UN DOMINGO PARA CONTEMPLAR
En este segundo domingo después de la Navidad somos invitados por los textos que vamos a proclamar en la Eucaristía a la contemplación .
Si, invitados a contemplar todo lo que hemos vivido y reflexionado a lo largo de este tiempo en el que hemos celebrado la cercanía de Dios, su voluntad desde la fragilidad de un niño, de acercarse a la humanidad y enaltecerla.
La gracia de Dios, desde su perdida por el hombre, ha ido rondando y lo sigue haciendo, la vida de los hombres y preparándose sitio para habitar con ellos, para ser uno como ellos, para solidarizarse y colocarse en un momento de la historia con voluntad de tender sus raíces mas allá de lo temporal. No ha escatimado en medios ni en momentos. Eso si, contando siempre con la voluntad rendida de aquellos que esperaron, siguen esperando en su fidelidad y misericordia.
Contemplar, repensar todo esto, creo que es motivo para dar gracias a Dios, como nos invita San Pablo, en la segunda lectura donde nos hace una hermosa reflexión sobre los planes del Padre para con nosotros, porque la gracia cristaliza en ello: en tiempo y hombre nuevo.
San Juan en el texto del evangelio, en el prólogo, que nos recuerda al primer relato de la creación, contempla el tiempo nuevo como una nueva creación: en Dios la total novedad. Dios hace y viene haciendo con los hombres algo nuevo que mira el pasado, pero que es distinto y lo hace desde su revisar la acción del Dios Trinitario en donde se acentúa la vida de la palabra creadora que se anonada hasta convertirse en criatura obediente, para mostrar misericordia y la voluntad de santificar a su criatura con y desde la fuerza del Espíritu Santo.
Esto ha sido anunciado, dicho y repetido por los profetas y los salmos donde se nos dice que "anuncia su palabra a Jacob" Palabra con vocación de dinamismo, no es estática. Dios no es estático, monolítico.
Como digo, un domingo para contemplar y alegrarnos con la promesa cumplida que se regenera en sí misma yendo mas allá de su cumplimiento porque se abre a un futuro de gracia y comunión que el hombre no puede ni sospechar, solo vislumbrar. Ya nos lo dice San Juan cuando escribe hablando de la Palabra que era la luz: " a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre" y San Pablo en la segunda lectura nos afirma: " nos predestinó a ser hijos adoptivos suyos por Jesucristo, conforme a su agrado; para alabanza de la gloria de su gracia, de la que nos colmó en el Amado" . Todo esto se lleva a cabo en lo espacio temporal, en nuestra historia, pero apunta a Dios, que es eternidad.
Celebrar las fiestas de la navidad es celebrar la voluntad férrea de Dios que se hace hombre para elevar al hombre a la dignidad de participar en su misma vida. Esto merece ser contemplado dejándonos renovar por la gracia, la ternura, la humildad de Dios, su generosidad, en una palabra, su amor .!! FELICES FIESTAS DE NAVIDAD Y FELIZ AÑOS NUEVO ¡¡
José Rodríguez Díaz
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