Su nombre es Gabriel Cruz, el lugar Las Hortichuelas de Níjar en Almería, el asunto su desaparición desde hace ya varios días. De nuevo el martillo del dolor rompe la vida sencilla de sus padres, familia y todo un pueblo. No se sabe donde está y nos tememos lo peor. Le buscan y rebuscan y no aparece ninguna pista que diga algo sobre el. Ha desaparecido.
No es el primero, esperemos y deseamos de corazón que sea el último. Nosotros de esto sabemos algo ya que en nuestra isla hemos sufrido dos y no se sabe nada de ellos. Sí sabemos del dolor de los padres, cuya vida se rompe para siempre y de su familia, con quienes nos queremos solidarizar.
Creo que estamos obligados a plantearnos seriamente que es lo que está sucediendo y no dejar que las noticias de cada día ahoguen este tipo de acontecimientos hasta que vuelva a poner un nuevo caso en nuestras vidas.
Nos damos cuenta de que no es suficiente el cuidado y vigilancia que establecen los padres y los mas cercanos a las victimas, se hace insuficiente porque no es solo cuestión de estar vigilantes sino de tomar medidas que penalicen severamente, no ya un caso así, sino cualquier intento que vaya en esa línea.
Nos asiste el deber y la obligación de proteger a los miembros mas débiles de nuestra sociedad, niños, jóvenes y ancianos, frente a aquellos que hacen daño y que se atreven con ellos porque son mas vulnerables. Estamos en la responsabilidad de denunciar a estos agresores sean quienes sean y vengan de donde vengan.
No podemos quedarnos en la pena que nos da, con la lágrima en el ojo, con colaborar en la búsqueda o con rezar para que aparezca, hace falta algo mas, no se el que, no tengo la solución, lo que sí se es que con esto hay que acabar y que entre todos hemos de encontrar la solución. Esto es algo que a todos nos toca, a todos nos atañe.
José Rodríguez.
No es el primero, esperemos y deseamos de corazón que sea el último. Nosotros de esto sabemos algo ya que en nuestra isla hemos sufrido dos y no se sabe nada de ellos. Sí sabemos del dolor de los padres, cuya vida se rompe para siempre y de su familia, con quienes nos queremos solidarizar.
Creo que estamos obligados a plantearnos seriamente que es lo que está sucediendo y no dejar que las noticias de cada día ahoguen este tipo de acontecimientos hasta que vuelva a poner un nuevo caso en nuestras vidas.
Nos damos cuenta de que no es suficiente el cuidado y vigilancia que establecen los padres y los mas cercanos a las victimas, se hace insuficiente porque no es solo cuestión de estar vigilantes sino de tomar medidas que penalicen severamente, no ya un caso así, sino cualquier intento que vaya en esa línea.
Nos asiste el deber y la obligación de proteger a los miembros mas débiles de nuestra sociedad, niños, jóvenes y ancianos, frente a aquellos que hacen daño y que se atreven con ellos porque son mas vulnerables. Estamos en la responsabilidad de denunciar a estos agresores sean quienes sean y vengan de donde vengan.
No podemos quedarnos en la pena que nos da, con la lágrima en el ojo, con colaborar en la búsqueda o con rezar para que aparezca, hace falta algo mas, no se el que, no tengo la solución, lo que sí se es que con esto hay que acabar y que entre todos hemos de encontrar la solución. Esto es algo que a todos nos toca, a todos nos atañe.
José Rodríguez.
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