viernes, 29 de marzo de 2013

VIERNES SANTO.

  ESA CRUZ QUE NOS SALVA.
"Hoy te he visto cargando con la cruz, con tu cuerpo marchito como flor. Hoy te he visto cargando con tu cruz por las calles del olvido  e incomprensión". Hoy te he visto, cada día te veo,  y no me dice nada tu sufrimiento, tu abandono, tu quedar sin fuerzas, tu vivir desorientado, desnortado, tu soledad, tu silencio.
Te  he visto como barca a la deriva que las olas zarandean.































"¡Pueblo mío qué te he hecho, en qué te he ofendido, respóndeme!" Si yo solo he puesto el bien en tus manos, de dónde viene tanto olvido, tanta ingratitud, si tú tienes un corazón igual al mío, capaz de amar y entregarse generosamente.
"Miren el árbol de la cruz donde ha sido clavada la salvación del mundo". Venga, vamos, vamos a adorarlo, a aceptarla, vamos a desclavar tantos Cristos que hoy  pasan a nuestro lado runruneando su pena y cavilando a ver cómo se saca el día adelante.  Busquemos escalera y tenazas para arrancar los clavos que sostienen la vida cosida al dolor... Solidaridad, esperanza, ternura, sinceridad,  constancia, fe en la persona.
María, dinos cómo te hiciste con el ungüento con el que lo perfumaste y lavaste los pies del Maestro para nosotros hacer lo mismo y curar tanta herida que amarga la vida.
"Levanta los ojos entorno y mira". Eso, levantemos la mirada, miremos a lo alto y luego alrededor nuestro y descubriremos jóvenes que no han oído hablar más que de placer, de vivir a costa de lo que sea, a costa de perder el mejor regalo: ser hijos del Padre. También descubriremos ancianos que ya lo han dado todo y solo saben esperar dependiendo comprensión, paciencia, ternura, dedicación... Se han cansado tanto de esperar que ya, a veces, no esperan nada, siendo tan poco lo que necesitan, la pena y la amargura se han convertido en su pan cotidiano.
Fuera la indiferencia, fuera la pereza, fuera el egoísmo y la vanidad, levantemos la vida de los niños con respeto, devoción y ternura; la de la mujer manipulada de forma torticera, muñeca de cartón que ha sido abandonada por su dueño y que el agua de la lluvia ha deshecho, le quieren quitar el mejor y mayor don que les ha sido dado: ser madres. Y es que al capital le interesa más el dinero que la vida
Uno de Cirene le ayudó a llevar la cruz porque se caía. Y una mujer, arriesgándolo todo, le limpió el rostro. No podemos quedarnos en la compasión o en la lágrima, hay que actuar, tenemos que olvidarnos de nosotros y pensar más en el otro, en el que sufre con razón o sin ella, en el que ha sido engañado, en el que va dejando la vida a golpe de martillo.
¡Cristo óyenos, Cristo escúchanos! Lo mismo que escuchaste al que moría junto a ti y a quien le devolviste la esperanza. Estamos muriendo clavados a las cruces que nos hemos fabricado y nos ronda la desesperanza. 
A veces no sabemos que hacer con nuestra vida  ante el dolor y la muerte porque, con frecuencia, nos olvidamos de tu Cruz Salvadora, Jesús. Pensamos que como la nuestra no hay ninguna, a pesar de que no nos salva, sino que nos lleva a la desesperanza porque no hemos dejado que tú, Señor, la compartas. No queremos compartirla contigo.
Ante el dolor, propio o ajeno, con frecuencia nos olvidamos del Padre bueno que nos ama... Le hemos dado la espalda. Es la hora del "acuérdate de mí" y de escuchar la palabra consoladora del Señor cargada de esperanza.
Es la hora del ¡Padre, en tus manos pongo mi vida! En tus manos ponemos la vida, toda vida
Y con estas manos, con las nuestras y las tuyas, queremos sostener la vida, aliviar la vida, sostener la cruz en alto como signo de salvación y no de condena, como signo de entrega y no de castigo, como signo y señal de tu amor y nuestro amor, como garantía de perdón, reconciliación y rescate. Como garantía de Salvación.
 
  

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