le piden que calle y no moleste cuando grita al enterarse de que Jesús pasa por allí.
El grito de Bartimeo es una confesión de Fe pues llama a Jesús como el Hijo de David y le pide compasión, señal de que sabia y esperaba que el Señor le podía ayudar sanándole de su ceguera. La reacción de este hombre cuando se siente atendido y tenido en cuenta es de alegría llena de esperanza y acude, como puede, a los pies del Maestro despreocupándose del manto, tan necesario para los indigentes.
Jesús le pregunta, le escucha y concede el deseo que este hombre le manifiesta con fe y el agradecimiento le lleva a seguirle por el camino. Tanto en el primero, Zaqueo, como con Bartimeo, la presencia del maestro, la atención que les presta, el encuentro, hace que cambien la vida, que empiecen algo nuevoY es ahí donde me quiero fijar hoy... El encuentro con Jesús cambia nuestra vida siempre que sea sincero y desde la verdad por nuestra parte, siempre que esté afianzado en la fe que se manifiesta en la seguridad de saber que puede sanarnos, ayudarnos a transformar nuestra existencia.
El texto termina diciéndonos : " Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino".
Este hombre no solo recobra la vista sino la libertad de poder moverse, de ver qué le rodea, de contemplar los rostros, de saber de colores y paisajes, de no andar a tientas... toda una hermosa novedad.
Y sucede que en muchas ocasiones nosotros andamos como Bartimeo, no vemos y andamos sentados a la orilla del camino de nuestra vida pidiendo una limosna para vivir y aunque en muchas ocasiones y secretamente deseamos que alguien nos ayude, nos cuesta manifestar nuestro problema y habrá gente que nos pida silencio cuando ya no podamos más y gritemos al vislumbrar la posibilidad de salir de la situación.Pero si acudimos con fe al Señor, el sabrá acercarse a nosotros, escucharnos y concedernos aquello que le pedimos y necesitamos y entonces, entenderemos en plenitud lo que Jesús le dice: "Tu fe te ha salvado"
¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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