sábado, 1 de julio de 2017

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XIII DEL TIEMPO ORDINARIO . CICLO A.
Mt. 10,37-43
                
DESMENUZANDO EL PRIMER MANDAMIENTO.

Leyendo el texto del evangelio de este domingo en donde Jesús habla a los discípulos, nos resulta chocante y duro  lo que ahí dice: lo de los padres , lo de  tomar la cruz, lo de amarse, lo de perder o encontrar la vida... no me digan que esto no resulta, por lo menos, duro y fuerte. Al menos a mi me lo parece, acostumbrados como estamos a  vivenciar a un Jesús lleno de misericordia, de amor, consuelo y cercano, esto nos descoloca.

Si nos paramos y releemos el texto, como me he visto obligado ha hacer, se enciende la lamparita y descubrimos que Jesús lo único que está haciendo es desmenuzar el primer mandamiento de la Ley de Dios o la primera bienaventuranza. En aquel se dice: " Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu ser y al prójimo como a ti mismo ".  La primera bienaventuranza reza " Bienaventurado los pobres en el Espíritu porque de ellos es el Reino de los cielos". Es decir, porque  están  y viven con Dios.
 Jesús al hablar de esta manera  a los discípulos no está haciendo otra cosa mas que  diciéndoles, también a nosotros, que eso hay que llevarlo a la práctica, que  lo de amar a Dios o  estar en el reino de los cielos hay que aterrizarlo, que no se puede quedar en una idea muy bonita que  cuando nos conviene la usamos y cuando no, no. Lo de amar a Dios es mas radical y alcanza todas las esferas de nuestra vida, aún las mas personales como pueden ser la de la familia, o los anhelos personales de felicidad y paz.
Ser seguidores de Cristo significa  identificarnos con El y si miramos su vida nos damos cuenta de que no propone esto como una idea que está bien, sino como un camino que hay que andar. El lo vivió y lo ando desde ahí y ese ha de ser también nuestro camino.
¿No es verdad que muchas  veces  es la familia obstáculo, consciente o no, para que uno de sus miembros pueda vivir  en Dios?  O ¿Cuantas veces no queremos  salvarnos nosotros  sin mirar a los que se van quedando atrás, pensando solamente en salvar nuestra vida?  ¿ No es cierto que  a veces  queremos e intentamos poner  nuestros sufrimientos o angustias, nuestras cruz, en los hombros de los otros, para vernos libre de ella, que es nuestra?.
Amar a Dios, significa fiarse de el, tener paciencia con nosotros mismos, aceptar  a los otros, no como carga, sino como don. Vivir, en una palabra, nuestro día adía, como hizo Cristo, para que nosotros y los demás tengamos la vida que no termina.
¡¡Feliz día del Señor!!

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