sábado, 7 de noviembre de 2015

LA PALABRA DEL DOMINGO

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B.
Marc.12,38-44

 NO DORMIRNOS EN LOS LAURELES


En el evangelio de hoy nos encontramos con dos partes bien diferenciadas pero que a su vez, guardan cierta relación.
Jesús advierte a la gente  de la forma que tienen de comportarse los letrados  para que ellos no les imiten y no caigan en la hipocresia  a la hora de  vivir . No se trata de presumir y menos de aprovecharse del estamento en el que les ha tocado vivir  para adquirir prestigio  y rango a base de mentira, doblez y humillación de los otros. 

   Por otro lado, tenemos la observación que Jesús hace sobre la viuda pobre que,  desde la sinceridad,  ofrece para el culto lo que tiene para vivir de forma callada, esperando y confiando en la bondad y la misericordia de Dios que no le va a desamparar.
  Si comparamos una y otra situación, nos damos cuenta  por donde ha de ir nuestra vida y de  que hemos que huir, donde hemos de poner nuestro empeño.
No se trata de andar  buscando prestigio y buen aparentar, sino de buscar la sencillez, la humildad, la confianza y ese radical abandono en las manos del Padre  en todos los aspectos de nuestra vida.
Hemos de estar alerta porque la vanidad nos tienta y, a veces,  dejamos que se cuele  en nuestra vida, muchas veces con capa de servicio y  hasta de solidaridad.
No hemos de sentirnos ni mejor ni por encima de nadie, no debemos dejarnos arrastrar por nuestro orgullo y soberbia, debemos pensar que la salvación  nos la da Dios, que es puro don y que la da a todos por igual, por tanto, el rango, el cargo o el ministerio que desempeñemos ha de ser siempre y únicamente desde el servicio. Hemos de tener bien claro que no somos salvadores ni de nada ni de nadie, sino anunciadores de la salvación de Dios. Esto lo hemos de hacer desde la  conciencia de nuestra pobreza enriquecida por el Padre y que, muchas veces, está muy lejos de como el mundo la vive y la piensa,  nada mas.
Todo esto nos ha de llevar a estar contrastando  nuestra vida con lo que  Jesús nos propone, no podemos dormirnos en los laureles pensando que todo ya esta conseguido y que ahora, se trata de vivir y ya está, porque con facilidad caemos en la ceguera, el abandono y, eso que llamamos rutina  y que es un lujo que no nos podemos permitir y que se implanta en nuestro corazón como un modo de vida. Están en juego nuestra salvación y la de los demás que muchas veces se fijan en nosotros para encontrar a Dios.

Feliz día del Señor.




 

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