DOMINGO XXIX DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A.
Mt. 22,15-22.
EL CESAR NO ES DIOS.
Cada vez mas nos vamos dando cuenta de que los poderes, tanto religiosos como públicos, se la tienen sentenciada a Jesús y no desaprovechan cualquier oportunidad para tenderle una trampa . En esta ocasión es con el tema de los impuestos y en donde ponen al mismo nivel a Dios y el cesar. Así, según lo que responda, le van a poder, piensan ellos, atrapar en contradicción, porque si dice que hay que estar con Dios está contra el cesar y si lo contrario, igual.
Piensan que, responda lo que responda, no se les va a escapar y podrán desautorizarle ante el pueblo y acusarle o bien de traidor o bien de farsante.
La respuesta de Jesús es como un látigo que les azota, pues pone en evidencia la mala intención con la que se le acercan y la hipocresía en la que viven.
¿ Es que acaso podemos poner a un mismo nivel a Dios y al cesar por muy cesar que sea? Esa es la respuesta que les lanza bajo la idea de a cada uno lo que le corresponde, pero teniendo bien claro que el cesar no es Dios y que hasta el mismo cesar está sometido a la voluntad de Dios por mucha deidad que se proclame.
Es una de las tentaciones constantes entre los dirigentes religiosos de Israel: la idolatría agazapada para contentar al poder y los que que de turno mandan, no quieren arriesgar, no les interesa y menos, en la situación por la que están pasando.
La denuncia de hipocresía que les devuelve Jesús antes de dar ninguna respuesta lo deja todo bien claro.
Esto no deja de ser tampoco una tentación para nosotros hoy y que se resuelve con una pequeña reflexión: si nos arrimamos a Dios estaremos siempre al servicio de los demás, de todos los hombres y mujeres de la tierra, aunque tengamos que sufrir el acoso de los distintos cesares que quieran gobernar nuestra vida y que muchas de las veces nos la hacen imposible.
Si por el contrario, nos arrimaos al cesar (poder), estaremos en clara contradicción con lo que Dios nos propone, porque el poder, cuando y sobre todo, es impuesto, humilla, rebaja, aniquila la humanidad, empobrece el corazón del hombre rompiendo con todo lo que suene a fraternidad o comunicación; es egoísta.
El poder de los que manda se lo hemos dado nosotros para que nos ayuden a convivir, a ser personas, a poder crecer tanto por dentro como por fuera y que nos faciliten la vida tanto social como espiritual.
El poder de Dios se manifiesta en su misericordia, en su presencia reconfortante, como expresión de su amor y nos invita continuamente a superarnos, a caminar con lo otros en fraternidad y concordia, en paz y armonía y puesto que nos hemos organizado de esta manera hemos de dar a cada cual lo que corresponde pero sin confundir. Dios es Dios y el cesar no deja de ser un hombre o una ideología que casi siempre pretende someter al hombre.
¡¡Feliz día del Señor!!
Mt. 22,15-22.
EL CESAR NO ES DIOS.
Cada vez mas nos vamos dando cuenta de que los poderes, tanto religiosos como públicos, se la tienen sentenciada a Jesús y no desaprovechan cualquier oportunidad para tenderle una trampa . En esta ocasión es con el tema de los impuestos y en donde ponen al mismo nivel a Dios y el cesar. Así, según lo que responda, le van a poder, piensan ellos, atrapar en contradicción, porque si dice que hay que estar con Dios está contra el cesar y si lo contrario, igual.
Piensan que, responda lo que responda, no se les va a escapar y podrán desautorizarle ante el pueblo y acusarle o bien de traidor o bien de farsante.
La respuesta de Jesús es como un látigo que les azota, pues pone en evidencia la mala intención con la que se le acercan y la hipocresía en la que viven.
¿ Es que acaso podemos poner a un mismo nivel a Dios y al cesar por muy cesar que sea? Esa es la respuesta que les lanza bajo la idea de a cada uno lo que le corresponde, pero teniendo bien claro que el cesar no es Dios y que hasta el mismo cesar está sometido a la voluntad de Dios por mucha deidad que se proclame.
Es una de las tentaciones constantes entre los dirigentes religiosos de Israel: la idolatría agazapada para contentar al poder y los que que de turno mandan, no quieren arriesgar, no les interesa y menos, en la situación por la que están pasando.
La denuncia de hipocresía que les devuelve Jesús antes de dar ninguna respuesta lo deja todo bien claro.
Esto no deja de ser tampoco una tentación para nosotros hoy y que se resuelve con una pequeña reflexión: si nos arrimamos a Dios estaremos siempre al servicio de los demás, de todos los hombres y mujeres de la tierra, aunque tengamos que sufrir el acoso de los distintos cesares que quieran gobernar nuestra vida y que muchas de las veces nos la hacen imposible.
Si por el contrario, nos arrimaos al cesar (poder), estaremos en clara contradicción con lo que Dios nos propone, porque el poder, cuando y sobre todo, es impuesto, humilla, rebaja, aniquila la humanidad, empobrece el corazón del hombre rompiendo con todo lo que suene a fraternidad o comunicación; es egoísta.
El poder de los que manda se lo hemos dado nosotros para que nos ayuden a convivir, a ser personas, a poder crecer tanto por dentro como por fuera y que nos faciliten la vida tanto social como espiritual.
El poder de Dios se manifiesta en su misericordia, en su presencia reconfortante, como expresión de su amor y nos invita continuamente a superarnos, a caminar con lo otros en fraternidad y concordia, en paz y armonía y puesto que nos hemos organizado de esta manera hemos de dar a cada cual lo que corresponde pero sin confundir. Dios es Dios y el cesar no deja de ser un hombre o una ideología que casi siempre pretende someter al hombre.
¡¡Feliz día del Señor!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario