Por Mary almenara.
El patio de la política está tan revuelto como
un comedero
de gallinas kikaras. Por si los partidos políticos que teníamos fueran
pocos aparece uno nuevo que se ha convertido, para la vieja guardia
pretoriana, (P.P- PSOE) en un molesto divieso, como el que aparece,
donde la
espalda pierde su casto nombre.
No se puede saber si el joven de la coleta llegará hasta
donde se ha propuesto pero, de lo que sí podemos dar fe es que se los ha puesto de
corbata a los que durante muchos años han tenido la sartén por el mango.
Es bien cierto que necesitamos un cambio generacional, gente con savia nueva para que muchos de
nuestros políticos se hicieran a un lado, y dar paso a los jóvenes que vienen
empujando con ideas renovadas y buscando soluciones a los problemas que sufren
en sus propias carnes como por ejemplo; el paro, la delincuencia juvenil, las
drogas etc
Las palabras del señor Iglesias han caído como agua de mayo,
sobre todo entre la gran cantidad de parados que tenemos en España. Pero, aunque
sus intenciones sean buenas hay algo que nos huele raro, y es ese apego al
Chavismo que pone de manifiesto cada vez que tiene oportunidad. Todos sabemos
lo que está pasando en Venezuela cosa que no deseamos vivir en nuestro país.
Las campañas pre electorales, se convierten en verdaderos
terrenos de lucha, donde los políticos que pretenden conseguir nuestros votos,
pasan más tiempo insultándose entre ellos que presentándonos un programa
electoral donde se busquen soluciones a los graves problemas que estamos
viviendo. Es un continúo, quítate tú para ponerme yo, es sacar los trapos
sucios del contrincante es, en definitiva, una lucha dialéctica para ver quien
se lleva el gato al agua o el voto a las urnas.
Pero, entre todo esto, hay un fenómeno milagroso que aparece
cada cuatro años y es la aparición, como por arte de magia, de una bolsa de
dinero que alcaldes y alcaldesas gastan a troche y moche. Mientras el pueblo se queja durante cuatro
años del mal estado de las calles, parques, alumbrados públicos y un largo
etcétera los ayuntamientos alegan que no hay dinero o, lo que es peor, dan la
callada por repuesta. Sin embargo meses antes de las elecciones todo se repara,
todo se limpia y embellece, el dinero,
fluye como agua y vemos como se pavimentan las calles, las fuentes se adecentan
y hasta se les cambia la iluminación. Ante este prodigio de grandeza me
pregunto, ¿Acaso no seguimos viviendo en el mismo lugar
que antes de las elecciones? ¿No son los mismos políticos que hacen oídos
sordos a las necesidades del ciudadano durante cuatro años? Esto es lo que se
puede llamar, el milagro de las urnas.
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