En el Plan Diocesano de Pastoral, que ha sido puesto en nuestras manos desde hace dos años, nos encontramos con un lema que da titulo y sentido a los que se nos propone: "Jesús y su evangelio nos hacen discípulos, hermanos y misioneros". Yo no se si esta propuesta va a quedar o está quedando, para muchos, como un eslogan bonito, o si por el contrario, nos invita a pararnos y reflexionar lo que se nos dice y propone. Desde luego que corremos el peligro de que, metidos en la vorágine de sacar adelante el curso en nuestras parroquias, no suene a un engorro mas; si es así, estamos equivocados, este proyecto de pastoral, si somos capaces de entrar en ello, puede transformas toda nuestra actividad parroquial dándole una nueva y renovada dimensión, que no es que no la haya, pero que si necesita ser puesta al día
El PDP está llamado a conforma toda nuestra programación, la vida de nuestras parroquias y la nuestra propia como pastores o agentes de pastoral, como discípulos del Señor. Este años se nos propone la misión sin abandonar lo anterior: experiencia de Jesús, la comunidad; se nos recuerda que estamos llamados a seguir renovando y construyendo. Experiencia de Cristo y comunidad avocadas a ser anunciadas y compartidas. Por ahí pasa ser iglesia misionera, ser misionero
Podemos correr el peligro de pensar que esto de la misión está ya pasado de moda, que fue cosa de otros tiempos, que es puro proselitismo, que estamos en una sociedad moderna y que no se trata de andar por ahí predicando y haciendo grandes campañas. Es verdad que todo eso esta un tanto superado, pero el tema de la misión , no; la forma de llevarlo a cabo, quizá; pero el anuncio no. En estos tiempos que corren se hace necesario y mas que nunca, que asumamos , que hagamos nuestra, la dimensión misionera de la fe. A lo mejor necesitamos y es lo mas probable, repensarnos cómo lo hacemos, pero lo cierto es que es una urgente necesidad, porque la misión forma parte de la Iglesia y una iglesia que no sea misionera, termina por fenecer.
Creo que hemos de empezar por renovar nuestro personal talante misionero e ir contagiando con el todo lo que en las parroquias llevamos a cabo. Hemos de sacar de la rutina la catequesis, cáritas, liturgia, atención a los enfermos, acogida a los que se acercan, celebraciones, bien sean de la eucaristía o de otro tipo e impregnarlos de esta dimensión que supone y significa, apertura por nuestra parte a la palabra, a la acción del Espíritu y a los otros, sin miedos ni complejos; esto ultimo nos hará escapar de la apatía y nos llevará, poco a poco, por caminos nuevos hacia el encuentro con el otro y eso es estar ya en la misión. Algo que no podemos olvidar es que también hemos de ser misionero entre los que estamos, digamos puertas adentro, buscando formas nuevas de hacer y decir que signifiquen y estén impregnadas de acogida entre nosotros y que fortalezcan la comunidad y todo, desde el mandato de Jesús, con la fuerza del Espíritu y la alegría de ser parroquia, de ser iglesia.
José Rodríguez Díaz
El PDP está llamado a conforma toda nuestra programación, la vida de nuestras parroquias y la nuestra propia como pastores o agentes de pastoral, como discípulos del Señor. Este años se nos propone la misión sin abandonar lo anterior: experiencia de Jesús, la comunidad; se nos recuerda que estamos llamados a seguir renovando y construyendo. Experiencia de Cristo y comunidad avocadas a ser anunciadas y compartidas. Por ahí pasa ser iglesia misionera, ser misionero
Podemos correr el peligro de pensar que esto de la misión está ya pasado de moda, que fue cosa de otros tiempos, que es puro proselitismo, que estamos en una sociedad moderna y que no se trata de andar por ahí predicando y haciendo grandes campañas. Es verdad que todo eso esta un tanto superado, pero el tema de la misión , no; la forma de llevarlo a cabo, quizá; pero el anuncio no. En estos tiempos que corren se hace necesario y mas que nunca, que asumamos , que hagamos nuestra, la dimensión misionera de la fe. A lo mejor necesitamos y es lo mas probable, repensarnos cómo lo hacemos, pero lo cierto es que es una urgente necesidad, porque la misión forma parte de la Iglesia y una iglesia que no sea misionera, termina por fenecer.
Creo que hemos de empezar por renovar nuestro personal talante misionero e ir contagiando con el todo lo que en las parroquias llevamos a cabo. Hemos de sacar de la rutina la catequesis, cáritas, liturgia, atención a los enfermos, acogida a los que se acercan, celebraciones, bien sean de la eucaristía o de otro tipo e impregnarlos de esta dimensión que supone y significa, apertura por nuestra parte a la palabra, a la acción del Espíritu y a los otros, sin miedos ni complejos; esto ultimo nos hará escapar de la apatía y nos llevará, poco a poco, por caminos nuevos hacia el encuentro con el otro y eso es estar ya en la misión. Algo que no podemos olvidar es que también hemos de ser misionero entre los que estamos, digamos puertas adentro, buscando formas nuevas de hacer y decir que signifiquen y estén impregnadas de acogida entre nosotros y que fortalezcan la comunidad y todo, desde el mandato de Jesús, con la fuerza del Espíritu y la alegría de ser parroquia, de ser iglesia.
José Rodríguez Díaz
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