Por segunda vez desde que Benjamin Netanyahu decretara los ataques contra Gaza, hace casi dos años, en respuesta al atentado masivo de Hamas en su territorio, la Parroquia de la Sagrada Familia, la única católica de la franja palestina, ha sido atacada por el ejército israelí.
Los hechos se produjeron ayer, 17 de julio, cuando un tanque israelí descontrolado (Tel Aviv lo atribuyó a “un error”, pues “nosotros nunca atacamos templos sagrados”) lanzó un proyectil que impactó contra la fachada de la iglesia. La consecuencia más dramática es que causó tres muertos y diez heridos, incluido el párroco, Gabriel Romanelli, que sufrió daños leves en una pierna.
Condena global
A las pocas horas, el ataque fue condenado con fuerza, entre otros, por el papa León XIV, por el Patriarcado Latino de Jerusalén, por la Custodia Franciscana de Tierra Santa, por la COMECE, por los obispos de Italia y por el propio Gobierno de Giorgia Meloni, siendo el calificativo más repetido el de “inaceptable”.
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