DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO . CICLO A.
Mt. 10,37-43
DESMENUZANDO EL PRIMER MANDAMIENTO.
Leyendo el texto del evangelio de este domingo en donde Jesús habla a los discípulos, nos resulta chocante y duro lo que ahí dice: lo de los padres , lo de tomar la cruz, lo de amarse, lo de perder o encontrar la vida... no me digan que esto no resulta, por lo menos, duro y fuerte. Al menos a mi me lo parece, acostumbrados como estamos a vivenciar a un Jesús lleno de misericordia, de amor, consuelo y cercano, esto nos descoloca.
Si nos paramos y releemos el texto, como me he visto obligado ha hacer, se enciende la lamparita y descubrimos que Jesús lo único que está haciendo es desmenuzar el primer mandamiento de la Ley de Dios o la primera bienaventuranza. En aquel se dice: " Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo ". La primera bienaventuranza reza " Bienaventurado los pobres en el Espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos". Es decir, porque están y viven con Dios.
Jesús al hablar de esta manera a los discípulos no está haciendo otra cosa mas que diciéndoles, también a nosotros, que eso hay que llevarlo a la práctica, que lo de amar a Dios o estar en el reino de los cielos hay que aterrizarlo, que no se puede quedar en una idea muy bonita que cuando nos conviene la usamos y cuando no, no. Lo de amar a Dios es mas radical y alcanza todas las esferas de nuestra vida, aún las mas personales como pueden ser la de la familia, o los anhelos personales de felicidad y paz.
Ser seguidores de Cristo significa identificarnos con El y si miramos su vida nos damos cuenta de que no propone esto como una idea que está bien, sino como un camino que hay que andar. El lo vivió y lo ando desde ahí y ese ha de ser también nuestro camino.
¿No es verdad que muchas veces es la familia obstáculo, consciente o no, para que uno de sus miembros pueda vivir en Dios? O ¿Cuantas veces no queremos salvarnos nosotros sin mirar a los que se van quedando atrás, pensando solamente en salvar nuestra vida? ¿ No es cierto que a veces queremos e intentamos poner nuestros sufrimientos o angustias, nuestras cruz, en los hombros de los otros, para vernos libre de ella, que es nuestra?.
Amar a Dios, significa fiarse de el, tener paciencia con nosotros mismos, aceptar a los otros, no como carga, sino como don. Vivir, en una palabra, nuestro día adía, como hizo Cristo, para que nosotros y los demás tengamos la vida que no termina.
¡¡Feliz día del Señor!!
Mt. 10,37-43
DESMENUZANDO EL PRIMER MANDAMIENTO.
Leyendo el texto del evangelio de este domingo en donde Jesús habla a los discípulos, nos resulta chocante y duro lo que ahí dice: lo de los padres , lo de tomar la cruz, lo de amarse, lo de perder o encontrar la vida... no me digan que esto no resulta, por lo menos, duro y fuerte. Al menos a mi me lo parece, acostumbrados como estamos a vivenciar a un Jesús lleno de misericordia, de amor, consuelo y cercano, esto nos descoloca.
Si nos paramos y releemos el texto, como me he visto obligado ha hacer, se enciende la lamparita y descubrimos que Jesús lo único que está haciendo es desmenuzar el primer mandamiento de la Ley de Dios o la primera bienaventuranza. En aquel se dice: " Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo ". La primera bienaventuranza reza " Bienaventurado los pobres en el Espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos". Es decir, porque están y viven con Dios.
Jesús al hablar de esta manera a los discípulos no está haciendo otra cosa mas que diciéndoles, también a nosotros, que eso hay que llevarlo a la práctica, que lo de amar a Dios o estar en el reino de los cielos hay que aterrizarlo, que no se puede quedar en una idea muy bonita que cuando nos conviene la usamos y cuando no, no. Lo de amar a Dios es mas radical y alcanza todas las esferas de nuestra vida, aún las mas personales como pueden ser la de la familia, o los anhelos personales de felicidad y paz.
Ser seguidores de Cristo significa identificarnos con El y si miramos su vida nos damos cuenta de que no propone esto como una idea que está bien, sino como un camino que hay que andar. El lo vivió y lo ando desde ahí y ese ha de ser también nuestro camino.
¿No es verdad que muchas veces es la familia obstáculo, consciente o no, para que uno de sus miembros pueda vivir en Dios? O ¿Cuantas veces no queremos salvarnos nosotros sin mirar a los que se van quedando atrás, pensando solamente en salvar nuestra vida? ¿ No es cierto que a veces queremos e intentamos poner nuestros sufrimientos o angustias, nuestras cruz, en los hombros de los otros, para vernos libre de ella, que es nuestra?.
Amar a Dios, significa fiarse de el, tener paciencia con nosotros mismos, aceptar a los otros, no como carga, sino como don. Vivir, en una palabra, nuestro día adía, como hizo Cristo, para que nosotros y los demás tengamos la vida que no termina.
¡¡Feliz día del Señor!!
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