La democracia en Nicaragua se ha convertido en un trapo roto y sucio en manos de Daniel Ortega. Ortega sigue purgando cualquier oposición, y continúa minando las bases de lo que fue una democracia, al menos con elecciones libres y libertad de opinión y manifestación. Ortega se mira en el ejemplo venezolano.
La Justicia nicaragüense ha declarado hace dos semanas culpables a 18 personas por atentar contra la seguridad nacional en el marco de los juicios a opositores que investigan delitos de traición, conspiración y corrupción en el país, en plena ola represora del régimen de Ortega, quien ha intensificado los registros, las confiscaciones y la persecución a opositores.
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