jueves, 31 de diciembre de 2020

UNO DE ENERO DE 2021: SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

SON DOS HERIDAS, DOS: LA DE LA MUERTE Y LA DE LA VIDA.

  Estrenamos  un año nuevo  no sin cierto pesimismo  por todo lo que  está ocurriendo en el mundo, no obstante no  falta la ilusión y la esperanza se  agranda   y fortalece. 
En este día la iglesia celebra a María como madre de Dios y madre nuestra. Esto viene de mucho tiempo atrás, los evangelios nos lo dicen y la piedad popular lo ha sabido mantener intacto y bien fresco. Ahí esta el rezo del rosario que siempre culminamos con las letanías que son un florilegio de lo que el pueblo siente y experimenta ante la figura de la Virgen de Nazaret. Empezamos  el año, como digo, bajo su  su protección. Ella nos ha de seguir acompañando en este caminar que es la vida.
Desde esa intercesión suya esperamos y deseamos que todo  vaya mejor, pero se hace necesario que  en día tan señalado nos paremos a  pensar, nos atrevamos  a echar una mirada atrás  tratando de entender y poner en su sitio todo lo que nos ha ocurrido en este año al que decimos a dios y lo que  el  nuevo nos puede deparar.

A nadie se le esconde que  todo va a continuar mas o menos igual pues vamos a tener que seguir con la mascarilla, manteniendo la distancia, lavándonos las manos, en fin, todo eso que sabemos debemos hacer si queremos mantenernos  a cierta distancia del contagio. 
Pero hay algo que con motivo del año nuevo no debemos dejar pasar y es la  oportunidad de hacer una reflexión de todo lo que hemos vivido: el confinamiento, el miedo, la angustia,  el cambio de planes, la muerte de tantas personas en tan poco tiempo, la distancia, la soledad, la familia, los amigos... y las consecuencia económicas que todo ello acarrea.
 Hay un refrán que dice  "no hay mal que por bien no venga" Preguntarnos ¿Dónde está el bien en toda la situación que de forma somera hemos apuntando y que tanto dolor y desconcierto ha producido ?
Ahí esta nuestro corazón dolido, macerado, pero palpitando  con una esperanza que no  le permite  tirarlo todo por la borda.
 Esta pandemia nos  está  obligando a tomar conciencia  de nuestra debilidad e impotencia. La  humanidad ha sufrido y sufre la humillación  de descubrir que no es dueña de nada, ni de la vida, ni del tiempo, que es la vida quien la posee derrotando  prepotencia y si queremos que no nos  hiera hemos de romper con seguridades falsas, con pies de barro y ser mas humildes. Que hallamos podido llegar a la luna, no significa que el mundo ya lo tengamos en el bolsillo, que hallamos inventado el móvil , no significa que el mundo sea nuestro , que seamos capaces de descubrir  agujeros negros  no  nos debe llevar a pensar que el hombre puede dominar y  doblegar la vida, toda la vida... un simple virus nos ha hecho entender que  somos frágiles, débiles,  indigentes... Esta situación nos está obligando y seguirá haciéndolo,  a entendernos como seres relacionales, nos está obligando a valorar  la cercanía y la solidaridad, nos damos cuenta y nos obliga a  desterrar  de nuestras vida el individualismo, la indiferencia, el egoísmo, no solo a nivel personal, esto es mucho mas amplio, a nivel   mundial , en la relación de los pueblos y las naciones, cosa que  el sistema de intercambio en el que estamos imbuidos  y en el que el dinero  es parte muy decisiva va  a impedir porque se alimenta de la imposición  y genera rompimiento, separación. 
Y concluyo, la lección que yo saco de todo esto es que hemos de ser mas humildes, mas contemplativos, mas abiertos  al don de la inteligencia y la naturaleza, mas respetuosos con el medio y  quien lo habita,  el mundo no es nuestro, somos parte de el, pero no es nuestro, lo habitamos, pero no tenemos derecho a destruirlo. La humanidad ahora mismo gime con dos heridas: la de la muerte ( virus) y la de la vida( hambre), de nosotros, solo de nosotros, dependerá que  sane y pueda recuperarse. 
Esperamos que Santa María madre de Dios , nos ayude en esta ardua tarea que tenemos delante y que es un deber.
¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO !!!

José Rodríguez Díaz 



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