sábado, 7 de marzo de 2015

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO TERCERO DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B. (Ju. 2,13-25)


ADÓRAME Y TODO SERA TUYO...
   Heredero de la tradición profética mas auténtica de su pueblo, nos encontramos hoy a Jesús desalojando a los cambistas del templo y reivindicando la casa del Padre como lugar de encuentro y de oración. El evangelista esto nos lo da a entender cuando en el relato nos hace referencia al salmo  68: " el celo de tu casa me devora " 

  Desde ahí descubrimos que  no es una simple forma de actuar motivada solo por lo social e injusto, sino que hay algo mas que lleva a Jesús a actuar de esa manera: el honor de Dios. El lugar de Dios había sido ocupado por los sumos sacerdotes y la adoración se había vuelto hacia el negocio  y la explotación bajo capa  de culto adecuado.
Sabe Jesús, hace rato, que con su comportamiento se esta ganando la crítica y  el desafecto de  los que mandan que veían que  no les hacia caso en lo que a las normas de culto y de pureza estaba establecido, pero no solo no les hace caso, sino que les critica y les pone en evidencia ante la gente. Ahora con lo del Templo, más.


 El sabía que estaba firmando su sentencia de muerte, pero eso no le paraliza ni le lleva a mirar  a otro lado. La realidad hay que  cambiarla  y denunciarla siempre que sea obstáculo para que Dios este en el corazón del hombre si es queremos que el Reino de Dios, que  El empezó anunciando en Galilea,  llegue a crecer y se manifieste en las relaciones entre los hombres y mujeres de todos los tiempos. Es necesario ser fieles hasta el final a pesar de la consecuencia que esto pueda acarrear.
 Y la consecuencia El la conoce y por eso añade lo de destruir este templo y en tres días será levantado. El Escritor sagrado deja claro a lo que se refería Jesús. Esta hablando de lo que El sabe le va a suceder y de la confianza y fidelidad del Padre que no le abandonará. Esta hablando de su resurrección.
 Trayendo esto hacia nosotros no deja de ser una buena ocasión para hablar de nuestros templos y lugares de encuentro con el Señor, de cómo celebramos, no solo los  sacerdotes, sino todos los  que nos reunimos para ello. Sería bueno que nos preguntáramos ¿ Hasta que punto estamos facilitando que los demás se puedan encontrar con el Señor  al que se supone vienen buscando? Preguntarnos por las celebraciones de  las primeras comuniones, bautizos y funerales en donde  mas parece que nos reunimos para charlar que para rezar.
 El respeto al lugar, a los demás, pasa por el respeto a Dios, que no es temor, no, estoy hablando de respeto. Todo esto es bien sabido y vivido y  no se por qué me da la impresión de que miramos para otro lado deseando que pase cuanto antes y no hacemos nada, y a la próxima  seguimos igual.  Sabemos que consintiendo y no afrontando estas realidades no estamos favoreciendo para nada aquello para lo que decimos reunirnos. Lo malo es que esto se ha convertido en hábito y lo damos como un hecho, como algo normal  !!!y no es    normal ¡¡¡
Otro de los temas que surgen del texto es la lección que Jesús da a los discípulos que presenciaron este acontecer: La fidelidad a Dios y la confianza en la fidelidad de Dios, ante cualquier circunstancia, sea la que sea y venga de donde venga.
 Si hacemos memoria nos damos cuenta de que esta  tentación ya la rechazo Jesús en el desierto cuando fue invitado a adorar al diablo antes que a Dios  con la promesa de poseerlo todo. Ahora, en el Templo, se encuentra con la misma diatriba, se vuelve a repetir.
Las amenazas y los malos deseos no le van a parar, no le pueden parar. Muchos le van a creer pero, también otros muchos, van a buscar la forma de eliminarle porque no  tienen argumentos para  quitarle autoridad. Ellos lo saben, por eso buscan su muerte pensando que así lo arreglan todo.
Pero Dios, como siempre, en los renglones torcidos de los hombres sabe escribir derecho. Eso lo sabe Jesús y nosotros ya deberíamos saberlo.
Feliz día del Señor.  



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