EL GRAN SECRETO DE JESÚS
En el evangelio de este domingo Jesús nos hace una propuesta que tiene que ver con la oración. Oración que ha de ser confiada y persistente, en todo momento, y lo hace con el ejemplo de la mujer que solicita justicia a un juez que no le hace caso y que por quitársela de en medio le da lo que le pide para volver, al final, a referirse a la misericordia de Dios que sí nos hace caso.
El tema de la oración , ya lo sabemos, es algo que en la vida de Jesús se nos muestra como algo fundamental. En los textos de los evangelios descubrimos que forma parte integrante de su vida y eso no debemos pasarlo por alto porque la oración es esa dimensión que nos integra en la misma vida de Dios y nos posibilita ir descubriendo cual es nuestro camino conforme a su voluntad.
Muchas veces pensamos que la oración es para pedir, y si, es así, pero no solo eso, también debe serlo de gratitud, de acción de gracias, de iluminación a la hora de tomar decisiones... apuntar , además, que no solo es oración cuando invocamos la misericordia de Dios desde la plegaria establecida como pueden ser el Padre Nuestro , El Ave María, etc. Hay otras oraciones que son aquellas que brotan desde el corazón dolido o gradecido que no se someten a formulas y que expresan los sentimientos reales que en esos momentos podemos estar viviendo.Quizá ya vaya siendo hora de salir del pensamiento de que se reza solo para pedir y ensanchar mas nuestra relación con Dios y es que la oración , ya lo intentábamos decir mas arriba, nos pone en esa dimensión relacional y de aceptación de Dios en nuestra existencia de forma tan total que en ella hemos de encontrar la firmeza y el acicate para la fe, la esperanza y la caridad. Ir abriendo nuestro horizonte de tal manera que nos demos cuenta de que toda nuestra vida está llamada a ser oración, relación, comunión con Dios, que es lo que nos lleva al verdadero encuentro con los demás y toda la creación. Cuando san Francisco llamaba a todos los seres hermanos no lo hacia porque quedaba bonito, sino porque había descubierto desde la intimidad con Dios- la oración - la íntima comunión de hermandad con todo lo creado y esto a su vez, le devolvía a Dios y desde ahí ese "haz de mi Señor instrumento de tu paz".
La oración posibilita entrar en el gozo del Señor sabiéndose envuelto por su amor, pase lo que pase y venga lo que venga. La oración libera de miedos, da confianza, fortalece la esperanza y nos gratifica en y con el amor porque con ella y desde ella nos sabemos en el mismo corazón del Padre. Ese fue el gran secreto de Jesús.
¡¡Feliz día del Señor!!
José Rodríguez Díaz
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