sábado, 19 de diciembre de 2020

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO . CICLO B.

APRENDIENDO LA LECCIÓN DE DIOS

Con este cuarto domingo de Adviento entramos ya en la recta final, es la última puerta que abrimos hacia la esperanza que ya  nos vienes y se nos acerca desde un niño nacido  en un pesebre y que tendiendo las manos hacia nosotros nos está invitando a lo mejor: el amor.

Pero vamos con los textos que hoy se nos ofrecen para seguir reflexionando y preparando el camino de la Noche Buena.

 En el primero de ellos  ya nos recuerda que  es Dios quien realiza la salvación, una salvación que va a permanecer  a lo largo de los años, para siempre. El Rey David quiere construir una casa digna del Señor, pero  es el Señor quien le construye una casa a el. Una dinastía que gobernará para siempre y que se va a concretar en  el Mesías, el que viene siendo anunciado y que llegará con el poder de la  misericordia, del perdón, la justicia, la paz , la gracia, el amor.

En el segundo texto San Pablo nos recuerda  que lo escondido en Dios, lo  oculto, lo íntimo lo conocemos por Jesús. Habla de algo nuevo que los hombres han conocido por medio del Hijo Amado y que a nosotros, perteneciendo o no al pueblo de la Alianza, también nos hace partícipes, nos implica.

El texto del Evangelio nos lleva de la mano a Nazaret, en Galilea, donde la promesa tantas veces dicha  encuentra cobijo en el corazón y en lo concreto  de la historia por medio de María.

Quiero ver en todos ellos dos  cosas que me parecen importantes: 1:-  Es Dios quien tiene  la iniciativa realizando la salvación  de forma impensable: hacerse hombre y esto ya va a ser para siempre, por una parte y 2.- , La necesidad de la colaboración del hombre, su aceptación, el deshacerse de sus proyectos para asumir el proyecto que  Dios le ofrece, que no queda en la exclusividad  de yo y Dios sino que va mucho mas allá, abarcando  toda la humanidad, toda la creación.

Dios se desprende de su yo sin dejar de ser lo que es y  al hombre  le pide que  le acepte y que  se esfuerce por mantener esa intimidad de comunión y amor que se le ofrece. Solo así encontrará el mundo  y por ende el hombre, su razón de ser y existir y una autentica y verdadera razón para amar  desde una entrega generosa que a su vez le lleva a ser mas hombre, mas pleno. Esto lo ha de aprender del mismo Dios. Es lo que Jesús hace con  su vida entregada, gesto y palabra.




Dios quiere al hombre a su lado, quiere contar con el para llevar a cabo su proyecto de comunión... Falta preguntarnos si nosotros estamos  dispuestos a ello dejando a un lado nuestros proyectos, como hicieron David o María y entregarnos con  gozo al proyecto de Dios, que desde nosotros a punta a toda la humanidad. La Navidad es el inicio de una nueva etapa  de comunión entre Dios y los hombres.

¡¡Feliz día del Señor !!

José rodríguez Díaz

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