CAMBIAR LOS PLANES DE DIOS.
En la lectura dominical del evangelio de San Mateo nos vamos del capítulo 18 donde leíamos la semana pasada al 20 en donde Jesús nos invita a descubrir la generosidad de Dios y a no querer interferir en sus planes de acogida universal, de salvación para todos y lo hace con la parábola del señor que contrata jornaleros para ir a trabajar a su viña a lo largo de las horas del día y a quienes al final de la jornada paga a todos por igual.
Este capítulo 20 de San Mateo es corto y se inicia con esta parábola de los trabajadores que entienden que es injusta la acción del amo que habiendo contratado obreros a distintas hora del día al final de la jornada paga a todos por igual, luego viene el tercer anuncio de la pasión a lo que le sigue el tema de los puestos importantes para terminar con la curación de dos ciegos. Jesús va camino de Jerusalén.
Nos encontramos que después de esta parábola con la que se inicia este capítulo viene el anuncio de la pasión por la cual el Mesías, el mismo, demuestra con su entrega que acepta el proyecto de Dios y no como los labradores que protestan y reniegan del amo porque no hace lo que ellos quieren. Luego y a continuación, Mateo nos relata el deseo, la ambición de los hijos de Zebedeo que quieren mandar, tener puestos importantes, de estar arriba... Todo ello en contra punto con la parábola y el anuncio de lo que pasará en Jerusalén. El capítulo termina con la curación de dos ciegos que son interrogados por Jesús sobre lo que quieren y a lo que ellos responden: !Señor, que se abran nuestro ojos !
Hay en todo el capítulo un trasfondo en donde observamos lo que al hombre le cuesta aceptar el proyecto de Dios de universalidad. Dios es para todos, su generosidad y salvación es para todos, el da pan a todos los que le escuchan aceptan su palabra y se ponen manos a la obra y aunque pasen por el sufrimiento no van a ser abandonados, no se trata de mandar y de estar arriba para cambiar los planes de Dios con estrategias humanas, no, se trata de servir y aceptar la dinámica de la vida que es donde Dios se revela, se deja encontrar y se da. Se trata de que nos dejemos curar de nuestras cegueras y desde nuestra pobreza y con humildad pedir al Señor que nos ayude a ver, a entender, a aceptar su planes aunque nos resulten injustos. No hemos de olvidar que el amor supera la justicia y es eso lo que mueve a Dios: el amor a todos y para todos... y nosotros, misioneros anunciadores, si es que lo hemos aprendido, de este hermoso regalo con el que Dios se da a todo a la humanidad.
El contrapunto de la parábola es la generosidad del Mesías frente al deseo de los que no entienden y quieren mandar. La actitud ? la humildad de los ciegos , que no ven , que no entienden, pero que quieren aprender de y con Jesús. Quieren ver .
¡¡Feliz día del Señor !!
José Rodríguez Díaz
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