DOMINGO TERCERO DE CUARESMA, CICLO A.
Jun. 4,5-42
DAME DE BEBER
Es normal que cuando uno se pone en camino en pleno verano y llega el medio día sienta sed y busque un lugar donde poder refrescarse y refrescar su garganta. Es lo que le pasa a Jesús que se acerca hasta el pozo de Jacob en busca de alivio a su cansancio aun a sabiendas que si le encuentran no va a ser bien recibido, porque se halla en tierra de samaritanos y así sucede, pero Jesús se pone por encima de cualquier prejuicio y no se cohibe a la hora de pedir el favor del agua a la mujer que se ha llegado hasta el pozo a llenar su cántaro. Lo hermoso de todos esto, aparte de lo que sucede en el brocal del pozo con la mujer, es que se nos muestra a un Jesús humano, cansado del camino y necesitado de ayuda.
Aparte de todo lo que ya sabemos hoy quiero llevar la reflexión por el camino de nuestro cansancio a la hora del anuncio de la Buena Noticia. Eso es algo que nos atañe a nosotros hoy.
Hemos de aprender de Jesús que acepta su humanidad. También nosotros hemos de aceptar nuestro cansancio, nuestra humanidad, buscar alivio donde sabemos que lo podemos encontrar, no cerrarnos a nadie a la hora de pedir el favor del agua para apagar nuestra sed. Nos sucede que nos cansamos, que nos sentimos sin fuerzas, pero también sabemos que el Señor se vale de todo para socorrernos y ayudarnos.
Sabemos por experiencia que lo mismo que nosotros somos ayudados podemos ayudar a quien le pedimos socorro, porque la palabra de Dios nos acompaña y, se supone, que conforma toda nuestra existencia.
¡¡Cuantas veces no nos llega la tentación de dejarlo todo porque nos sentimos cansados y solos en esta tarea de evangelizar!! ¿ Verdad que en mas de una ocasión? Pues ahí tenemos el ejemplo del Maestro, el que enseña, con vida y palabra, que no tira la toalla. No nos dice el texto si la mujer llegó a darle agua o no, lo que si nos dice es que ella encontró la respuesta a su vida, la paz interior y el consuelo de saber que Dios también la ama.
Ella siente y sabe que algo en su interior se transforma y se convierte en anunciadora y lleva a los suyos al encuentro con el Hombre que halló en el brocal del pozo y que le puso frente a su realidad vital y personal.
Es un pasaje del evangelio de San Juan muy hermoso, que da para mucho, pero hoy me conformo con lo que llevamos dicho.
¡¡Felíz día del Señor!!
Jun. 4,5-42
DAME DE BEBER
Es normal que cuando uno se pone en camino en pleno verano y llega el medio día sienta sed y busque un lugar donde poder refrescarse y refrescar su garganta. Es lo que le pasa a Jesús que se acerca hasta el pozo de Jacob en busca de alivio a su cansancio aun a sabiendas que si le encuentran no va a ser bien recibido, porque se halla en tierra de samaritanos y así sucede, pero Jesús se pone por encima de cualquier prejuicio y no se cohibe a la hora de pedir el favor del agua a la mujer que se ha llegado hasta el pozo a llenar su cántaro. Lo hermoso de todos esto, aparte de lo que sucede en el brocal del pozo con la mujer, es que se nos muestra a un Jesús humano, cansado del camino y necesitado de ayuda.
Aparte de todo lo que ya sabemos hoy quiero llevar la reflexión por el camino de nuestro cansancio a la hora del anuncio de la Buena Noticia. Eso es algo que nos atañe a nosotros hoy.
Hemos de aprender de Jesús que acepta su humanidad. También nosotros hemos de aceptar nuestro cansancio, nuestra humanidad, buscar alivio donde sabemos que lo podemos encontrar, no cerrarnos a nadie a la hora de pedir el favor del agua para apagar nuestra sed. Nos sucede que nos cansamos, que nos sentimos sin fuerzas, pero también sabemos que el Señor se vale de todo para socorrernos y ayudarnos.
Sabemos por experiencia que lo mismo que nosotros somos ayudados podemos ayudar a quien le pedimos socorro, porque la palabra de Dios nos acompaña y, se supone, que conforma toda nuestra existencia.
¡¡Cuantas veces no nos llega la tentación de dejarlo todo porque nos sentimos cansados y solos en esta tarea de evangelizar!! ¿ Verdad que en mas de una ocasión? Pues ahí tenemos el ejemplo del Maestro, el que enseña, con vida y palabra, que no tira la toalla. No nos dice el texto si la mujer llegó a darle agua o no, lo que si nos dice es que ella encontró la respuesta a su vida, la paz interior y el consuelo de saber que Dios también la ama.
Ella siente y sabe que algo en su interior se transforma y se convierte en anunciadora y lleva a los suyos al encuentro con el Hombre que halló en el brocal del pozo y que le puso frente a su realidad vital y personal.
Es un pasaje del evangelio de San Juan muy hermoso, que da para mucho, pero hoy me conformo con lo que llevamos dicho.
¡¡Felíz día del Señor!!
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