sábado, 4 de septiembre de 2021

LA PALABRA DEL DOMINGO. DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO B

POSIBILITANDO EL ENCUENTRO

       La primera lectura que va a ser proclamada este domingo es del profeta Isaías que   aporta el mensaje de esperanza y de salvación que Dios realizará y que a su vez nos conecta  con el texto del evangelio que es de San Marcos y en donde vemos que  lo que el profeta ha dicho  encuentra cumplimiento en y por Jesús. La segunda lectura que  es del apóstol Santiago nos recuerda que ahora  es a nosotros a quien nos toca  seguir haciendo permanente ese mensaje que  Dios continúa realizando  en favor  de los hombres. Este pueblo nuevo nacido de la alianza y que confiesa a Jesús como el Señor, aquel en quien  la voluntad del Padre se manifiesta y cumple.

    Abrir los  oídos, soltar la lengua , proclamar que Dios  sigue actuando es algo que nosotros no podemos obviar, tanto en lo que a nuestra vida respecta como  en la relación con los otros, porque es que hoy somos nosotros  los llamados  a proclamar y  a realizar ese mensaje de salvación que el pueblo ya escucho por boca del profeta, que en Jesús lo  pudo y puede experimentar y que nos lleva a  reconocer la misericordia de Dios en la vida de cada día.

Es significativo que en esta ocasión y para curar al sordo, Jesús se emplee a fondo, lo toca en sus oídos y con su saliva, la lengua... Se entrega. Es este contacto lo que realiza  la sanación y posibilita que el hombre oiga y hable, se sienta  liberado,  recreado.

 Hay algo que  me llama la atención y es que  no es el hombre quien se acerca  a Jesús, son los que le conocen, los que saben de su dificultad, los que le llevan hasta el Maestro para que le sane. 

 Pensar que a cada uno de nosotros  nos puede llegar esta situación de no oír, de no hablar y, entonces, será  el contacto con el Maestro quien romperá  con la parálisis de estos sentidos  al tiempo que llena de alegría el corazón porque posibilita algo nuevo en nosotros.

Los que de alguna forma u otra  hemos tenido esta experiencia  somo  invitados a  hacer lo mismo, posibilitar el encuentro con el Señor de aquellos que  no terminan de oír y  no son capaces de hablar. Jesús es el que  salva, el que sana, el único que puede,  con su cercanía, devolver la alegría de la vida a los hombres que la hayan perdido, la de verdad.

   Y ojo con lo que nos dice Santiago con respecto a los  privilegios y la acepción de personas pues ante Dios  todos somos iguales  y nadie es mejor que nadie. Es decir, todos  tenemos  derecho a Dios y nadie  puede  usurparlo ni manipularlo por intereses oscuros  que al fin y a la postre, son los intereses de los que quieren medrar  y no los  que tienen que ver con  el de los necesitados, que también son los derechos de Dios.

Hemos de hacer todo lo posible para  no poner trabas en el encuentro  de los hombres con Dios, no. Lo nuestro es facilitarlo

¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!!

José Rodríguez Díaz



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