sábado, 22 de octubre de 2022

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO C.

ROMPIENDO DISTANCIAS. 

En semanas anteriores hemos tenido la oportunidad de  reflexionar, a partir de los textos del Evangelio de cada domingo, sobre la  fe, la fidelidad, la oración... tratando de entrar en el meollo de lo que ello debe significar y aportar a nuestra vida de seguidores de Jesús. En este domingo se nos ofrece la ocasión de reflexionar sobre la humildad con la parábola que Jesús propone a los que se tienen  por justos  y se sienten seguros de si mismos, actitud que  lleva a despreciar a los demás.

La parábola que Jesús nos propone es la de un hombre religioso que cumple con todos los preceptos  y que inclusive da gracias a Dios por todos los  beneficios recibidos, pero lleno de soberbia. Soberbia que le lleva a pensar que es  mas y mejor que el otro  que con mala reputación, se nos dice que era un publicano y que también hacia oración en el mismo lugar, en el templo, busca el consuelo de Dios.

La parábola concluye diciéndonos que  el pecador volvió a  casa justificado, el otro no.

 Donde está la clave?  En que uno  muestra a Dios su miseria, su necesidad de perdón de compasión y el otro se dedica a presumir  de lo que hace y a  compararse con los demás. Uno expresa con su actitud  que es Dios  quien salva y el otro que es el mismo, en el fondo, quien se salva. La misericordia le resbala, no la necesita.

De entrada nos damos cuenta de que la  salvación pasa por la experiencia de sabernos  necesitados de ella y que no se alcanza con solo  hacer lo que hay que hacer en cada momento, hay algo mas que con frecuencia se nos suele escapar  y es que hagamos lo que hagamos, no deja de ser don de Dios y esto nos debe llevar al agradecimiento, por supuesto que si, pero nunca a pensar  de que somos mejores que los otros y menos haciendo valer lo que hacemos.

Al hombre que se presenta como justo le falta el paso de entrar en la  misericordia de Dios que le ha de llevar a sentirse hermano de todos y  no mejor que nadie  por  el hecho de cumplir lo establecido. La salvación no se alcanza por lo que hacemos sino  desde donde lo hacemos. 

Si el cumplimiento de la norma no nos lleva a entrar en el mundo misericordioso de Dios que es el que nos sostiene y salva, nunca vamos a poder pensar  que aquellos que   "aparentemente" son  peores que nosotros, van  poder ser justificados o salvados. Ahí la soberbia.


Como vemos sobran los prejuicios, la discriminación, la soberbia... falta  que el corazón sea sanado y deshabitado de  todo ello para poder acortar la lejanía con los otros. No se es mejor  por el  hecho de cumplir, se es mejor cuando el cumplimiento nos lleva a  descubrir al otro como hermano aunque pensemos que  no  está en Dios y eso quien lo tiene  que decir no somos nosotros, no nos toca a nosotros. Mientras tanto, dediquémonos a vivir con sencillez y humildad y a no pensar que somos mejores que nadie, porque es que no es así y eso se llama humildad ante dios y ante los hermanos.

¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!!

José rodríguez Díaz




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