sábado, 5 de mayo de 2018

CÓMO HABLAR SOBRE LA MUERTE A LOS NIÑOS Y A LOS ADULTOS.


Como cristianos tenemos unas referencias claras a Jesús resucitado y desde ahí nos planteamos el tema de la muerte desde los siguientes puntos de reflexión:
1. Aceptamos la muerte desde la certeza de que Dios no es un Dios de muertos sino de vivos (Mt 22, 32), que ha convertido la muerte en tránsito a la vida definitiva. “Estuve muerto, pero ahora vivo por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 1,17s).
2. Conocer el mensaje de Jesús: Él murió pero venció a la muerte y ha hecho que, con Él, todas las personas la hayamos vencido.
3. Celebrar el don de la vida pese al dolor de la muerte, porque como creyentes, tenemos fe y esperanza.
4. Mostrar la muerte como preludio de la otra vida.
5. Promover entre los jóvenes el voluntariado dedicado a la asistencia a los enfermos.
6. Recordar a los demás las palabras de Jesús: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan abundante.” (Jn 10,10).
¿Qué hacer cuando un niño se enfrenta a la muerte de un ser querido?
¿Es conveniente que el niño vaya al duelo y al entierro?
¿Es conveniente que el niño vaya al funeral y vea llorar a sus seres queridos?
¿Es conveniente que el niño participe en recoger las ropas y cosas del difunto?
1. Todos debemos familiarizarnos con el proceso de duelo.
2. Evitar las frases hechas.
3. Dejar desahogarse.
4. Valorar la presencia.
5. Mantener los contactos con los familiares del difunto después incluso del funeral.
6. Cultivar los recuerdos.
7. Estimular a escoger a las personas que están de duelo otras alternativas en libertad.
8. Respetar las diversidad de reacciones ante el dolor y la muerte.
9. Ser símbolos de esperanza.
10. Buscar ayuda para los familiares que muchas veces quedan desamparados en muchos aspectos.
El proceso hacia la muerte en los enfermos terminales:
Cuando a una persona se le dice que va a morir, pasa por una serie de pasos que va desde la negación de lo que le han dicho a la plena aceptación. Veamos cuáles son estos niveles:
1. Fase de negación, el rechazo de una realidad percibida como dura y cruel.
2. Fase de cólera y agresividad respecto a las personas que la rodean y a quienes echan en cara su impotencia.
3. Fase de negociación con la consiguiente aparición de deseos y, sobre todo, promesas. Es la del “si me pusiera bueno…”
4. Fase de depresión que sucede a la cólera. Es cuando se pierde toda confianza en la eficacia personal y en la de los demás.
5. Fase de aceptación. Es en este momento cuando se toma distancia en relación al mundo y a uno mismo. Es la hora del desprendimiento y reconciliación con la verdad.
La muerte forma parte de la vida, pero a muchos padres a la hora de hablar con sus hijos sobre el tema, se les hace muy cuesta arriba. Veamos cómo podemos abordar este tema con sencillez y profundidad.
Enseñar a vivir a un niño es no solamente enseñarles las cosas buenas y agradables de la vida sino también que en la vida hay sufrimiento, dolor y muerte. Si preparamos bien a los niños cuando ellos lleguen a estos momentos en sus vidas sabrán encajarlos.
¿Qué piensan los niños de la muerte?
Los niños desarrollan sus propias teorías sobre la muerte cuando todavía son pequeños. Es bueno jugar con los niños pequeños a esconderse, a aparecer y desaparecer. El niño empezará a notar la diferencia en estar y no estar.
Las primeras preguntas sobre la muerte empiezan hacia los cuatro o cinco años de edad y reaparecen más tarde con virulencia en la preadolescencia. Veamos el proceso:
– Hacia los 4-5 años: Empieza a preguntar sobre la muerte, pero la muerte la entiende como algo reversible, como si el muerto se hubiera ido de viaje y pudiera reaparecer en cualquier momento. En esta edad ellos identifican la muerte y la vida de una manera muy borrosa, entienden la muerte como enfermedad, al dolor. Junto al miedo por su propia muerte, aparece la angustia por la muerte (ausencia) de sus padres.
– Entre los 5 y 10 años: Los niños empiezan a comprender que la muerte es un estado permanente. El niño empieza a ser consciente de que algunas cosas que han desaparecido, simplemente no volverán y le interesa saber qué le pasa a la gente una vez que ha muerto. Es en esta edad que empiezan a personificarla con monstruos o con catástrofes naturales o a reproducirla en dibujos.
– A partir de 8 o 9 años: Es cuando el niño entiende el ciclo de la vida y descubre conscientemente la obligatoriedad de la muerte, el hecho que es un proceso irreversible y que él también morirá llegado el momento. A esta edad empiezan a preguntarse por el sentido de la vida y, si sufren alguna pérdida cercana, a temer por la suerte de los que han sobrevivido.
¿Debe el niño participar en las celebraciones de duelo, despedida, funeral, etc. de sus seres queridos?
Los psicólogos se definen porque sea el niño quien decida. Si quiere ir que vaya, pero nunca debemos obligarles a asistir.
Después de la muerte de un ser querido del niño hay que hacer un seguimiento del niño para comprobar que no se trastornen sus costumbres: comida, sueño, colegio, deseo de estar solo, etc. Si esto sucede es interesante que lo vea un especialista.
¿Qué pasa en el niño cuando alguien se muere?
En un estudio hecho con niños de seis años al preguntarles qué pasaba con la muerte, ellos decían que cuando alguien se moría “se iba al cielo”. Los padres que encuentran más fácil hablar de la muerte con sus hijos son los que tienen firmes convicciones religiosas.
En muchas ocasiones los niños pasado un tiempo de la muerte empiezan a preguntar. “¿Cómo y por dónde se sube al cielo” “cuando alguien se muere ¿se lleva la ropa y los zapatos?”
Cómo hablar con los niños sobre la muerte:
1. No evites hablar de la muerte.
2. Anima al niño a expresar sus sentimientos.
3. No digas a los niños algo que después deberán desaprender.
4. Responder con honestidad.
5. No hables más allá de su nivel de comprensión.

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