sábado, 18 de marzo de 2017

2ª predicación de cuaresma del padre Cantalamessa ante el Papa: “El Espíritu Santo nos introduce en el misterio de la divinidad de Cristo”

“San Agustín decía: «No es gran cosa creer que Jesús ha muerto; esto lo creen también los paganos, los judíos y los réprobos; todos lo creen. Pero es algo verdaderamente grande creer que Él ha resucitado. La fe de los cristianos es la resurrección de Cristo». Además de sobre la muerte y la resurrección, lo mismo se debe decir de la humanidad y divinidad de Cristo, cuyas respectivas manifestaciones son muerte y resurrección. Todos creen que Jesús sea hombre; lo que diferencia a creyentes y no creyentes es creer que él es Dios. ¡La fe de los cristianos es la divinidad de Cristo!”


Papa Francisco en homilía en Santa Marta 16-2-17: «La indiferencia hacia el pobre es corrupción»

* «¿Qué sentimos en el corazón cuando vamos por el camino y vemos a un sin techo, vemos a niños solos que piden limosna? ‘No, pero estos son de aquella etnia que roba…’. ¿Sigo adelante, hago así? ¿Qué cosa siento yo? Esto forma parte del panorama, del paisaje de una ciudad, como una estatua, la parada del autobús, la oficina del correo ¿Y también los sin techo son parte de la ciudad? ¿Esto es normal? Estén atentos. Estemos atentos. Cuando estas cosas resuenan en nuestro corazón como normales  – ‘pero sí, la vida es así… y yo como, bebo, y para quitarme un poco de sentido de culpa doy una limosna y voy adelante’ – el camino no va bien»


Papa Francisco en la Audiencia General: «Alegres en la esperanza, reaviven en sus corazones el amor de Dios y compártanlo»

* «Vivir y actuar el mandamiento del amor es un don de la gracia de Dios; por eso, cuando amamos, hay que evitar caer en la hipocresía de buscar nuestros propios intereses, y también en la idea falsa de pensar que si amamos es sólo mérito nuestro. La auténtica caridad nace del encuentro personal con el rostro misericordioso de Jesús, y nos lleva al encuentro sincero con los hermanos. Sólo de esta forma podremos mantenernos alegres en la esperanza, pues sabemos que a pesar de nuestras debilidades y fallos, y hasta en los momentos más difíciles, el amor de Dios nunca nos abandona, y nos impulsa a compartir con nuestros hermanos todo lo que cada día recibimos de él»

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