MIRÁNDONOS EL CORAZÓN
Al terminar el curso y como presbiterio responsable de una parroquia se tiene la tentación de decir:¡¡ ya , por fin, hemos llegado a la orilla!! y olvidar todo lo que ha significado llegar hasta esa orilla. Eso, digo, es la expresión de gozo de saber que se ha alcanzado una meta, pero puede esconder la tentación de no pararnos y mirar a nuestro interior. No podemos dejarnos atrapar por ella, hay que pararse y mirar hacia atrás y reflexionar sobre el camino que se ha andado y descubrir la huella que ha dejado en cada uno de nosotros.
Si reflexionamos sobre la cantidad de personas que acercándose a nuestra parroquia han solicitado ayuda, consuelo,consejo, servicios, etc., las Eucaristías y los tiempos fuertes de Adviento con Navidad, Cuaresma con Pascua, los bautizos y su preparación, las fiestas y procesiones en donde se produce un especial contacto entre lo humano y lo divino, los momento de oración comunitaria, de reflexión y trabajo, los momentos donde hemos compartido en fiesta, la exposición del Santísimo Sacramento mensual, la acogida semanal de cáritas, el rosario diario, la visita a los enfermos llevándoles el consuelo de la Eucaristía y compañía, reuniones de consejo parroquial o arciprestal, la economía de la parroquia que no da para contar mucho y muchas otras cosas mas que se quedan en el tintero, sin duda, nos damos cuenta de que hemos trabajado un montón.
La tentación, decía, olvidar porque ya estamos en periodo de vacaciones y ahora toca descansar. Nos sentimos mas o menos contentos por los efectos de nuestro trabajo y entrega.
Pero yo quiero, tengo y debo ahondar mas y no preguntándome si hemos conseguido objetivos, si la gente se ha convertido viéndonos trabajar y hacer, si la gente esta mas o menos contenta con la parroquia; que sí, eso hay que hacerlo, pero algo que también es esencial, creo, y que no debemos dejar de evaluar, también está en si nosotros hemos caminado, de que nos ha servido, tanto a la gente como a nosotros, tanto trabajo y esfuerzo, tanta perseverancia y solicitud... porque el que la gente haya captado o no, se hayan convertido al Señor o no, es algo que nos atañe, claro, pero no nos toca a nosotros evaluarlo mas allá desde lo que vemos; pero, aún así, eso que vemos, puede ser engañoso. No podemos ni debemos olvidar que el otro, el interior del corazón del otro o los otros, es terreno de Dios que nosotros no podemos mancillar.
En fin ¿ Hasta donde estoy queriendo llegar? Lo resumo con estos interrogantes ¿ De que me ha servido a mí, para mi vida de identificación con Cristo, este curso que estamos dando por finalizado? ¿ Que dificultades he encontrado y como las he superado?. ¿ Soy mas de Cristo desde el encuentro y servicio a los otros ¿Tengo conciencia de ello? ¿ Cómo , con qué y de que forma el Señor me ha regalado y me ha mostrado su misericordia a lo largo de este curso?
Indudablemente lo que se hace hay que evaluarlo, faltaría mas, pero también nos hemos de atrever con nosotros mismos, con nuestro interior, con nuestra relación con Cristo, porque de eso depende el fruto de lo que hacemos o decimos, de nuestra paz interior y consuelo, de nuestro pensar y decir y, también, que el curso que viene sea fructífero y, si cabe, mas que este que concluye.
José Rodríguez
Al terminar el curso y como presbiterio responsable de una parroquia se tiene la tentación de decir:¡¡ ya , por fin, hemos llegado a la orilla!! y olvidar todo lo que ha significado llegar hasta esa orilla. Eso, digo, es la expresión de gozo de saber que se ha alcanzado una meta, pero puede esconder la tentación de no pararnos y mirar a nuestro interior. No podemos dejarnos atrapar por ella, hay que pararse y mirar hacia atrás y reflexionar sobre el camino que se ha andado y descubrir la huella que ha dejado en cada uno de nosotros.
Si reflexionamos sobre la cantidad de personas que acercándose a nuestra parroquia han solicitado ayuda, consuelo,consejo, servicios, etc., las Eucaristías y los tiempos fuertes de Adviento con Navidad, Cuaresma con Pascua, los bautizos y su preparación, las fiestas y procesiones en donde se produce un especial contacto entre lo humano y lo divino, los momento de oración comunitaria, de reflexión y trabajo, los momentos donde hemos compartido en fiesta, la exposición del Santísimo Sacramento mensual, la acogida semanal de cáritas, el rosario diario, la visita a los enfermos llevándoles el consuelo de la Eucaristía y compañía, reuniones de consejo parroquial o arciprestal, la economía de la parroquia que no da para contar mucho y muchas otras cosas mas que se quedan en el tintero, sin duda, nos damos cuenta de que hemos trabajado un montón.
La tentación, decía, olvidar porque ya estamos en periodo de vacaciones y ahora toca descansar. Nos sentimos mas o menos contentos por los efectos de nuestro trabajo y entrega.
Pero yo quiero, tengo y debo ahondar mas y no preguntándome si hemos conseguido objetivos, si la gente se ha convertido viéndonos trabajar y hacer, si la gente esta mas o menos contenta con la parroquia; que sí, eso hay que hacerlo, pero algo que también es esencial, creo, y que no debemos dejar de evaluar, también está en si nosotros hemos caminado, de que nos ha servido, tanto a la gente como a nosotros, tanto trabajo y esfuerzo, tanta perseverancia y solicitud... porque el que la gente haya captado o no, se hayan convertido al Señor o no, es algo que nos atañe, claro, pero no nos toca a nosotros evaluarlo mas allá desde lo que vemos; pero, aún así, eso que vemos, puede ser engañoso. No podemos ni debemos olvidar que el otro, el interior del corazón del otro o los otros, es terreno de Dios que nosotros no podemos mancillar.
En fin ¿ Hasta donde estoy queriendo llegar? Lo resumo con estos interrogantes ¿ De que me ha servido a mí, para mi vida de identificación con Cristo, este curso que estamos dando por finalizado? ¿ Que dificultades he encontrado y como las he superado?. ¿ Soy mas de Cristo desde el encuentro y servicio a los otros ¿Tengo conciencia de ello? ¿ Cómo , con qué y de que forma el Señor me ha regalado y me ha mostrado su misericordia a lo largo de este curso?
Indudablemente lo que se hace hay que evaluarlo, faltaría mas, pero también nos hemos de atrever con nosotros mismos, con nuestro interior, con nuestra relación con Cristo, porque de eso depende el fruto de lo que hacemos o decimos, de nuestra paz interior y consuelo, de nuestro pensar y decir y, también, que el curso que viene sea fructífero y, si cabe, mas que este que concluye.
José Rodríguez
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