sábado, 30 de junio de 2018

LA VOCACIÓN ES UN REGALO
La llamada del Señor es siempre un regalo, es una invitación, es una propuesta. Una persona no opta por Cristo a la vida sacerdotal o la vida religiosa de una manera exclusivamente unilateral. Lo que hace es responder a una llamada que nace desde lo más profundo de su vida. Seguir la llamada es siempre una respuesta.
Los seminaristas y sacerdotes tenemos que ir periódicamente revisando la historia de nuestra particular llamada al seguimiento del Señor. Cuando van pasando los años vemos cómo esa llamada se purifica, se autentifica, se hace más del Señor. Necesitamos trazar una historia de nuestra vocación, ver sus puntos flacos y sus aciertos, sus alternativas y sus dolores.
Muchos han sufrido porque han iniciado un camino para el que no estaban llamados y se atrevieron a forzar la llamada. Querían entregar su vida por la causa del Evangelio, pero el Señor les quería para otra cosa… Cuando se fuerza la llamada vemos que con el tiempo va perdiendo fuerza, alegría y entusiasmo y se va progresivamente violentando la psicología de la persona y de su propia historia. Cuando me siento convocado por una llamada que no existe comienza el evangelio a convertirse en sufrimiento, las relaciones humanas en un infierno y la comunicación personal se trastorna gravemente. 
Es verdad que existen ocasiones que la llamada auténtica del Señor no es del todo clara, tiene que ir puliéndose y purificando con el camino. El seminario es la fuente purificadora de la llamada del Señor. Los católicos tenemos que exigir a nuestro seminario que esa labor de intermediación entre Dios y un joven sea lo más profunda posible. Me da la impresión que muchas llamadas verdaderas se han perdido porque no hemos sabido sintonizar con el latir de Dios. El seminario es un lugar para hacerse preguntas y encontrar respuestas. No puede ser una rampa que fomente la duda constante y la inestabilidad en distintos aspectos de la vida. Soy conscientes que estas afirmaciones son duras y atrevidas. La vida de las personas nunca es tan químicamente pura para decir con rotundidad la verdad que encierra las situaciones por las que pasa en la vida. Pero no es menos cierto que se pide al seminario claridad y firmeza para que dé una respuesta auténtica al joven sobre si su llamada es auténtica o es simplemente una sucedáneo de la vida…
©2007 Mario Santana Bueno

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