sábado, 7 de diciembre de 2024

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO SEGUNDO DE ADVIENTO E INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA.

MEJOR ACOMPAÑADOS QUE SOLOS

Este año por mor del calendario nos encontramos con una grata sorpresa y es que  coincide el segundo domingo de Adviento con la fiesta de la Inmaculada Concepción de la Virgen María. Feliz coincidencia. Los textos que debemos usar, según la Conferencia Episcopal son:  el primero  del libro del Génesis que corresponde a la fiesta de la Virgen, el segundo de la carta a los filipenses y el texto del Evangelio que es de San Lucas, del segundo domingo de Adviento; por tanto, es desde ahí desde donde vamos a reflexionar hoy.

Así, en la primera lectura nos encontramos  que Adán y Eva no terminan de aceptar el proyecto que Dios tiene para con ellos  y optan por ser independientes, prescindiendo del Creador. Esta experiencia les lleva al desamparo, a la  soledad, al miedo, a la falta de respeto y terminan acusándose  el uno al otro del mal que se han buscado... El Creador  no ceja en su empeño y perdona la culpa pero  deja en el aire la consecuencia de lo que ellos han hecho y ofrece una salida a sus vidas en donde el esfuerzo por el entendimiento, va a ser necesario  y sacar la vida adelante va a ser desde la entrega  empañada por el sudor y las lágrimas. Es la primera  conciencia  de pecado que tiene el hombre y que ha marcado a toda la humanidad para siempre. El hombre introduce el pecado en el mundo.

La segunda lectura es de la carta que escribe Pablo a los de Filipos, que viven allá en la Macedonia, al noroeste de Grecia, y ahí Pablo les  dice cosas tan   entrañables, como que reza por ellos y con alegría, les anima a seguir viviendo y anunciando el evangelio que ellos viven con fidelidad, les recuerda que todo eso es pura gracia de Dios, les dice que les quiere  en Cristo Jesús, les habla de Silvano  y Timoteo que ellos conocen, les invita a seguir creciendo en la fe  y les recuerda que eso es garantía de la salvación que les aguarda. Una carta llena de ternura familiar y de alegría en el Señor. 

El texto del Evangelio es de San Lucas como ya sabemos y ahí nos encontramos que el evangelista nos data el acontecimiento del Bautista situándolo en la historia. Esto es importante porque nos ayuda a  comprender cómo la salvación  que Dios ofrece al hombre  se va construyendo a la par que la misma historia de los hombres, sean poderosos o no. 

Con el Bautista vuelve  primer plano la palabra de Dios dicha por Isaías que ya en su tiempo invitaba al pueblo a acercarse a Dios, a quitar obstáculos, a facilitar su venida allanando senderos,  rellenando baches,  quitando piedras del camino... el resultado de todo esto  si se lleva a cabo, será que todos verán la gloria de Dios, también los poderosos empezando por Tiberio. Juan recordaba y predicaba a toda la gente la necesidad  de la conversión  recorriendo toda la comarca del Jordán, su mundo conocido. Es necesario, se hace urgente, buscar el perdón de nuestros pecados, decía y esto lo hace en nombre de Dios. El texto  nos dice: " Vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto".

 Y junto a todo ello  hoy  tenemos a la oyente de la Palabra, tenemos a la que no necesita razones, ni para creer, ni para  dejarse ganar por Dios y su fidelidad, porque la está viendo, la está experimentando, la esta haciendo vida y en esa tesitura ya no necesita mas, sabe de quien se fía y acepta y espera, sobre todo espera. Su vida está en Dios, su vida ya es de Dios  y a Dios se la entrega  sin anular su albedrio, mimetizando su voluntad con la voluntad de su Creador. Ella está sabiendo y viviendo lo  que es la salvación porque la experimenta día a día en su vida y así lo proclama  a todos los pueblos en el Magníficat : " Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador."

¡¡Feliz segundo domingo de adviento!!

José Rodríguez Díaz

    

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