DOMINGO DE RAMOS EN LA PASIÓN DEL SEÑOR. CICLO B.
De la mano del evangelista San Marcos entramos este año en la semana santa, con el relato que nos hace de la pasión del Señor después haber celebrado la liturgia de la entrada solemne de Jesús en Jerusalén y donde es aclamado como "¡¡Bendito el que viene en nombre del Señor!!"
La liturgia de este día se mueve en un tono agridulce en donde se nos apunta la alegría del triunfo ( resurrección) junto con la tristeza y el dolor por donde debe pasar el que ha de obtener la victoria ( pasión y muerte)
La Iglesia siempre está celebrando esta doble dimensión tan humana y tan divina: dolor - muerte - esperanza - gloria, auspiciada por el Padre pues cada vez que celebra la acción de gracias, la Eucaristía, lo hace patente al exclamar, inmediatamente después de la consagración haciéndo suya, la expresión de " Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ¡ Ven, Señor Jesús!"
La Semana Santa aparece , por tanto, como un intento mas detenido, pausado, y detallado de lo que la comunidad expresa todos los días, de lo que aquellos acontecimientos significaron y deben significar hoy para los que queremos seguir a Jesús y para todo el que le busca con corazón sincero.
Dentro de la Semana Santa las lecturas de la pasión del Señor y las celebraciones en las que se enmarcan, no obedecen a un intento de regodeo en el dolor, sino a una aspiración, a un deseo de la Iglesia, de ser cada vez mas, de configurarse cada vez mas, con Cristo, muerto y resucitado, que es su Señor.
La iglesia no puede, no quiere olvidar, el tránsito de su Señor pues ella misma entiende que está también llamada a vivirlo y a superarlo con la fuerza y la gracia de Dios; Ella misma se reconoce humana, débil , pobre y necesitada de ayuda como Jesús, su Señor, que a lo largo de su vida y, sobre todo en su pasión, pasó por sentimientos de soledad, abandono, pena, pobreza y tristeza, pero siempre invocando al Padre, esperando en El... Y, eso, la iglesia lo sabe, lo ha de aprender de su Señor y por eso, no puede, no quiere, se resiste a olvidar, entendiendo que en la entrega de Cristo, en la Pasión de Cristo, hay una enseñanza, una lección, de la que ha de beber continuamente para mantenerse en fidelidad y coherencia.
Para los cristianos, la semana Santa no puede quedar solo en asistir a los cultos, que está muy bien; no puede quedar solo ir a procesiones, que está muy bien; no puede quedar solo en un sentimiento de pena, que está muy bien; debe ir un poco mas allá: arrancar de nuestro corazón una decisión firme de seguir y aprender con el Maestro en los caminos, a veces duros de la vida, fidelidad, coherencia, transparencia y confianza absoluta en el Padre.
¡¡Feliz domingo de Ramos!!
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