DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO. CICLO B.
Marc. 1,1-8,
PREPAREMOS EL CAMINO AL SEÑOR
Abrimos la puerta al Segundo Domingo de Adviento con el evangelio de San Marcos que en su mismo inicio nos deja bien claro la Buena Noticia de que Jesús es el Hijo de Dios. El evangelista, de inmediato, recurre a los profetas: a Isaías poniendo en boca del Bautista sus palabras que hablaban de la urgente necesidad de preparar el camino al Señor, de allanar sus senderos. Juan hace y dice lo mismo.
Este traer al presente lo que Isaías ya ha dicho por medio del Bautista nos debe hacer caer en la cuenta de que el anuncio de la Buena noticia de Jesús era urgente en aquellos momentos y eso es lo que también a nosotros nos debe urgir, al darnos cuenta de que, no solo la sociedad cada vez mas está viviendo de espaldas a Dios, sino también la iglesia.
Nos hemos alejado del núcleo central de la fe sin hacerla incidir en la historia. La consecuencia es que se constata que la gente no abandona la fe , pero sí la vive de forma anodina, otros piensan que no aporta nada nuevo y sí prescinden de ella.
Ahora bien, esa urgencia debe estar precedida por nuestra propia convicción y conversión.
Estamos asistiendo a un desconcierto en la Iglesia, hacia dentro y hacia fuera, entre los ministros de la palabra y entre los fieles, al darnos cuenta de que algo esta fallando y que no es otra cosa mas que la lejanía y el olvido del Señor, la falta de interioridad y convicción que supone una fe arraigada que, por muchas causas y motivos, se ha ido enfriando, que no dice nada, quedando vacía de contenido y significado.
Marcos en su evangelio nos dice que Jesús es el Hijo de Dios ¿ No será por ahí por donde debemos empezar para hallar sentido y razón de lo que creemos, de esto que llamamos fe y que intentamos seguir celebrando aunque ya a muchos de nosotros nos dice bien poco porque no provoca, no llega a estremecer nuestro corazón? ¿ No será que queriendo o no, siendo consientes o no, hemos dejado que se cuelen en nuestra existencia otros dioses que, cada vez mas, han ido ocupando el lugar que le corresponde al Señor?
Preparar el camino al Señor tiene dos
vertientes: hacia dentro, desalojando todo aquello que impide que el Señor lo sea en nuestra vida y hacia fuera, anunciándolo de forma que sea creíble; ambas se corresponden y dependen la una de la otra.
Dolorosa y apasionante tarea. Dolorosa por lo que significa de interiorización, que no siempre es fácil, sobre todo cuando hay que quitar la costra que el paso del tiempo ha ido dejando en nuestro corazón y en nuestros comportamientos y apasionante, por lo que significa de novedad, de nuevas actitudes, de nueva forma de entender y de anunciar, de reflexión y sobre todo, de opción clara y bien definida.
¡¡Feliz día del Señor!!
Marc. 1,1-8,
PREPAREMOS EL CAMINO AL SEÑOR
Abrimos la puerta al Segundo Domingo de Adviento con el evangelio de San Marcos que en su mismo inicio nos deja bien claro la Buena Noticia de que Jesús es el Hijo de Dios. El evangelista, de inmediato, recurre a los profetas: a Isaías poniendo en boca del Bautista sus palabras que hablaban de la urgente necesidad de preparar el camino al Señor, de allanar sus senderos. Juan hace y dice lo mismo.
Este traer al presente lo que Isaías ya ha dicho por medio del Bautista nos debe hacer caer en la cuenta de que el anuncio de la Buena noticia de Jesús era urgente en aquellos momentos y eso es lo que también a nosotros nos debe urgir, al darnos cuenta de que, no solo la sociedad cada vez mas está viviendo de espaldas a Dios, sino también la iglesia.
Nos hemos alejado del núcleo central de la fe sin hacerla incidir en la historia. La consecuencia es que se constata que la gente no abandona la fe , pero sí la vive de forma anodina, otros piensan que no aporta nada nuevo y sí prescinden de ella.
Ahora bien, esa urgencia debe estar precedida por nuestra propia convicción y conversión.
Estamos asistiendo a un desconcierto en la Iglesia, hacia dentro y hacia fuera, entre los ministros de la palabra y entre los fieles, al darnos cuenta de que algo esta fallando y que no es otra cosa mas que la lejanía y el olvido del Señor, la falta de interioridad y convicción que supone una fe arraigada que, por muchas causas y motivos, se ha ido enfriando, que no dice nada, quedando vacía de contenido y significado.
Marcos en su evangelio nos dice que Jesús es el Hijo de Dios ¿ No será por ahí por donde debemos empezar para hallar sentido y razón de lo que creemos, de esto que llamamos fe y que intentamos seguir celebrando aunque ya a muchos de nosotros nos dice bien poco porque no provoca, no llega a estremecer nuestro corazón? ¿ No será que queriendo o no, siendo consientes o no, hemos dejado que se cuelen en nuestra existencia otros dioses que, cada vez mas, han ido ocupando el lugar que le corresponde al Señor?
Preparar el camino al Señor tiene dos
vertientes: hacia dentro, desalojando todo aquello que impide que el Señor lo sea en nuestra vida y hacia fuera, anunciándolo de forma que sea creíble; ambas se corresponden y dependen la una de la otra.
Dolorosa y apasionante tarea. Dolorosa por lo que significa de interiorización, que no siempre es fácil, sobre todo cuando hay que quitar la costra que el paso del tiempo ha ido dejando en nuestro corazón y en nuestros comportamientos y apasionante, por lo que significa de novedad, de nuevas actitudes, de nueva forma de entender y de anunciar, de reflexión y sobre todo, de opción clara y bien definida.
¡¡Feliz día del Señor!!
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