A la mujer en el antiguo Egipto, se la podía considerar muy
moderna si se la comparaba con la de otros países árabes.
Aunque hombres y mujeres tenían marcadas diferencias no eran
tan exageradas como las que viven hoy día. No fue considerada con los mismos
privilegios que el hombre, podría decir que ahora tampoco, sin embargo eran
respetadas y se las veían como su complemento.
Como contraste, en la literatura egipcia, era considerada
como “un menor de edad eterno” siendo catalogada de frívola, caprichosa y poco
fiable. Aun con todos estos calificativos soeces, fueron beneficiadas de una
posición que se considera privilegiada para la época y sobre todo para otras
sociedades
Desgraciadamente, todos estos beneficios de los que
disfrutaron, ha dado un giro de ciento ochenta grados. La mujer en los países
árabes no tiene valor alguno, son consideradas esclavas de los hombres, sólo
valen para el trabajo y para ser madres.
La discriminación de la mujer comienza desde la niñez donde
se la excluye de los estudios a favor del varón, este tiene oportunidades,
mientras las chicas tienen obligaciones. Continúa con la venta, desde niñas, a
futuros esposos que, la mayoría de las veces, le triplica la edad.
La segunda parada de discriminación continúa en la escuela.
Estas tienen el trabajo de determinar el aprendizaje de ambos sexos para
cambiar su forma de pensar y se conviertan en ciudadanos sumisos, pero la parte
de sumisión para las muchachas, es el
doble o triple que para los chicos.
La sumisión en el trabajo es de total discriminación, donde
son tratadas como criadas, a todo esto hay que sumarle el trabajo en el hogar
donde crían a los hijos, cocinan, lavan etc.
Por si todo esto fuera poco son victimas continúas de violaciones,
de vejaciones de todo tipo como es la ablación, el no poder ser dueñas de su
vida ni de sus pensamientos o el verse obligadas a estar cerradas en una cárcel
de tela llamada burka.
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