POSIBILITANDO EL ENCUENTRO
La primera lectura que va a ser proclamada este domingo es del profeta Isaías que aporta el mensaje de esperanza y de salvación que Dios realizará y que a su vez nos conecta con el texto del evangelio que es de San Marcos y en donde vemos que lo que el profeta ha dicho encuentra cumplimiento en y por Jesús. La segunda lectura que es del apóstol Santiago nos recuerda que ahora es a nosotros a quien nos toca seguir haciendo permanente ese mensaje que Dios continúa realizando en favor de los hombres. Este pueblo nuevo nacido de la alianza y que confiesa a Jesús como el Señor, aquel en quien la voluntad del Padre se manifiesta y cumple. Abrir los oídos, soltar la lengua , proclamar que Dios sigue actuando es algo que nosotros no podemos obviar, tanto en lo que a nuestra vida respecta como en la relación con los otros, porque es que hoy somos nosotros los llamados a proclamar y a realizar ese mensaje de salvación que el pueblo ya escucho por boca del profeta, que en Jesús lo pudo y puede experimentar y que nos lleva a reconocer la misericordia de Dios en la vida de cada día.Es significativo que en esta ocasión y para curar al sordo, Jesús se emplee a fondo, lo toca en sus oídos y con su saliva, la lengua... Se entrega. Es este contacto lo que realiza la sanación y posibilita que el hombre oiga y hable, se sienta liberado, recreado.
Hay algo que me llama la atención y es que no es el hombre quien se acerca a Jesús, son los que le conocen, los que saben de su dificultad, los que le llevan hasta el Maestro para que le sane.
Pensar que a cada uno de nosotros nos puede llegar esta situación de no oír, de no hablar y, entonces, será el contacto con el Maestro quien romperá con la parálisis de estos sentidos al tiempo que llena de alegría el corazón porque posibilita algo nuevo en nosotros.
Los que de alguna forma u otra hemos tenido esta experiencia somo invitados a hacer lo mismo, posibilitar el encuentro con el Señor de aquellos que no terminan de oír y no son capaces de hablar. Jesús es el que salva, el que sana, el único que puede, con su cercanía, devolver la alegría de la vida a los hombres que la hayan perdido, la de verdad.
Y ojo con lo que nos dice Santiago con respecto a los privilegios y la acepción de personas pues ante Dios todos somos iguales y nadie es mejor que nadie. Es decir, todos tenemos derecho a Dios y nadie puede usurparlo ni manipularlo por intereses oscuros que al fin y a la postre, son los intereses de los que quieren medrar y no los que tienen que ver con el de los necesitados, que también son los derechos de Dios.Hemos de hacer todo lo posible para no poner trabas en el encuentro de los hombres con Dios, no. Lo nuestro es facilitarlo
¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!!
José Rodríguez Díaz
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