sábado, 8 de octubre de 2022

Los pobres pagan la transición energética impuesta por el capitalismo verde


 La economía verde neocapitalista está cumpliendo la máxima que dice “la banca nunca pierde”, o corroborando otro principio materialista que reza “el fin justifica los medios”. Las corrientes ideológicas impuestas y anexas a este capitalismo no tienen otro objetivo que el de sacar provecho económico de un proceso donde los más débiles y empobrecidos siguen siendo los grandes perdedores.

Podemos señalar algunos hechos que validan estos juicios. En primer lugar, se han establecido impuestos crecientes sobre las emisiones de CO2, convirtiendo los derechos de emisión en un mercado especulativo al alza que acaba perjudicando al consumidor final (Europa), y demonizando a los países empobrecidos que necesitan crecer económicamente, igual que Europa lo hizo en la primera y segunda mitad del siglo XX.

En segundo lugar, se planificó una transición a la energía verde con unas desorbitadas primas a las renovables cuando todavía eran poco eficientes. Es claro el ejemplo de España, desde el 2004. Estas primas generaron un gran déficit de tarifa que se cargó sobre la factura. Además se generó una burbuja que explotó con la crisis financiera de 2008- 2015, pero que seguimos pagando en la factura de la luz. Además, en España (y en otros países) sigue habiendo un oligopolio de facto tanto en la producción como en la distribución eléctrica. En España son en la práctica cinco compañías las que controlan el mercado eléctrico. Por si fuera poco, se culminó este dislate con el precipitado impuesto al diésel y el destierro del carbón, haciéndonos depender mucho más del gas en el mix energético, cuando no hay viento, ni agua en los pantanos. No es extraño que nos vuelvan a plantear volver al carbón.

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