sábado, 23 de junio de 2018

La Palabra del domingo

Domingo XII del Tiempo Ordinario. Ciclo b. Solemnidad de la Natividad de San Juan Bautista.

             COMO UN RELÁMPAGO

Hoy celebramos el nacimiento  del Bautista, el Precursor. Lo que mas me llama la atención de este hombre elegido por Dios ya antes de su nacimiento, no es  todo lo que envuelve dicho acontecimiento, sino su fidelidad, el como desenvolvió su vida  hasta el último momento en la voluntad de Dios. Ese saber permanecer firme a pesar de las dificultades, tentaciones y miedos que le rodearon  y  que indudablemente debió sufrir.
 El aceptar que su tiempo había terminado dejando paso  al Cordero, como bien proclama cuando se encuentra con Jesús. No deja de ser una buena lección de humildad.
Hoy nos toca a nosotros, a la iglesia,  aplicar esa misma actitud de generosidad, de confianza, de fidelidad, preparando el camino del Señor,  sin pretender ocupar su sitio, reconociendo que nosotros no somos  los salvadores, sino que es el Señor Jesús quien sigue siendo  el Cordero de Dios que quita los pecados. Es bueno que el suba y yo baje, diría en determinada ocasión, no soy digno de asumir su papel, el mio es anunciarle, prepararle el camino y  es por ahí por donde hemos de caminar nosotros hoy.
  Los tiempos que vivimos, no son ni peores ni mejores, que los de su época  puesto que sigue habiendo gente que busca a Dios por oportunismo, por momentos, otros que le quieren utilizar, otros a quienes les gusta  lo que se dice, pero que no terminan de dar  el paso y otros con voluntad muy débil que   según las ocasiones están dispuesto a acallar  la palabra de Dios por intereses muy personales.

Lo nuestro, al igual  Juan, es la fidelidad; fidelidad  no falta de miedos y oscuridades y como el hizo hemos de  ponernos en búsqueda ante la duda:¿ Eres tú  el que ha de venir?  Y, lo mismo que el, aprender a  vencer la tentación de no apropiarnos de nada ni de nadie, aún a riesgo de quedarnos solos: Ese es el cordero de Dios, dijo señalando a Jesús que pasaba, y muchos de sus discípulos se fueron tras Jesús.
 Y le aborda el momento de la duda en la celda de Maqueronte y  envía discípulos a preguntar a Jesús. La respuesta que recibió debió  llenarle de paz porque  fue un reconocimiento de que lo había hecho bien: díganle lo que oyen y ven...
 Y le quitan la vida en un intento de callar la Palabra de Dios.
Podemos decir que su vida  fue como un relámpago que alumbrando la noche oscura permitió a muchos encontrar el camino que les condujo a Jesús.
¡¡Feliz día del Señor!!



  

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