sábado, 4 de noviembre de 2017

MI AMIGO CHANO

Acude a la parroquia  todos los días, desde principios de verano, a compartir la Eucaristía y, poco a poco, nos hemos ido haciendo amigos, de tal forma, que cuando llegan las seis de la tarde ya le espero y el, en cuanto llega, me busca para contarme las novedades de su día a día. Es su forma de saludarme. Por mi parte, trato de escucharle con  respeto y atención.
En los primeros  momentos me contaba su gran preocupación por trabajar, sentirse útil; quería ayudar  en casa, yo le decía: ten paciencia, el Señor te ayudará. De vez en cuando me lo recuerda diciéndome: tenía usted razón, hay que tener paciencia  porque el Señor siempre ayuda. 
 Gracias al programa de inserción  laboral para personas con  discapacidades del Gobierno Autónomo y a su  trabajador social, del que  siempre habla muy bien, está trabajando y se siente el hombre mas feliz del mundo.
 Ahora me cuenta lo que hace cada día, el trabajo que ha realizado en la jornada, como lo pasa con sus compañeros... Es un gozo oírle hablar  sin estridencias y con agradecimiento.
Chano es un hombretón, lo que se dice hoy, un armario, pero noble y sencillo como un corderillo. No molesta, no da la lata, respetuoso y muy sereno.
En alguna ocasión le pido que  me ayude  vigilando la iglesia si estoy apurado atendiendo algún asunto; cuidame la iglesia, le digo, y  lo hace  fielmente. Pienso para mis adentros que la suya  una forma de hacer parroquia, de sentirse iglesia. No  destaca por su brillantez, por su hacer, por sus ideas; si por su nobleza, su fidelidad, su sencillez...
 Se siente feliz, útil y  yo doy gracias por mi amigo Chano, porque es como si el Señor me dijera cada tarde, desde su presencia: hola, aquí estoy, ya llegue.
José Rodríguez Díaz.




No hay comentarios:

Publicar un comentario