DOMINGO CUARTO DE ADVIENTO. CICLO B.
Luc.1, 26-38.
EL CONSUELO, EL TESTIMONIO Y EL HÁGASE
Con este domingo cuarto de Adviento abrimos ya la puerta a la fiesta en la que celebramos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en Belén.
Sabiendo que no conviene correr ni adelantar acontecimientos, nos hemos de centar en la lectura del Evangelio de este domingo que se fija en el relato de la Anunciación a la Virgen María en Nazaret, quizá , para recordarnos que Dios se manifiesta allí donde hay un corazón dispuesto a acogerle y dejarse hacer de El.
El texto del evangelio es un texto hermoso y sencillo en donde se plantea la fuerza, la grandeza y el anhelo de Dios, de querer estar con el hombre..., resulta enternecedor sin perder un ápice de la fuerza que en sí contiene.
Traiéndolo al presente, a la realidad en la que vivimos la fe en nuestros días, nosotros ,como iglesia, hemos de descubrir que el Señor sigue enviando su ángel a cada uno de los que queremos estar con El, para hacernos una propuesta y no importa la edad, ni la condición; dicha propuesta no es otra mas que la de si queremos colaborar en la historia de la salvación, si queremos acogerle en nuestro corazón; corazón muchas veces lleno de dudas, de temores, pero también, lleno de la gracia del Señor que se fija en nosotros y que espera y nos pregunta por nuestro si, por nuestro hágase.
A lo largo del Adviento hemos ido escuchado la voz del Señor que por los profetas nos ha ido mostrando el camino.
Primero fue por Isaías que nos decía, "consolad, consolad a mi pueblo, hablenle al corazón, díganle que su deuda esta saldada";
luego, el Bautista, que con su testimonio de fidelidad y transparencia contestaba al que preguntaba: "yo soy la voz que grita en el desierto, preparar el camino al Señor"; anunciando su presencia y su perdón ya en medio de ellos... y ahora, en el texto hoy, oímos a María que se reconoce como la servidora del Señor, su esclava, desde y con su "hágase"
Con el Proyecto Diocesano de Pastoral ( PDP) y desde lo que nos está indicando constantemente el Papa Francisco, hemos de esforzarnos por hacer realidad lo que el Señor nos ha dicho a lo largo de este adviento que hoy concluye, sabiendo que todo va a culminar con el nombre que se le ha de poner a este niño: Enmanuel ( Dios con nosotros) y el anuncio de los ángeles a los pastores: "gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".
Es magnifica e impresionante la obra que Dios va realizando poco a poco y para la que cuenta con nosotros; obra que fue, es y será, en beneficio de todos los que le buscan con corazón sincero. Este es el Dios de la esperanza, el que sana las heridas del corazón , el que nos dice, misericordia quiero y no sacrificios, el que trae la paz y nos invita a transformar los instrumentos ( actitudes) que quitan la vida en instrumentos de labranza con la que el hombre se gana la vida.
¡¡Feliz día del Señor!!
Luc.1, 26-38.
EL CONSUELO, EL TESTIMONIO Y EL HÁGASE
Con este domingo cuarto de Adviento abrimos ya la puerta a la fiesta en la que celebramos el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo en Belén.
Sabiendo que no conviene correr ni adelantar acontecimientos, nos hemos de centar en la lectura del Evangelio de este domingo que se fija en el relato de la Anunciación a la Virgen María en Nazaret, quizá , para recordarnos que Dios se manifiesta allí donde hay un corazón dispuesto a acogerle y dejarse hacer de El.
El texto del evangelio es un texto hermoso y sencillo en donde se plantea la fuerza, la grandeza y el anhelo de Dios, de querer estar con el hombre..., resulta enternecedor sin perder un ápice de la fuerza que en sí contiene.
Traiéndolo al presente, a la realidad en la que vivimos la fe en nuestros días, nosotros ,como iglesia, hemos de descubrir que el Señor sigue enviando su ángel a cada uno de los que queremos estar con El, para hacernos una propuesta y no importa la edad, ni la condición; dicha propuesta no es otra mas que la de si queremos colaborar en la historia de la salvación, si queremos acogerle en nuestro corazón; corazón muchas veces lleno de dudas, de temores, pero también, lleno de la gracia del Señor que se fija en nosotros y que espera y nos pregunta por nuestro si, por nuestro hágase.
A lo largo del Adviento hemos ido escuchado la voz del Señor que por los profetas nos ha ido mostrando el camino.
Primero fue por Isaías que nos decía, "consolad, consolad a mi pueblo, hablenle al corazón, díganle que su deuda esta saldada";
luego, el Bautista, que con su testimonio de fidelidad y transparencia contestaba al que preguntaba: "yo soy la voz que grita en el desierto, preparar el camino al Señor"; anunciando su presencia y su perdón ya en medio de ellos... y ahora, en el texto hoy, oímos a María que se reconoce como la servidora del Señor, su esclava, desde y con su "hágase"
Con el Proyecto Diocesano de Pastoral ( PDP) y desde lo que nos está indicando constantemente el Papa Francisco, hemos de esforzarnos por hacer realidad lo que el Señor nos ha dicho a lo largo de este adviento que hoy concluye, sabiendo que todo va a culminar con el nombre que se le ha de poner a este niño: Enmanuel ( Dios con nosotros) y el anuncio de los ángeles a los pastores: "gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".
Es magnifica e impresionante la obra que Dios va realizando poco a poco y para la que cuenta con nosotros; obra que fue, es y será, en beneficio de todos los que le buscan con corazón sincero. Este es el Dios de la esperanza, el que sana las heridas del corazón , el que nos dice, misericordia quiero y no sacrificios, el que trae la paz y nos invita a transformar los instrumentos ( actitudes) que quitan la vida en instrumentos de labranza con la que el hombre se gana la vida.
¡¡Feliz día del Señor!!
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