sábado, 26 de mayo de 2018

LA PALABRA DEL DOMINGO

SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.CICLO B.
Mt. 28,16-20.

PARA TODOS, AL ALCANCE DE TODOS.
Seguimos estando de fiesta  y hoy lo hacemos con el conocimiento y la donación del Dios Trinitario que se revela, se da y se aloja en nuestra Iglesia, en nuestro corazones.

Este misterio revelado es fruto que viene preparado desde la anunciación  en Nazaret donde se hace presente esta triple dimensión comunitaria, solidaria del Dios de la vida que apuesta definitiva y rotundamente por el hombre y la creación. Es  prueba y fuerza de amor que arrastra, sensibiliza, y renueva  a todo ser creado.
 Ya allí, en Nazaret, lo intuimos, con Jesús se  nos explica y en Pentecostés lo experimentamos y hoy todos los seguidores de Cristo ( La Iglesia) lo confesamos y vivimos como eje central de nuestra fe: Creo en Dios Padre; creo en Jesucristo su Hijo y creo en el Espíritu Santo que da la vida.
 Y, ¿a que nos debe llevar este misterio intuido, explicado y vivenciado? pues nada mas y nada menos  que a entrar en comunión con Dios  y  ¿como, de que manera, entro yo en comunión con Dios? acudamos a Jesús  que es la palabra del Misterio Trinitario y veamos lo que nos dice y lo primero que nos encontramos en su boca  y que es fundamental y  fundante, es el amor, y luego el amor desgranado: las Bienaventuranzas y ya luego todo lo demás. Es decir  que sin amor no existe Dios en nuestro corazón, ya lo dice San Pablo con aquello de " si me falta el amor..." 
Así que  la fiesta de hoy nos está invitando a vivir de algo tan fundamental y que está en la vida de toda persona o por lo menos debería estarlo,  como es el amor y desde ahí ser habitáculo, morada de Dios es la tierra: Dios quiere morar en nosotros, no ya  con nosotros, sino en nosotros.
            Somos portadores del misterio Trinitario de Dios desde todo lo anteriormente dicho y así descubrimos cosas muy importantes no solo para nosotros, sino para toda la humanidad al descubrir, desde esta presencia, que estamos llamados a respetar la dignidad  humana de toda persona, sea rico o pobre; la dignidad del trabajo que ha de ser bien remunerado; la dignidad de los ancianos y los enfermos; la dignidad de la mujer, del inmigrante, del niño, del enfermo, de nuestro cuerpo, la de los que son diferentes, la dignidad de todos, porque es que somos templo de Dios, Dios habita en nosotros en su triple dimensión, el Dios señor dador y amador de la vida 
En el Génesis  se nos dice que somos imagen de Dios, en Pentecostés  sabemos que somos morada de Dios.
 ¡¡Feliz día de la morada del Señor !!

No hay comentarios:

Publicar un comentario