sábado, 9 de septiembre de 2023

LA PALABRA DEL DOMINGO . DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO A.

SALVARNOS CON EL HERMANO.


El texto del evangelio de este domingo nos lleva hasta el capítulo 18 del evangelio de Mateo en donde Jesús invita a los discípulos a la corrección fraterna. Ya en la primera lectura, que es del profeta Ezequiel, se habla de este tema como una responsabilidad del hombre de Dios que está puesto para ayudar a que los hermanos anden por el camino correcto cuando cometen error.

La corrección fraterna si se omite,  llega a convertirse en causa de culpa para el que no la lleva a cabo debiendo hacerlo.  Lo mismo encontramos en las palabra de Jesús. Además,  Jesús relaciona todo  esto con el atar y desatar que ya oíamos decirle a Pedro cuando en Cesarea de Filipo le habla de las llaves del Reino. El texto concluye invitando a la oración en comunión  en la certeza de que el Padre  concederá lo que se solicita.
De esta forma nos percatamos de que  Jesús une el cuidado de los hermanos con la salvación  de cada uno y con la oración reunidos en su nombre.

A tener presente que aquí no se se está hablando de  autoridad, de mayores o menores, de mas o menos importantes,  aquí se está hablando de fraternidad, de hermanos que quieren caminar en un mismo camino y en donde todos son responsable de todos  y  en donde se va descubriendo la conciencia de la responsabilidad que tenemos para con los otros  desde la oración en comunión, reunidos en su nombre, nos dice... En la oración fraterna donde invocamos a un Padre común. 

Esto tiene que ver con el amor y la entrega desde donde Jesús nos invita a vivir, a compartir  y a caminar. Es una propuesta de amor solidario y responsable hacia  dentro, hacia la comunidad, pero también lo es hacia fuera , hacia los  que no pertenecen aún a ella , pero que sí podrían llegar a formar parte. 

Repetimos, no es corregir para machar y quedar por encima del otro, no, es corregir, para  caminar y ayudar al otro a levantarse, con amor, sin  talante de  superioridad ni nada por el estilo. Entre los hermanos que oran a un mismo Padre y lo hacen en comunión, no cabe nada de eso, lo único que ha de caber es el  ánimo de sanar, levantar, y caminar juntos y, nunca mejor dicho, en buena compañía, en la de los hijos de Dios, como hermanos que se aman y respetan. Y es que lo de la comunidad, lo de la salvación no es cosa de individualidades, sino de comunión.

¡¡Feliz día del Señor!!

José Rodríguez Díaz 

  

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