Por María Sámchez
Desde tiempos inmemorables los hombres y mujeres negros
fueron denigrados, humillados, vendidos a los blancos como esclavos. Se les dio
caza como mano de obra barata o matándolos, sencillamente, por su color.
Pero, como ya se sabe, el hombre es el lobo para el hombre.
De este modo se comportan en los países africanos con sus congéneres, cuando
nacen con un color diferente al suyo, cuando nacen albinos.
Estos seres son repudiados por su propia familia al ser considerados
como una maldición, sufren el desarraigo social, no son admitidos en los
colegios, y no es extraño verlos mendigar por las calles en busca de alimento. Aquellos
que logran sobrevivir, si no son asesinados antes, sufren todos los problemas
que la enfermedad conlleva. Por un lado padecen en su delicada piel los
estragos de un sol de justicia que no les abandona un solo día, con el
agravante de carecer de la medicación necesaria. Esto les lleva a padecer
cáncer de piel que, irremediablemente, les lleva a la muerte.
Sus ojos, de un color excesivamente claro no son protegidos
por la luz del sol, como sería lo correcto con gafas oscuras, al carecer de
medios económicos con los que poder adquirirlas.
Sin embargo no terminan aquí sus problemas. Existen otros de
mayor envergadura y más graves. Son perseguidos para matarlos con el fin de
quitarles; las extremidades, la piel,
los huesos y los ojos. Con esto los brujos preparan pócimas que adquieren los
fanáticos que desean poseer unos poderes de los que carecen como puede ser:
suerte, riqueza, e inclusive la fertilidad. Los hay que, cegados por una incultura altamente fanática,
beben la sangre del recién fallecido para, según sus creencias, no contraer la
enfermedad del Sida.
Aunque son muchos los países africanos donde nacen albinos,
es en Tanzania donde se estima la mayor población de ellos. Se sospecha que
existen unas 170.000 personas padeciendo
la enfermedad.
Los datos oficiales no son todo lo cierto que debieran, pero
existe el recelo que unos 40 albinos fueron asesinados en 2012. Este hecho ha
provocado tal alarma en la comunidad internacional, que hizo presión en el
gobierno de Tanzania para que apoyara el nombramiento de una parlamentaria
albina.
Al mismo tiempo se ha suspendido la licencia a todos los
curanderos, se calcula que son más del 40% de la población, la que acude a
ellos.
Mientras que el porcentaje de albinos, en Europa y América
es de uno por cada 20.000 personas, en África hay un albino por cada 4.000
nacimientos. La razón para que ocurra este desfase es causada por otras de sus
costumbres y cultura. Esta enfermedad es hereditaria y la proliferación de la
endogamia dispara las cifras de los enfermos.
¿Cómo se
puede vivir siendo albino en un país donde el sol castiga
desde el amanecer
hasta las cuatro de la tarde y sin protección alguna? Desgraciadamente no
pueden vivir ni bien ni mucho. La mayoría muere antes de cumplir los 40 años.
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