LA LÁMPARA ENCENDIDA
Unas se preocupan de ellos y se preparan con tiempo, otras no. Estas últimas van a quedar fuera como total desconocidas. De esta forma Jesús advierte de la necesidad de estar alerta y preparados para saber recibir al Señor cuando llegue a nuestras vidas, a nuestro momento. Sabemos que vendrá, pero no sabemos si de día o de noche o a que hora y circunstancia, no sabemos.
Esto nos está diciendo que el encuentro con Dios no se puede improvisar de un aquí para allá ni pueden hacerlo otros por nosotros. Es algo personal y que atañe a nuestra vida. Es algo que debe recorrer toda nuestra existencia. Es decir a Dios le encuentra quien le busca y sabe esperar estando preparado.
No es suficiente estar en vela, en la espera, no es suficiente formar parte del grupo de los escogidos, es necesario la actitud del corazón que quiere acoger de verdad y para ello se prepara y prepara todo lo necesario para que la acogida sea fructífera y poder ser reconocidos como de los suyos, de los que merecen entrar en el banquete de bodas y esto hay que ganárselo a pulso, de forma personal, sincera y transparente, no valdrán luego las quejas ni las amistades, no.
Sucede que en muchas ocasiones, habiendo sentido la llamada acudimos pero no estamos en ello en plenitud y descuidamos lo que supone y debe significar y dejamos a un lado la urgencia y la atención que merece por otras causas o momentos que nos parecen mas importantes, pensamos que tenemos tiempo, que ya llegará el momento de poner manos a la obra, pero nos puede suceder como en la parábola, que cuando llegue ese momento no hayamos puesto los medios que debíamos haber puesto ni hacer lo que teníamos y sabiamos que debiamos hacer.
No nos podemos tomar esto del Reino de los cielos a la ligera y mucho menos improvisando o pretendiendo que los otros, a última hora, nos saquen del atolladero.
¡¡FELIZ DÍA DEL SEÑOR!!
José Rodríguez Díaz
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