sábado, 27 de mayo de 2023

El Nuevo Orden Mundial Chino también nos afecta a nosotros


 

La imagen de la purga pública de un colaborador estrecho de Xi Jinping durante el reciente XX congreso nacional del Partido Comunista Chino visualizó “la nueva China”: autoritaria, implacable con cualquier propuesta divergente, firmemente leninista.

Editorial de la revista Autogestión 148

A pesar del retorno del comunismo “de la vieja escuela”, hay quien considera el Partido Comunista chino, sinónimo de “estado chino”, como “la mayor empresa multinacional del mundo”. Como cualquier transnacional capitalista es una máquina voraz y expansiva para acumular poder y riquezas.

La China de Xi Jinping está volviendo a sus raíces, tanto imperiales como marxistas-leninistas. Su análisis político marca un estricto retorno a la ortodoxia. Xi no es un cínico, sino verdaro creyente en la ideología constitutiva de su régimen comunista. Estudioso el colapso de la Unión Soviética, es el anti-Gorbachov: para tener futuro, el Partido Comunista debe recuperar el monopolio absoluto del poder. Lleva años recortando el poder a las empresas privadas y expulsando a empresarios estrella que le podrían hacer sombra. Por añadidura, la pandemia le ha servido como gigantesco experimento de hasta qué punto su pueblo aguanta la represión extrema y el confinamiento.

El capitalismo liberal occidental y el estatal chino se visten de discursos estratégicos antagónicos, pero con objetivos idénticos: someter el mundo para explotarlo según sus intereses. Esa guerra por su dominio tiene lugar en muchos planos. El más evidente es el geoestratégico: China quiere dominar territorios y poblaciones en Asia, recursos en África y América Latina y mercados en todo el mundo. Para eso tiene que neutralizar resistencias locales, pero también saber afrontar adversarios globales.

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