JOSEPHINE COCHRANE (1839-1913)
Por Mary Almenara
Hay dos labores del hogar que a la mayoría de las personas,
sólo de pensarlo, les producen repeluz. Una de ellas y, tal vez la más repudiada, es la de limpiar el polvo.
Personalmente conozco a pocas personas que les agrade hacer este latoso trabajo
que como digo tiene pocos admiradores.
La siguiente es la de lavar los platos o fregar la loza,
como se dice coloquialmente. Aun teniendo el San Benito que siempre le
acompaña, suele ser el primer trabajo para muchos chicos que acaban siendo
grandes cocineros o chef, ya que siempre se empieza por el primer escalón y éste
es el primero acompañado por el de pelar papas.
A pesar de que las cosas han cambiado en el ámbito del hogar
pues los hombres colaboran con las faenas caseras, son las mujeres las que
mayoritariamente, se colocan delante del fregadero. Pero todo va cambiando, y
los jóvenes cuando preparan su casa, hacen hueco para el lavavajillas.
Este invento que tanto ayuda al ama de casa, no fue creado
hace tres días, tiene más años de vida de lo que podamos suponer.
La idea del primer lavavajillas fue de Joel Houghton quien
lo patentó en 1850 que sólo quedó en una idea patentada pero sin éxito.
Treinta años después (1880) una mujer patentó y construyó
ella misma la primera máquina para lavar platos. Esta fue Josephine Cochrane, quien
tras casarse con un hombre de negocios y político, recibía en su casa gran
cantidad de invitados a los que agasajaba con grandes banquetes, lo que
conllevaba el tener que fregar mucha loza. Aunque, lógicamente ella no lo
hacia, sí notó que cada vez se rompían más piezas de su lujosa vajilla china
del siglo VII.
Mujer emprendedora y de grandes ideas, decidió diseñar una
máquina que lavara, sin estropear, su delicada vajilla. Dentro de una caldera
de cobre dispuso una rueda con una serie de compartimentos, donde colocar por
separado, platos y vasos. La rueda se movía gracias a un motor haciendo éste
que entrara y saliera por varios conductos agua con jabón.
Su invento llegó a oídos de directores de hoteles y
restaurantes, quienes la obligaron a patentar y fabricar su artilugio de manera
más o menos masiva.
Había nacido el lavavajillas.
Josephine Cochrane fallecía el 3 de agosto de 1913.