Ahora, en la Venezuela actual, es más rentable ir al basurero y vender plásticos que trabajar por un sueldo de 45 bolívares (2 dólares USA) mensuales.
Los basureros son en los países empobrecidos el refugio de miles de descartados y hambrientos. La miseria lleva a cientos de familias en Venezuela a vivir sumergidos en la «economía de los basureros» que suministra plásticos, vidrios o metales que los niños y padres pueden revender en el mercadeo informal. Pero también son fuente de alimento, alimentos en condiciones inimaginables para los que vivimos en los países enriquecidos, y que provocan no pocas muertes y enfermedades a las familias.
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