ROMPIENDO DISTANCIAS.
En semanas anteriores hemos tenido la oportunidad de reflexionar, a partir de los textos del Evangelio de cada domingo, sobre la fe, la fidelidad, la oración... tratando de entrar en el meollo de lo que ello debe significar y aportar a nuestra vida de seguidores de Jesús. En este domingo se nos ofrece la ocasión de reflexionar sobre la humildad con la parábola que Jesús propone a los que se tienen por justos y se sienten seguros de si mismos, actitud que lleva a despreciar a los demás.
La parábola que Jesús nos propone es la de un hombre religioso que cumple con todos los preceptos y que inclusive da gracias a Dios por todos los beneficios recibidos, pero lleno de soberbia. Soberbia que le lleva a pensar que es mas y mejor que el otro que con mala reputación, se nos dice que era un publicano y que también hacia oración en el mismo lugar, en el templo, busca el consuelo de Dios.
La parábola concluye diciéndonos que el pecador volvió a casa justificado, el otro no.
Donde está la clave? En que uno muestra a Dios su miseria, su necesidad de perdón de compasión y el otro se dedica a presumir de lo que hace y a compararse con los demás. Uno expresa con su actitud que es Dios quien salva y el otro que es el mismo, en el fondo, quien se salva. La misericordia le resbala, no la necesita.
De entrada nos damos cuenta de que la salvación pasa por la experiencia de sabernos necesitados de ella y que no se alcanza con solo hacer lo que hay que hacer en cada momento, hay algo mas que con frecuencia se nos suele escapar y es que hagamos lo que hagamos, no deja de ser don de Dios y esto nos debe llevar al agradecimiento, por supuesto que si, pero nunca a pensar de que somos mejores que los otros y menos haciendo valer lo que hacemos.
Al hombre que se presenta como justo le falta el paso de entrar en la misericordia de Dios que le ha de llevar a sentirse hermano de todos y no mejor que nadie por el hecho de cumplir lo establecido. La salvación no se alcanza por lo que hacemos sino desde donde lo hacemos.
Si el cumplimiento de la norma no nos lleva a entrar en el mundo misericordioso de Dios que es el que nos sostiene y salva, nunca vamos a poder pensar que aquellos que "aparentemente" son peores que nosotros, van poder ser justificados o salvados. Ahí la soberbia.
¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!!
José rodríguez Díaz
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