Asegura que “es mejor irse a que te echen. He vivido bien, no me puedo quejar. Y he sufrido. Pero el tiempo que me queda quiero disfrutarlo”. Moncho Borrajo anuncia así su retirada de los escenarios. Después de 53 años de carrera artística, el actor y comediante cree que ha llegado el momento de decir adiós a la profesión que tanto ha amado y lo hace por la puerta grande: recibiendo el Premio Honorífico de los Óscar del Humor.
PREGUNTA.- ¿Es verdad que se retira o volverá como los toreros?
RESPUESTA.- No. Ha sido una decisión tomada muy seriamente, después de que ocurrieran varias cosas: la muerte de Mari Carmen (la de los muñecos), que vivíamos casi juntos, la muerte de Arévalo, y que me caí y tuvieron que darme catorce puntos… Parecía que me estaban avisando, como si Dios me dijera: “Oye, tú, para ya de una vez”. Es mejor irse a que te echen.
La medicina de la risa
P.- Ha dicho alguna vez que es un “médico del alma”.
R.- La risa es una gran medicina. Me ha servido a mí también. Yo soy muy distinto fuera del escenario. Muy tímido, educado, respetuoso, no digo tacos. El “por favor”, el “gracias”, el “¿le importaría?” forman parte de mi vida. El humor me ayudó a curar muchas cosas, como aceptar que era distinto. No solo sexualmente, sino mentalmente. Cuando me dijeron que era superdotado, me fastidiaron la vida, porque somos superdotados para unas cosas y negados para otras.
P.- Ha pasado momentos duros también…
R.- Pero no me preocupan. Me definiría como un “cruceiro”, una cruz en un lugar donde se cruzan muchos caminos. La persona que no duda, no camina. Hay que fallar, meter la pata, para aprender. Quien no tiene ningún problema, no vive. (…)
El cómico que quiso ser misionero
P.- ¿Es una persona religiosa?
R.- Creo que si Dios no existiera, habría que inventarlo. Me quedé dentro del cristianismo, he leído el Evangelio muchas veces. Me sirve para vivir. Doy gracias todos los días. Tengo un altar en casa con velas y fotos de mis padres, de mi primera pareja… como hacen los hindúes. La espiritualidad no está reñida con nada.
P.- Una vez quiso ser misionero…
R.- En Valencia, y el arzobispo me dijo: “Tu misión es otra”. Y tenía razón. Creo que he conseguido muchas sonrisas en momentos difíciles. Eso ayuda mucho. Hay que ser egoístamente generoso. Cuanto más das, más recibes, aunque a veces te pongan zancadillas. (…)
No hay comentarios:
Publicar un comentario