sábado, 25 de abril de 2020

Centroáfrica: «Un país sin camas de UCI, en guerra, con epidemia de sarampión y, ahora el coronavirus»
“Si la epidemia llega aquí, lo que es probable, las consecuencias serán mucho peores que en otros lugares”. Tan amarga reflexión procede de la República Centroafricana, y quien la pronuncia es Donata Galloni, doctora de Medici con l’Africa Cuamm, una ONG italiana presente en el país desde 2018.
Ahora que la Covid-19 ha provocado ya más de 15.500 contagios y más de 800 víctimas mortales en 53 Estados africanos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se pregunta de qué manera afectará a los frágiles sistemas sanitarios del continente. De momento, no es posible prever qué repercusiones tendrá para una población que tiene la ventaja de ser muy joven (una media de edad en torno a los 19 años), pero afectada por desnutrición y tuberculosis y VIH en mayor medida que el resto del mundo.
Actualmente, la República Centroafricana tiene 11 casos confirmados de Covid-19. El “paciente cero” fue registrado el 14 de marzo: un hombre italiano de 74 años que volvía a Bangui, donde reside, desde Milán, capital de la región italiana más azotada por el contagio. Y el espectro de la epidemia se alarga sobre una nación ya extenuada: la guerra civil sigue en curso desde 2012 (el último acuerdo de paz se remonta a febrero de 2019, pero aún no se respeta plenamente); los desplazados son más de un millón en una población de cinco millones; y la mortalidad y la desnutrición infantiles son de las más elevadas del mundo. De cada 1.000 niños nacidos, 121,5 mueren antes de cumplir los cinco años, y en la misma franja de edad, la desnutrición crónica (poca talla) llega a casi el 40%.
“Nos estamos preparando desde el punto de vista informativo y de vigilancia”, cuenta la doctora Donata Galloni desde Bangui, la capital. “En los aeropuertos, con el apoyo de la OMS, Unicef y la Cruz Roja, se aplican todos los protocolos. En Bangui, además, hay un Instituto Pasteur, justo aquí al lado, en el Hospital Universitario Pediátrico donde trabajamos con Cuamm, que ha recibido de la OMS algunos tests para el diagnóstico. Pero en el país no hay unidades de cuidados intensivos, y tenemos que buscar un lugar en el que instalar por lo menos las salas de cuarentena; al decirlo parece fácil, pero en la práctica es muy difícil”.

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