sábado, 14 de febrero de 2015

El jefe de la propaganda nazi llamaba "mi camarada" a Negrín

 Si Carmen Negrín fuera nieta, no de Negrín sino de Franco habría sido bautizada hace tiempo como la “Nietísima”. Eso suele hacerse con la derecha autoritaria con más frecuencia que con la izquierda autoritaria.  A esta nieta tenemos que agradecerle los buenos ratos que nos hace pasar. Carece de pudor intelectual.

 
 
En el acto de una nueva exposición de autobombo negrinista con cargo a los impuestos que pagan los que tienen menos y peor agua que la nieta, y puesta a contar cosas del abuelo pues se le escapan cosas.  Y nos ha contado que en la Biblioteca del abuelo hay un libro con una firma de Goebbels que rezaba “a mi camarada”… ¡El jefe de la propaganda nazi llamaba “camarada” a Negrín! ¡Y la nieta lo cuenta! ¡Yo me quedo bobo! E insiste –no vayamos a pensar que es una casualidad- que obtenía información reservada sobre el comienzo dela II Guerra Mundial gracias a que mantenía amistad con “el ministro de Finanzas de Hitler” ¡Y lo cuenta! Me pregunto si el lector sigue con la boca cerrada, me costaría creerlo.
También contó algo sobre las durezas del exilio: “Compró una mansión en Inglaterra con lagos y una isla, y que era como volver a los recuerdos de su infancia”. Mientras… los exiliados pobres –llevados por Negrín a mantener una guerra inviable- morían de hambrey frío.

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