La fiesta de este domingo nos invita a contemplar la familia de Nazaret que sintiendo que Dios está en sus vidas han de desenvolverse con normalidad junto a familia y vecinos. Han de cumplir con las normas prescritas por la ley. El Evangelio nos la presenta en el templo cumpliendo con la norma en lo que respecta a la purificación de María y la consagración del hijo primogénito al Señor.
Es ahí donde Simeón profetiza y la vieja Ana habla a todos del Niño.
Contemplando la familia de Nazaret no podemos por menos de mirar nuestra familia hoy, en los momentos actuales, según la vida nos ha ido situando.
Los obispos hablan y dicen de la importancia de la familia actualmente como pilar de la sociedad y cobijo donde el individuo se encuentra y encuentra a si mismo.
No podemos poner los valores que se transmiten en la familia a merced de intereses de producción, intereses del capitalismo donde lo que prima es que el individuo sea capaz de producir y esto , estamos viendo, se está imponiendo cada vez mas y con aires de normalidad. Todo lo que es y significa la persona en aras de la producción.Se hace necesario garantizar el descanso del individuo que posibilite la comunión familiar. Hemos de recuperar la dimensión lúdica de la familia, el compartir en todos los aspectos, no solo en lo que a los niños se refiere, sino también con respecto a los adultos.
Los niños, por asistir a las obligación del trabajo, nos vemos obligados a que vivan apartados, la mayor parte de los días, lejos de los padres, pero es que con los mayores, cuando está necesitados, suele ser hasta casi mas grave, son una molestia y un inconveniente que a veces tratamos de solucionar ingresándoles en una residencia si hay capacidad monetaria o conformarnos, en los mejores de los casos, con una llamada de teléfono, de vez en vez.
A nadie se le esconde, con poco que piensa lo que está pasando, la familia esta siendo bombardeada por todos los los frentes y ello por culpa de una sociedad que cada vez mas y de forma implacable, exige el tiempo de aquellos que están en edad de producir, pero también de crear, y sostener la familia en todos los aspectos. No es de extrañar que cada vez más los jóvenes retrasen su compromiso familiar y si lo hacen, se repiensen la posibilidad y el momento de tener los hijos y el número de ellos. Algunos de los jóvenes piensan que la solución es romper con el sistema, salirse de el, pero esa no es la solución, porque lo único que hace es apartarlos de la sociedad y en los mejores de los casos, si tienen posibilidades para ello, encuentran cumplimiento mas o menos de sus expectativas. La solución, creo, no está ahí, unos podrán hacerlo y ¿ que hacemos con los que no pueden y que son la gran mayoría? Es la misma sociedad la que tiene que plantarse y replantear una nueva visión del trabajo, de lo lúdico, del encuentro, de la dimensión enriquecedora tanto de los hijos, como de la pareja en si , como la de los mayores, en una palabra, de la familia. Con la dimensión creyente, otro tanto. No podemos seguir sacrificando en aras del dinero, de la economía, lo mejor de nosotros, la dimensión familiar cada vez mas necesaria, tan claramente humana y enriquecedora.
¡¡Feliz día del Señor!!
¡¡Feliz entrada de año!!
José Rodríguez Díaz
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